Todo sería una cuestión de grises. Massa y Scioli comparten la aspiración de ser continuadores del kirchnerismo reivindicando parte de lo hecho por el Gobierno. Pero al quedar Scioli como aliado y Massa como competidor electoral del Frente para la Victoria en las elecciones de octubre próximo, pareciera uno más a la izquierda y otro más a la derecha.
Es pura ilusión, pero los espacios en política se construyen por vecindad o cercanía más afinidad coyuntural de intereses, otras formas de fusión y asociación como la metáfora y la metonimia o la de condensación y desplazamiento. Y, al mantenerse Scioli con el kirchnerismo, inevitablemente Massa se inclinó hacia el PRO y el residual duhaldista que siempre lo habitó.
La otra alianza posible hubiera sido la de Massa con Scioli, deseo frustrado del intendente de Tigre (ver la contratapa de ayeri). De haberse consumado, al PRO no le habría quedado otra alternativa que intentar inclinarse hacia el radicalismo como ya hizo Francisco De Narváez en las elecciones de 2011 en su acuerdo con Alfonsín. Y vale recordar que el PRO fue aliado de De Narváez en 2009 cuando le ganaron a Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires.
De hecho, antes de que Massa se lanzara, Macri ya se había acercado al intendente de San Isidro, Gustavo Posse, de origen radical y anteriormente referente bonaerense de Julio Cobos, y aunque sin resultados concretos trató de seducir a aquellos radicales que no lo despreciaban, por ejemplo el cordobés Oscar Aguad.
El asesor ecuatoriano de Macri, Jaime Durán Barba, desde hace años le viene insistiendo con que los votantes del PRO no tienen afinidad con el peronismo. Pero, con intuición argentina, Macri entiende que le será imposible llegar a presidente sin una pata peronista. Lo que le cuesta a Macri es conseguir que peronistas con futuro lo legitimen en ese espacio y sueña con que Massa sea su puente. Para Massa, cargar los tres candidatos del PRO en su lista viene siendo un problema: ¿cómo puede hacerle creer a alguien que hará kircherismo aunque sea crítico con Macri de aliado? Por eso habrían acordado no mostrarse juntos ni hacer muy ostensible la vinculación. Pero el viernes Macri no pudo reprimir decir públicamente: “Yo votaría por Massa. Es obvio, yo tengo un acuerdo con Sergio, tenemos tres candidatos a diputados nacionales en su lista; hemos hecho una apuesta a futuro con él”.
Esa declaración valió que ayer el diario Página/12 publicara entre las fotos de su tapa una donde la mitad era una cara de Massa y la otra de Macri como el verdadero rostro de Massa.
Pero lo que estas elecciones legislativas de 2013 están revelando son las posibles alianzas para 2015. Muy simplificadamente, se podría decir que hay cinco sectores en pugna: 1) el kirchnerismo puro, 2) el kirchnerismo ligth de Scioli, 3) el kirchnerismo transgénico de Massa, 4) el PRO, y 5) el panradicalismo/no peronismo.
Para comprender mejor las vecindades y afinidades, valdría colocar los cinco sectores dentro de una torta de un gráfico ubicados es ese orden, de uno a cinco, en el sentido de la agujas de reloj. Así se facilitará la percepción de que hay dos alianzas posibles para estos cinco sectores: el kirchnerismo puro se asocia al sciolismo y en ese caso Massa coopta al PRO. O el sciolismo se asocia con Massa en una verdadera interna del PJ y el PRO trata de cooptar radicales.
En todos los casos, quién absorbe a quién será la cuestión. ¿Scioli terminaría siendo el Cámpora de La Cámpora o el “Chirolita” de Cristina? ¿Macri usa a Massa de punta al panperonismo o Massa transforma al actual jefe de Gobierno de la Ciudad en su futuro embajador en París?
Eso dependerá de quienes comanden esas futuras alianzas y quienes lleguen más fortalecidos. El partido recién comienza, pero los jugadores ya salieron a la cancha.
Y en cualquiera de los casos, si no se repitiera el improbable escenario de 2011, donde tres de los cinco sectores fueron juntos, cuando todos los kirchneristas unidos le dieron el 54% a Cristina, en 2015 habrá ballotage entre alguna de estas dos alianzas posibles.