El domingo 6 murió uno de los personajes del mundo periodístico más citados en esta columna, un maestro y un profundo estudioso de la ética que debe ser practicada como gimnasia cotidiana en esta profesión: Javier Darío Restrepo, colombiano, condujo el Consultorio Etico de la Fundación Gabo, en el marco del Nuevo Periodismo Iberoamericano fundado por Gabriel García Márquez e inspirado y conducido durante años por el argentino Tomás Eloy Martínez.
Este espacio del ombudsman de los lectores de PERFIL está hoy dedicado a él. Entre las más de 2 mil respuestas a interrogantes para su consultorio, dedicó el 22 de mayo de 2018 una columna a pedido de la Fundación Colombiana de Periodismo, cuando se acercaban en su país los comicios generales y medios y periodistas se encontraban ante el interrogante de cómo llevar adelante su trabajo sin influenciar con recursos espurios sobre el electorado. Sus ideas son relevantes a una semana de la primera vuelta de los comicios argentinos, en medio de un clima agrietado y contaminado por la mala praxis periodística.
“Estamos ante una elección presidencial en la que están contando más los odios que la preocupación por las amenazas contra el bien común y por las posibilidades de progreso del país”, comenzaba aquella nota de Restrepo. El artículo contiene definiciones que calzan a la perfección en estos tiempos argentinos: “El voto –señalaba– puede servir para garantizar el bien de todos los colombianos (léase argentinos) de hoy y de los que vendrán. También puede servir para ahondar las diferencias, destruir lo que tenemos e impedir progresos futuros. Que sea lo uno o lo otro, depende de la valoración que los electores hagan de su voto”.
El autor enfatizaba a continuación algunos puntos imprescindibles para el buen ejercicio del trabajo profesional en el período preelectoral:
“La información periodística puede ayudar a valorar el voto y a cambiar el clima de odios. Para lograrlo, debe ser: información completa y documentada, equilibrada y clara, con intención pedagógica (y) descontaminada de propaganda y con una clara intención de servicio a todos los ciudadanos, sea la que sea su opción política”.
Restrepo advertía entonces que “lo que suceda después de las elecciones será responsabilidad del periodismo nacional”.
Y completaba: “Si los electores estuvieron bien informados, su elección consultará el interés de todos. Si la información es mediocre o mala, habrá una elección emocional dirigida por el odio o por el miedo”. Cualquier semejanza con lo que viene sucediendo con parte de los medios y los periodistas de estas tierras no es mera coincidencia sino una constante.
Finalmente, el breve artículo del fallecido experto en ética periodística concluye con una advertencia: “No se trata de volver a esquemas del pasado, de contar objetivamente lo sucedido; se trata de algo más ambicioso: con el poder de la información en las manos, el periodista debe convertir la tarea de informar en una oportunidad para cambiar algo en la vida de un país abrumado por el miedo, los odios y las mentiras”.
Este Defensor de los Lectores cree estar cumpliendo con su misión al advertir a sus destinatarios –quienes forman parte del universo PERFIL– que no todo lo que se está publicando en estos días es confiable, que hay un marcado sesgo partidista, ideológico o de posiciones antagónicas que está afectando gravemente el derecho de la opinión pública a contar con todos los recursos necesarios para una buena decisión el domingo 27.
Visto lo sucedido en la pasada semana, cuando medios de gran difusión minimizaron o exageraron actos políticos multitudinarios y no tanto, que desde el debate del domingo pasado ejercieron un nivel de análisis de alarmante superficialidad, frivolidad y desprecio por la buena información, es sano mantener las neuronas muy despiertas.