CIENCIA
relevamiento oficial en 27 ciudades del pais

El mosquito del dengue ya está en una de cada diez viviendas

Expertos advierten que la situación es de “alto riesgo” y podría agravar la epidemia. Llaman a controlar el vector con tareas de descacharreo. Galería de fotos

Prevencion. Las campañas para eliminar los criaderos de mosquitos deberían realizarse durante todo el año y no sólo en verano.
| Msal

Los números son poco precisos y varían con rapidez. Y aunque geográficamente están fragmentados, todos son muy preocupantes: porque los índices de infestación del mosquito Aedes aegypti –responsable de transmitir enfermedades como dengue, zika y chikunguña– superan este año largamente los valores de control e indican situaciones de alto riesgo. En promedio, el mosquito está presente en más de uno de cada diez hogares argentinos. “Los relevamientos hechos en 27 localidades de riesgo muestran que los índices rondan entre en el 17 y el 22%”, le confirmó a PERFIL Héctor Coto, director de Enfermedades Transmisibles por Vector en el Ministerio de Salud de la Nación.
Un reciente relevamiento realizado en 600 hogares de la ciudad de Córdoba por el Ministerio de Salud provincial y la Universidad de Córdoba, arrojó un porcentaje de viviendas con presencia de larvas de mosquito del 16,7%. “El monitoreo aédico se hace desde el año 2009. Es un muestreo que se hace estadísticamente, donde se busca verificar si en las casas hay lugares o recipientes en los que se acumula agua para que el mosquito deposite sus huevos”, explicó Marcela Miravet, secretaria de Prevención y Promoción de la Salud.
En la Ciudad de Buenos Aires hace tiempo que no se hacen estos estudios en forma sistemática, pero los expertos estiman que el indicador de presencia varía del 5% y el 20%. Para el biólogo Manuel Espinosa, de la Fundación Mundo Sano, que monitorea el vector en Tartagal, Clorinda e Iguazú, “las tasas de infección en vivienda superan el 15%”. Vale recordar que los protocolos de referencia indican que una cifra superior al 5% de domicilios con presencia de Aedes ya se considera situación de “Alto Riesgo”.

Hábitos. ¿Por qué es importante contar con este tipo de datos epidemiológicos? “Los índices larvales son indicadores que usamos para medir, en forma aproximada, la abundancia de Aedes aegypti en recipientes con agua. Cualquier programa de control los necesita para monitorear la magnitud de la infestación de un área y el efecto de las acciones de prevención”, le detalló a PERFIL Ricardo Gürtler, experto en Eco-Epidemiología de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. “Es fundamental para establecer el grado de riesgo y ajustar a cada ciudad o barrio las políticas de educación y de control”, agregó.
Los expertos destacaron que en cada ciudad la dinámica del vector es diferente y no se la puede extrapolar de una a otra. No todos los Aedes utilizan los mismos lugares de desove y por eso se vuelve esencial conocer cada población para afinar las campañas de descacharrado, prevención y educación.
En la Ciudad de Buenos Aires se ensaya otro tipo de seguimiento. Expertos de la UBA diseminaron más de 200 ovitrampas, que miden en detalle la actividad de las hembras del mosquito en cada kilómetro cuadrado de la ciudad. “Cada semana se analizan y con eso se determinan zonas de actividad más calientes y frías”, explicó Sylvia Fischer, investigadora del Conicet. Según la experta, la observación periódica permitió comprobar que las zonas de mayor actividad del mosquito son las lindantes a la General Paz y los barrios residenciales donde abundan casas bajas y con patio. En cambio, la zona ribereña, los grandes parques y plazas, el Microcentro y los barrios con edificios en torre muestran una actividad menor.
Para Nicolás Schweigmann, investigador del Conicet e integrante del Grupo de Estudios de Mosquitos de la UBA, desde que se iniciaron las campañas de prevención para controlar al Aedes, en 1998, los resultados no han sido suficientes. “Es necesario replantear las estrategias para lograr tener costumbres saludables en el entorno de cada domicilio. Y hacerlo siempre, no sólo en los veranos. Si logramos reconocerlo, quizás podamos modificar nuestros hábitos”, concluyó.