Los restos de Dennis “Tink” Bell, un meteorólogo británico que falleció en la Antártida en 1959, fueron hallados recientemente en un glaciar en retroceso. El descubrimiento fue realizado el 19 de enero por investigadores de la Estación Antártica Polaca Henryk Arctowski, en la isla 25 de mayo (británicamente conocida como King George Island), a unos 120 kilómetros de la península Antártica, y se dió a conocer en la última semana.
Bell, que tenía 25 años al momento de su muerte, trabajaba para la Expedición de Reconocimiento Aéreo de las Islas Malvinas, organización que más tarde se convirtió en el Investigación Antártica Británica (BAS, por sus siglas en inglés), principal institución de investigación polar del Reino Unido. Su identificación fue confirmada mediante pruebas de ADN realizadas por la profesora Denise Syndercombe Court, del King’s College de Londres, comparando muestras de su hermano David y su hermana Valerie, con lo que se puso fin a un misterio que duraba más de seis décadas.
El hallazgo fue recibido con conmoción y alivio por sus familiares. “Hacía tiempo que había renunciado a encontrar a mi hermano. Es increíble, asombroso. No puedo superarlo”, declaró David Bell, de 86 años, a BBC News. Para la comunidad científica, el descubrimiento también constituye un recordatorio de los desafíos que enfrentaron los primeros exploradores en la Antártida y del legado que dejaron en la investigación polar.
Cómo hallaron los restos del explorador en la Antártida
El equipo de la Estación Antártica Polaca localizó los restos de Dennis Bell en el Glaciar Ecology, en la isla 25 de mayo, gracias al deshielo de la zona. Algunos fragmentos estaban dispersos entre hielo suelto y rocas al pie del glaciar, mientras que otros fueron encontrados en la superficie del hielo. Según los investigadores, el retroceso de los glaciares y el movimiento natural del hielo desplazaron los restos desde el lugar original del accidente, lo que explica por qué Bell fue encontrado en una ubicación diferente a donde cayó en 1959. “Los glaciares, bajo la influencia de la gravedad, mueven su masa de hielo y, con ella, Dennis realizó su viaje”, explicaron los científicos.
Junto a los restos se recuperaron más de 200 objetos personales que incluyen bastones de esquí de bambú, fragmentos de tiendas militares, recipientes de vidrio, un reloj de pulsera Erguel con inscripciones, una linterna, un cuchillo sueco Mora y piezas de equipo de radio. El hallazgo de estos objetos permitió reconstruir el trabajo diario de Bell y su vida en la base, ofreciendo detalles sobre sus funciones y su relación con los demás miembros del equipo.
Para trasladar los restos y los objetos, la Investigación Antártica Británica utilizó el buque de investigación Sir David Attenborough, primero hacia las Islas Malvinas y luego a Londres, donde se realizaron los análisis forenses y genéticos. La profesora Denise Syndercombe Court confirmó que los restos pertenecían a Dennis Bell, estableciendo que existe una probabilidad mil millones de veces mayor de que fueran sus familiares que de que no lo fueran. Este procedimiento cerró formalmente un capítulo histórico que había permanecido abierto desde 1959.

El hallazgo también tiene implicaciones científicas, ya que evidencia los cambios acelerados en los glaciares antárticos debido al cambio climático. Los investigadores subrayan que estos retrocesos pueden revelar restos humanos y material histórico atrapado en el hielo, lo que contribuye a documentar la historia de las expediciones polares y el impacto del clima en la región.
Cómo fue la desaparición del científico en la Antártida
El accidente que terminó con la vida de Dennis Bell ocurrió el 26 de julio de 1959, durante el invierno austral. Bell y su colega Jeff Stokes partieron de la base en la Bahía Lasserre (Bahía del Almirantazgo) para ascender un glaciar con el objetivo de realizar trabajos de prospección y geología. La nieve profunda y blanda dificultaba el avance, mientras que los perros de trineo mostraban signos de cansancio. Bell se adelantó para motivarlos, pero no llevaba sus esquís y cayó en una grieta profunda, quedando atrapado.
Stokes intentó rescatarlo utilizando una cuerda, pero Bell la había atado a su cinturón en lugar de alrededor del cuerpo. Al llegar al borde de la grieta, el cinturón se rompió y Bell volvió a caer. Tras varios intentos de comunicación, ya no respondió. Los informes del campamento base describen la desesperación del equipo y la difícil situación, ya que otro colega, Alan Sharman, había fallecido semanas antes, lo que afectó la moral del grupo. “El trineo ha regresado. Hemos oído los tristes detalles. Jeff tiene las manos gravemente congeladas. No corremos más riesgos para recuperarlo”, registraron los documentos de la época.
El accidente tuvo lugar en condiciones extremas, con temperaturas bajo cero, ventiscas y aislamiento casi total del mundo exterior. Bell, entrenado como meteorólogo, cumplía funciones críticas en la base, lanzando globos meteorológicos, enviando informes regulares por radio y colaborando en trabajos topográficos. La combinación de condiciones climáticas adversas y un accidente fortuito convirtió su muerte en una tragedia inesperada, que permaneció sin resolución durante más de seis décadas.
Quién era el científico desaparecido en la Antártida
Dennis Bell nació en 1934 en Harrow, Londres, y desde joven mostró habilidades técnicas y curiosidad por la ciencia. Su hermano David sostiene que Bell era capaz de reparar motores de gasolina, construir radios desde cero, hacer fotografía y revelar películas por sí mismo. Tras un breve paso por el sector de seguros, se unió a la Real Fuerza Aérea Británica y posteriormente al Expedición de Reconocimiento Aéreo de las Islas Malvinas como meteorólogo en 1958, motivado por su interés en la exploración polar y la ciencia.
Durante su estancia en la isla 25 de mayo, Bell integraba una pequeña base de unos 12 hombres, donde su trabajo incluía lanzamiento de globos meteorológicos, envío de informes por radio cada tres horas y gestión del almacén de alimentos durante los largos inviernos. También participó en trabajos topográficos que contribuyeron a la elaboración de mapas de la isla, entonces poco explorada. Sus colegas lo recuerdan como alegre, trabajador y con un sentido del humor característico que animaba la vida de la base en condiciones extremadamente duras.
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David Bell describe a su hermano como “la compañía fantástica, muy divertido y el alma de dondequiera que estuviera. Recuerdo su forma de vestir, siempre llevaba abrigos de lona. Era un tipo normal que disfrutaba de la vida”. Dennis también era conocido por su afición a los perros husky, que criaba y entrenaba para los trineos, siendo un pilar en la logística de transporte de la base.
La directora de la Investigación Antártica Británica, Dame Jane Francis, destacó la importancia de su contribución: “Dennis fue uno de los muchos valientes que contribuyeron a los primeros trabajos científicos y de exploración del gigante de hielo en condiciones extraordinariamente duras. Aunque se perdió en 1959, su recuerdo perdura entre los colegas y en el legado de la investigación polar. Este descubrimiento pone fin a un misterio de décadas y nos recuerda las historias humanas en la ciencia antártica”.