La fuerte ola de calor que afectó a los Alpes derritió la nieve y los glaciares, causando una grave falta de agua en los refugios de montaña justo antes del inicio de la temporada de turismo de verano. A consecuencia de estas condiciones, las temperaturas alcanzaron récords históricos: la cota de congelación superó los 5.200 metros.
A casi un mes antes de lo habitual, la nieve que abastece a algunos refugios de montaña ya “parece como sería a finales de julio o principios de agosto”, explicó Noemie Dagan, responsable de uno ubicado a 2.673 metros en la cordillera francesa. La nieve se derritió mucho antes de lo esperado, lo que pone en riesgo el suministro de agua necesario.
Para funcionar, el refugio depende del agua que baja de la montaña, ya que no cuenta con tanque propio. Si ese suministro se agota, deberá cerrar, situación que ya ocurrió en agosto de 2023 y podría repetirse.
La respuesta de Dagan para evitar la falta de agua fue instalar tuberías largas que captan agua de un glaciar cercano. Aún así, las pendientes empinadas y las tormentas cada vez más violentas dificultan el mantenimiento de esta infraestructura. Por su experiencia de 15 años en la montaña, fue testigo de una transformación acelerada en las masas de hielo y las montañas, que son las principales reservas de agua de la región. “Hemos visto lo que viene”, afirmó.
A juicio del guía de una montaña local, Thomas Boillot, nunca imaginaron que los refugios podrían sufrir por falta de agua, pero que esos problemas están aumentando y se espera que sigan creciendo. Los campos de nieve, antes eternos, ahora se derriten en el verano, las precipitaciones son menos frecuentes y los glaciares cambian de forma.
Desde hace décadas, el agua llegaba por gravedad desde las reservas de nieve y hielo situadas en altura, pero en el futuro será necesario bombearla desde zonas más bajas. Algunos científicos señalan que el impacto del cambio climático en los Alpes es casi el doble que el promedio mundial. También, estiman que para el año 2100 los glaciares actuales podrían desaparecer casi por completo.
Suiza también siente el impacto
La nieve y el hielo se derriten entre cinco y seis semanas antes de lo habitual. Al enfrentar una ola de calor “brutal”, Xavier Cailhol, estudiante de doctorado y guía de montaña, relató que comenzó la temporada con nieve polvo, pero terminó viendo glaciares completamente desnudos, incluso en la cima a 3.700 metros. Comentó que la nieve ayuda a proteger el hielo debajo al reflejar la luz solar, pero por encima de los 3.200 metros “está más seco que nunca”.
A orillas de Chamonix, el glaciar de Bossons muestra un “parche de grava” oscuro que acelera su derretimiento al absorber más calor. Desde la ciudad, se observa claramente cómo pierde hielo, un recordatorio constante del grave problema que enfrentan los glaciares en todo el mundo.
Un respiro para las montañas agotadas por el calor
Las cotas altas de los Alpes se cubrieron por un manto blanco en pleno verano, luego de varios días de intensa ola de calor que batió récords en gran parte de Europa. A partir de entonces, se registraron nevadas desde los 2.300–2.400 metros en varias regiones y países alpinos, como Francia (Alpe d'Huez, Les 2 Alpes, Tignes, Val d'Isère, La Plagne), Suiza (Zermatt, Saas Fee), Italia (Passo dello Stelvio) y Austria (Hintertux), generando un paisaje que contrasta con las pistas descongeladas y ofreciendo un alivio temporal al calor extremo de julio.
A la espera de este frente frío, Météo-France anunció que el límite lluvia–nieve bajaría hasta los 2.500–2.600 metros, y localmente hasta los 2.300–2.400 metros, lo que provocaría chubascos capaces de cubrir de nieve las cumbres más altas.
En cuanto a la acumulación, las estimaciones preliminares indican entre 2 y 5 centímetros de nieve a 2.700 metros, entre 10 y 20 centímetros cerca de los 3.200 metros, y hasta 30 centímetros en las zonas más altas del macizo del Mont-Blanc, donde las corrientes frías se intensificaron tras el paso del frente. Aunque modestas y habituales en esta época, estas nevadas de verano suponen un respiro para los glaciares y las estaciones de esquí de verano, que en las últimas semanas sufrieron temperaturas máximas por encima de 40 °C y noches que apenas bajaron de 10 °C.
A lo largo del verano, las nevadas en los Alpes no son inusuales: entre junio y agosto se registran varios episodios de inestabilidad que dejan nieve por encima de los 2.500 metros. Generalmente, la isoterma de 0 °C en verano se encuentra por encima de los 4.000 metros, pero fuertes precipitaciones acompañadas de masas de aire frío pueden bajar el límite de nieve hasta los 2.300 metros, como ocurrió en este caso.
MV / Gi
