Desde la Sección Deportes de PERFIL salió la idea: “Hagamos una nota con el Coco Basile”. El periodista Marcelo Rodríguez fue el encargado de hacer la gestión. Llamó a la AFA. Lo atendió Ernesto Cherquis Bialo, talentosísimo periodista (ex director de El Gráfico) a cargo de la prensa de la Selección. Cherquis es uno de los comensales de la mesa de los lunes, en el restaurante de un íntimo amigo de Basile.
— Hola, Cherquis, soy Marcelo Rodríguez, del diario PERFIL. Queremos hacer una nota con el Coco Basile…
— Hola, Marcelo. Mirá, no creo que pueda ser posible. Coco no está dando notas…
— …
— ... y, la verdad, ustedes son muy críticos. Todo el tiempo le están pegando. El Chavo lo mata en sus columnas… No, no creo que quiera hablar con ustedes. No.
Ahí terminó el diálogo.
Cometió un grave error: discriminó a un medio por crítico. Me extraña de él. Cherquis –a quien respeto y admiro– fue muy duro con la conducción de la AFA durante años y, así como lo denostaron y no le dieron trabajos que merecía, es cierto que también recibió respeto por su posición. Hubiese reaccionado igual que nosotros ahora.
Todo parece indicar, además, que hay un plan de “lavado” de la imagen de Basile. Aquellas fotos de Punta del Este mientras Heinze, Messi e Insúa sufrían distintas lesiones, nuestra columna del 26 de enero (“Mucho ocio, poco trabajo”) y la idea cada vez más expandida de que el técnico de la Selección no trabaja como debe hicieron que Grondona convocara a Cherquis, en funciones desde el 1 de febrero. Dicen que su primera medida fue convencer al DT (no fue fácil) para que viajara a Los Angeles con la Selección de Batista que goleó a Guatemala. La segunda, tal vez, haya sido la nota aparecida en Clarín el jueves 6 de marzo, acerca de la supuesta gran cantidad de “nueves” que tiene Basile a su disposición:
“Cuentan quienes conocen su intimidad que, ahora más que nunca, Alfio Basile está en cada detalle del presente de los futbolistas seleccionables, esa lista de “cuarenta y pico”, que alguna vez mencionó el técnico de la Selección. Ve videos, contempla planillas de datos, rachas, mira partidos en vivo. En definitiva, todo aquello que está contemplado en cualquier manual del técnico de la Selección…” Supongo que la tercera es que hable lo menos posible, salvo que los medios sean “amigos”.
Esta es la idea. Hacernos creer que Basile es uno de los que trata de mover la piedra en la estatua que está frente a la Facultad de Ingeniería. Todos sabemos que no es así, sin que esto signifique un juicio de valor. Basile es como es. Nos guste o no nos guste.
Por la discriminación hacia los medios, podríamos remontarnos a la dictadura, cuando a las conferencias de prensa que daba Menotti sólo entraban El Gráfico, Clarín y Radio Rivadavia y los demás esperaban afuera. No hace falta ir tan lejos.
Esta conducta es repetida por Basile. Y es muy serio. Basta con recordar que, en 1993, hubo un boicot a los periodistas de Radio Continental porque el masajista “Galíndez” le contó a Ruggeri algo que, a su vez, le había contado un pariente desde Buenos Aires.
La realidad era que Basile no soportaba que Víctor Hugo, líder de ese grupo, no le festejara el largo invicto logrado ante rivales “impresionantes” como Australia, los suplentes de Polonia y un Resto del Mundo que, en realidad, eran los restos de algo. En aquel momento, se ganó la Copa América de Ecuador y todo el mundo se afilió al “tachín, tachín”. Nadie reparó en que el equipo jugaba mal y en que, salvo México, que ya estaba clasificado para el Mundial, los demás seleccionados llevaron suplentes. Argentina llevó titulares para defender ese invicto inútil y, en esa cadena de errores, perdió a Darío Franco, un jugador vital. O sea, el 0-5 no fue casual, fue casi lógico, al igual que el fracaso del Mundial ‘94. Nos vendieron que estábamos ante el mejor equipo de la historia. Pero a Diego le dio positivo el dóping, Caniggia se desgarró, Pepe Basualdo –improvisado marcador personal, emblema indeseado de la falta de trabajo previo– no pudo con el rumano Hagi y nos volvimos en octavos de final. Aún hoy, se llora el tango de “qué hubiese pasado si no…”. Pasó lo que pasó: hubo imprevisión, malos manejos, desesperación por facturar y un trabajo previo deficiente. Por eso no ganamos el Mundial de Estados Unidos, no porque haya habido un complot.
Aquel boicot a Continental terminó en Australia, cuando estaban todos con la cola entre las patas por la goleada ante Colombia. Arregló todo Maradona, incrédulo ante semejante nivel de torpeza. Evidentemente, Basile es afecto a repetir los errores. Y, la verdad, no ese sano esperar que la Selección tenga otra catástrofe futbolera para que todos se den un baño de humildad, como sucedió hace 15 años.
Alguien dijo: “Hacer periodismo es decir lo que alguien no quiere que se diga. El resto, es propaganda”. En PERFIL hacemos periodismo. A Basile y su corporación parece gustarle la propaganda.
No cuenten conmigo.