Después de 33 años de una de las peores catástrofes nucleares de la humanidad, el fantasma invisible de la radiación continúa vivo en Chernobyl. Un equipo de investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido) realizó una exploración con drones sobre el Bosque Rojo, a 500 metros del complejo nuclear que sufrió el fallo crítico. Los científicos crearon el mapa más detallado hasta la fecha de la radiación que persiste en el bosque, considerado una de las zonas más contaminadas del mundo.
La zona resistió, en apariencia, la nube de escombros, aunque aún hoy guarda algunas de las superficies más radiactivas que se pueden encontrar en la Tierra. “Aunque el nivel de radiación se ha ido rebajando a lo largo del tiempo, existen ciertos radioisótopos con una vida media muy larga, por lo que la radiación afectará a la zona durante mucho tiempo”, concluyeron.
En 2016, el reactor de Chernobyl fue sepultado bajo una nueva cubierta de acero y concreto que intenta contener la radiación, mientras es monitoreada, y la limpieza continuará hasta 2065.
Mitos y verdades sobre la catástrofe nuclear en Chernobyl en 1986
Durante décadas después del accidente, la zona de exclusión de Chernobyl –un área de aproximadamente 4.300 kilómetros cuadrados alrededor del complejo nuclear– era tan tóxica que el paso estaba restringido para las personas. Pero a medida que la radiactividad se fue disipando, partes de la zona se fueron abriendo a los turistas. De hecho, tras el éxito de la miniserie de HBO “aumentó en un 30% el número de turistas que visitan el área”, sostiene Sergiy Ivanchuk, director de la agencia de viajes SoloEast, en declaraciones a Reuters.
Incluso, investigaciones de la Universidad de Georgia muestran que la vida animal y vegetal ha comenzado a prosperar de manera salvaje en la zona.