COLUMNISTAS

2030 está a la vuelta

Por Roberto Guareschi

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Los diarios de papel están recorriendo los últimos 15 años que les quedan para convertirse en insignificantes, víctimas de la nueva cultura. Son quince años de transición y agonía que empezaron hace varias décadas con la caída de ventas, publicidad, rentabilidad, y hoy continúan con la credibilidad mellada por años de protagonismo en el combate con el Gobierno.
Sobre la rentabilidad hay un dato clave que resume a los demás factores excepto a la credibilidad. El año pasado Clarín tuvo ganancias bajísimas por primera vez en muchas décadas.
En cuanto a la credibilidad, no es un fenómeno local. Afecta a todas las instituciones en todo el mundo y aquí está acentuada por la pelea de los medios con el kirchnerismo. Pero ese desgaste parece no afectar la imagen de los diarios si se los compara con otras instituciones. Se mantienen en los primeros lugares. ¿Será porque son percibidos como el obstáculo más eficaz del Gobierno?
Clarín, para mí, es el más jugado y desgastado por el ejercicio de ese “periodismo de guerra”. La pelea afecta mucho menos a los periodistas pese a que muchos no se sacaron el casco todavía y disparan con odio, ironía y demasiadas veces con falta de rigor. Tiene alguna lógica: la elección de los temas, su destaque relativo, los títulos no se adjudicarían a a ellos.
Quizás no tienen costo para ellos esas noticias que agregan poquísimo a lo ya sabido y sólo machacan el mismo clavo para mantener vivo un tema. Ese recurso y otros opacan los muchos aciertos: los convierte en un arma más que muchas veces abruma, aleja, anestesia. Aburre la previsibilidad en el enfoque.
Para mí el periodismo está lastimado. Este es hoy el problema más serio para los medios y los periodistas. Junto con la caída de rentabilidad configura una tormenta perfecta.
La caída de rentabilidad de los diarios de papel no tiene remedio. La credibilidad sí pero a largo plazo. La credibilidad (la imagen, la marca) es algo que se construye en muchos años y se pierde muy rápido. Es muy difícil reconstituirla, no se puede comprar. ¿Podrán los medios modificar un modo de trabajar de tantos años? Una sugerencia: empezar por algo fácil, renunciar a toda revancha tipo “ese kirchnerista acá no entra”.
Sólo si ajustan la manera de ejercer su rol en la sociedad y cambian su vieja cultura centrada en el papel podrán reconvertirse para entrar en una nueva era totalmente digital.
Y ahora les presento a sus contrincantes. Son los nuevos medios. Se ve con claridad en EE.UU. En ellos no reina el periodismo: está en el mismo plano que la tecnología, el área comercial y la distribución porque no hay otra manera de trabajar en los nuevos medios.
En la ley del más eficaz, la calidad de los contenidos vale menos que la velocidad y la oportunidad, la promoción en las redes sociales, la capacidad de viralizar. La calidad sólo es calidad percibida por la audiencia. Es la mayor audiencia la que orienta al medio; es precisión en la distribución, conocimiento preciso del usuario.  Es flexibilidad para cambiar e innovar; para realizar sin rubor contenidos pagados por sus avisadores, mezcla de periodismo y aviso, de tanta calidad que la gente quiere verlos, algo así como muchos videos de Quimes (peligroso, ¿no?).
No roban, citan y resumen contenidos carísimos de los mejores diarios y logran muchas más visitas que las logradas por ellos con esos mismos materiales.
Pronto algunos periodistas cobrarán por resultados. Más hits, más plata (complejo, ¿no?). Como en muchos diarios de papel, en esos medios hay poca rentabilidad o ninguna. Pero los nuevos van en subida. Los viejos medios echan gente, los nuevos toman a los mejores y más jóvenes. Los tradicionales quieren aggiornarse pero ponen a periodistas antiguos, propios de la vieja cultura vertical, a dirigir el cambio. Tal vez algunos medios estén a tiempo para reconvertirse a todo digital y aportar a la transición su conocimiento del periodismo. Pero por ahora se está creando un nuevo periodismo a sus expensas. Y 2030 está a la vuelta.

*Periodista. @rguareschi.