A 60 años de los Tratados de Roma, debemos reconocer que el ambicioso y visionario proyecto de Altiero Spinelli y Ernesto Rossi de “una Europa libre y unida” fue un éxito. Gracias al proceso de integración que se inició en los años ’50, después de siglos de guerras fratricidas, los países europeos reemplazaron las armas con la fuerza de la ley, inaugurando el período de paz interna más largo de la historia del continente y creando un espacio donde 500 millones de personas comparten sus destinos.
Sin embargo, la reciente salida del Reino Unido de la Unión Europea, las múltiples fuerzas centrífugas que están apareciendo en diferentes países y la generalizada desconfianza en relación al proyecto europeo hacen imprescindible que se fije un nuevo marco de valores compartidos.
En vísperas de la Cumbre de Roma, en la que los Estados miembros se reunirán para celebrar los 60 años de trayectoria común y desarrollar nuevas estrategias para hacer frente a los desafíos del siglo XXI, el Libro Blanco de la Comisión sobre el futuro de Europa - Reflexiones y escenarios para la Europa de los Veintisiete en 2025 representará un importante documento para abrir el debate hacia la reconstrucción de este proyecto en común.
El documento presenta cinco escenarios distintos que comparten un mismo axioma: la Unión sigue siendo el camino más adecuado para mejorar la situación de todos y cada uno de sus miembros, que juntos buscarán nuevas respuestas a la antigua pregunta: ¿Qué futuro queremos?
En los últimos debates respecto a estas reformas necesarias, sin embargo, las energías se consumieron en una discusión estéril y reductiva sobre la cantidad de miembros de la Unión. Los caminos que se pueden abrir son muchos y a veces inesperados.
Las cinco propuestas de la Comisión apuntan a estimular sin definir políticas concretas. No se refieren entonces a procesos legales o institucionales, y todas están abiertas a modificaciones de acuerdo a la inteligencia colectiva. En ese sentido, las propuestas se tratan de una invitación a los miembros a comprometerse con la elaboración de un verdadero producto compartido.
Lamentablemente, los criterios centrales de estas propuestas son simplemente los de la “participación” y la “velocidad”, es decir, se refieren a cuántos participarían en el proceso de integración y hasta qué punto.
Ciertamente son muy criterios prácticos, pero a mi juicio, incapaces de ofrecer un marco auténticamente innovador que sirva para un rearmar un sistema viable.
Me permito por lo tanto proponer un sexto escenario: “Juntos bajo un nuevo paradigma”, con esta fórmula de provocación: Subsidiariedad, Solidaridad, Soberanía y Sostenibilidad para otra Europa posible.
Europa entendida como organización, instituciones, Estados miembros y ciudadanos tiene que enfrentar numerosos retos, como la necesidad urgente de reformar sus estructuras, es decir el sistema institucional basado en los Tratados, rearmar su sistema de relaciones ad intra y ad extra, recompilar las prioridades estratégicas balanceando los intereses comunes e individuales y proponer un sistema de valores compartidos.
Será una actividad de profunda reforma que debería guiarse por el criterio de la simplificación normativa, la democracia directa y participativa, la integración multinivel y la diferenciación sostenible. Todo esto bajo los cuatro principios que considero fundamentales e irrenunciables: una subsidiariedad vertical, horizontal y circular; una solidaridad eficaz, eficiente y efectiva, una soberanía abierta, concéntrica y compartida; y una sostenibilidad medible, predecible y variable.
De esta manera superamos el peligroso concepto de “Europa de distintas velocidades”, fortaleciendo el sentimiento de pertenencia a una casa europea común y renovada.
Como señala el Libro Blanco, este importante aniversario es una oportunidad crucial para “renovar nuestro compromiso, redescubrir nuestro orgullo y configurar nuestro propio futuro”.
(*) Profesor de la Escuela de Gobierno, Política y Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral.