Los datos que llegan desde la pantalla de los tensiómetros son negativos: la mitad de los argentinos mayores de 35 años padece hipertensión. Y un enorme porcentaje ni siquiera lo sabe. Además, lo que es aún más llamativo, del total de personas que sí tienen diagnóstico y recibieron indicaciones médicas para bajar su presión arterial, apenas uno de cada seis logra controlar adecuadamente su enfermedad.
Estos son los primeros datos que surgen del capítulo argentino del estudio internacional Prospective Urban Rural Epidemiology (PURE) que fue publicado esta semana por la prestigiosa revista médica JAMA. “La investigación es realmente significativa porque analizó las condiciones de más de 140 mil personas provenientes de 17 países, entre ellos Argentina, y va camino a convertirse en un análisis epidemiológico clave para la salud cardiológica mundial”, le explicó a PERFIL Rafael Díaz, el cardiólogo rosarino que coordinó el estudio en el país.
Según el experto, del PURE se desprenden cifras “que impactaron profundamente a los responsables de salud pública”. De los más de 140 mil participantes de todo el mundo, el estudio reveló que el 40,8% son hipertensos y, de esas personas, el 54% no sabe de su enfermedad. Por otra parte, de entre quienes ya tenían su diagnóstico –e indicaciones médicas sobre cómo tratar la dolencia– apenas el 32,5% había logrado mantener los valores de presión arterial hoy considerados “saludables”: menos de 140/90 mmHg, según el consenso más reciente.
Controlar la presión arterial no es un tema menor, ya que según le explicó a PERFIL Daniel Sumay, jefe de Cardiología de Ineba, “el principal factor de riesgo de un ACV –tal como tuvo la soprano argentina Florencia Fabris– es la hipertensión (ver recuadro)”.
Argentina. En su sección local, el estudio PURE recopiló datos médicos de 7.500 personas de zonas urbanas y rurales de la provincia de Santa Fe, a los que un equipo de profesionales nucleados en Estudios Clínicos de Latinoamérica sigue desde 2008. “Las cifras que registramos son algo peores que las de otras naciones”, advirtió Díaz. “Y son realmente alarmantes, porque también comprobamos que, entre quienes ya tenían el diagnóstico e indicaciones de tratamiento, apenas el 15% logra controlar debidamente la enfermedad”.
Para Sumay, no sólo es complejo que los pacientes adhieran al tratamiento, sino incluso detectar la situación original: “Apenas el 20% de los hipertensos manifiesta algún síntoma como cefalea, mareo o un trastorno de la visión”. La enfermedad va en aumento, se calcula que en los próximos diez años los casos de hipertensión crecerán 40%, y también hay un adelantamiento en la edad en que se registra por primera vez. “Antes la presión arterial alta era algo típico a partir de los 45 años, pero ahora estamos viéndola cada vez más a partir de los 35”, sostuvo Sumay. Los controles preventivos periódicos son la clave para hacerle frente. “Si la hipertensión es leve, se la puede tratar con dieta y ejercicios físicos. Si es grave, habrá que recurrir también a la farmacología”.
Díaz destacó que el PURE será uno de los estudios epidemiológicos más importante de la historia médica en materia cardiovascular. “Y muy posiblemente deje atrás al hoy estándar y tradicional Framingham Heart Study. Pero el PURE lo supera, porque recopila datos de 155 mil personas, de 17 países del mundo, de diversos niveles”. Además, según Díaz, “se están por incorporar otros 50 mil pacientes en los próximos meses y habrá un seguimiento de aproximadamente 13 años”.
El PURE también seguirá dando que hablar en los próximos tiempos. Por ejemplo, ya se vislumbran algunos resultados muy llamativos respecto a la sal y la hipertensión. “Hasta ahora se creía que una mayor ingesta de sal influía en forma lineal sobre el aumento de la presión arterial sistólica. Pero estamos comprobando que el aumento de la cantidad de sal eleva la presión en forma exponencial. En otras palabras, pareciera que hay un ‘umbral’ de sal, más allá del cual el exceso influye sobre la hipertensión de una manera mucho más fuerte de lo que hasta ahora sabíamos”. Esto modificará las futuras recomendaciones de salud pública