El misterio de cómo la mitad de la humanidad lo ve diferente reside en nuestra mente.
Lo cierto es que nuestro cerebro no funciona como una computadora, y para poder interpretar los colores tienen que pasar una serie de cosas. La luz rebota en los objetos, y dependiendo de las características físicas del mismo, va a reflejar sólo una parte de ella. La luz blanquecina del Sol es una mezcla de todos los colores -tal como se ve en el logo de Pink Floyd, en donde entra un rayo blanco, y un prisma lo descompone en el arcoiris-. Lo que entendemos como color corresponde a una cierta longitud de onda de la luz. El vestido azul absorbe todos los colores excepto el azul, y lo refleja a nuestros ojos. Esto atraviesa nuestra córnea y llega hasta la retina, en donde se encuentran células especiales (llamadas conos y bastoncillos) que dependiendo qué longitud de onda reciban, envían una u otra señal a nuestro cerebro.
Pero la historia no termina ahí. Antes de poder hacernos una idea del color de algo, nuestra mente analiza el contexto, e intenta deducir de qué color es la luz que lo ilumina. Porque un objeto blanco, puede verse blanco con la luz de un día nublado, amarillento con la luz de la tarde, o rojizo con la de la noche. Y si estamos a la sombra, la luz azulada del cielo le da un tinte de ese color. Si sabemos de antemano que es blanco, o si somos plenamente conscientes de la fuente de luz, nuestro cerebro se va a “configurar” de forma automática para verlo blanco. En la imagen de abajo por ejemplo, vemos que los cubitos seleccionados son claramente azul, y amarillo. Pero según explica el Doctor en Psicología Cognitiva Erin Goddard, de la Universidad Macquarie de Sydney, en realidad los dos son grises. Lo que nos confunde es el filtro amarillento o azulado.
En el caso del vestido también pasa algo similar. La imagen no nos permite ver la fuente de luz, no sabemos si está iluminado de forma directa por el Sol o por el cielo, así que nuestro cerebro elige de forma arbitraria una de las dos, e intenta corregir el color de una forma u otra.
Lo que también ayuda es que la imagen del vestido no tiene mucha calidad y los colores no están totalmente definidos. Los expertos de la revista Wired analizaron la imagen con Photoshop y extrayeron distintas zonas del mismo. Lo que debería ser negro, parece dorado, o incluso naranja en la parte superior (debido a la saturación), y lo que muchos dudan de si es azul o blanco, parece ser definitivamente blanco. Pero desde luego, podría interpretarse como un blanco siendo iluminado por la luz del cielo.
Un tercer factor que podría incidir en que tantos lo vean tan diferente, es que todas nuestras pantallas son distintas, y están configuradas con diversos niveles de brillo. Si la imagen está muy oscura, es claramente azul y negro, y si está muy clara, definitivamente es blanco y dorado.
Para despejar dudas, el vestido es de los diseñadores británicos Roman Originals, y es azul y negro. También se vende en blanco y negro, rojo y negro o rosa y negro. No existe en blanco y dorado.
El misterio del vestido, que podía parecer un debate frívolo, nos obligó a aprender un poco más de cómo funciona nuestro cerebro.
(*) Especial para Perfil.com