Los diez peores desastres relacionados con el cambio climático en 2018, desde inundaciones hasta olas de calor extremo, han provocado pérdidas por valor de unos 85.000 millones de dólares, según un estudio de la organización Christian Aid, que identifica los huracanes 'Florence' y 'Michael' como las peores tragedias en términos económicos.
Los huracanes afectaron a partes de Estados Unidos, Centroamérica y el Caribe y se saldaron con 17.000 millones de dólares en daños en el caso de "Florence" y con pérdidas valoradas en 15.000 millones de dólares en el caso de "Michael".
En total, la ONG identificó diez desastres que superan el umbral de los 1.000 millones, con cuatro de ellos por encima de los 7.000 millones de dólares. Por detrás de los dos principales huracanes se sitúan los fuegos que asolaron California, que rondarían o incluso superarían los 10.000 millones de dólares en pérdidas, y la sequía en Europa, que alcanza los 7.500 millones.
Las inundaciones de junio y julio en Japón, cuyos daños se estiman en 7.000 millones de dólares, y la sequía en Argentina, valorada en 6.000 millones, siguen en una lista en la que también figuran las inundaciones en China o India y las sequías de Australia o Sudáfrica, según la ONG británica.
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El año 2018 fue el cuarto año consecutivo en el que se baten récords de temperaturas altas desde que se existen registros y, para Christian Aid, está "claro" que existe una tendencia al alza, por lo que espera que al menos tener constancia de los "impactos devastadores" del cambio climático pueda servir para mover conciencias.
El responsable de temas del clima de Christian Aid, Kat Kramer, dijo que "el cambio climático es normalmente algo de lo que se habla como un problema futuro", cuando en realidad ya está afectando a las vidas y a los medios de subsistencia de millones de personas de todo el mundo en este momento.
"La gran injusticia es que los que sufren primero y de forma más fuerte el cambio climático son los más pobres, quienes menos han contribuido a la crisis", ha lamentado Kramer, que insistió en que "hay todavía una ventana de oportunidad para evitar más sufrimiento". Esta oportunidad pasa, en su opinión, por "acelerar" la transición hacia una economía no dependiente de fuentes contaminantes.
D.S.