Podríamos definirlo como una enorme bola de gas cargada de electricidad. Del latín “solis” o del griego “helios”, el sol es la única y principal estrella que rige el sistema planetario en el que está inmersa la Tierra. Su diámetro es tal, que supera en más de cien veces el de nuestro planeta, abarcando el 99,86% del total de la masa del sistema del que es centro. Ubicada a unos 150 millones de kilómetros de la Tierra, irradia su luz y calor desde hace 4.500 millones de años.
Para qué servirán las fotos del Sol con la mayor resolución y nitidez de la historia
Conocida desde tiempos inmemoriales como “fuente de vida”, diversas culturas ancestrales adoraban al sol. Desde los egipcios a los mayas, que lo concibieron como un dios que los cuidaba desde lo alto del cielo. Los primeros calendarios que comprendían las cosechas y los cambios de estación estaban administrados por los movimientos observados de la Tierra con respecto al sol.
Si bien la teoría heliocéntrica, que ubica al sol en el centro del sistema solar y los planetas girando a su alrededor, fue postulada en el Siglo III por el astrónomo griego Aristarco, fue Copérnico, en el Siglo XV, quien lo devolvió a su lugar central en la historia. Sus estudios fueron continuados por los astrónomos Kepler y Galileo.
La importancia del sol en el sistema que lleva su nombre es total para la posibilidad de que exista la vida. La energía de los seres vivos deviene del “Astro Rey”.
Las plantas la absorben y realizan la fotosíntesis gracias a la energía que aporta su luz. También aporta la energía para mantener funcionando los procesos del clima.
El viento solar forma un escudo protector contra la radiación cósmica de la Vía Láctea. Esto nos permite desarrollarnos como seres vivos en un microclima ideal de pura materia orgánica en equilibrio.