El Gobierno debió ceder. La presión gremial se hacía insostenible. Venía de todas partes. Los sindicalistas oficialistas se habían quedado sin argumentos para intentar detener el paro general que se estaba preparando para el jueves o el viernes próximos. Por ende, la Presidenta no tuvo más remedio que dejar exentos del pago del mal llamado mínimo no imponible sobre los salarios que no superen los $ 35 mil mensuales para el medio aguinaldo de diciembre y por única vez. Esta no fue sólo una derrota política: fue también una cachetada para el “relato”. “¿Era necesario?”, se preguntaba entre sorprendido y aliviado un funcionario de la Casa Rosada que no sabe dónde ponerse de cara al futuro.
Quien sepa leer las señales que envía el kirchnerismo hacia adentro y hacia el exterior será el que estará en mejores condiciones de anticiparse a lo que vendrá en materia de política económica. El Gobierno decidió dar una señal –puertas adentro pero mirando hacia afuera– para mostrarse fuerte y solvente, y enviar un mensaje de solidez a todos los tenedores de bonos. El anuncio de la recompra del Boden 2015, que vence en octubre del año próximo, y la emisión de un nuevo tramo del Bonar 2024 se festejó, luego del anuncio hecho por Axel Kicillof, como una victoria casi futbolística dentro del Ministerio de Economía.
En realidad, los empleados de carácter técnico que miran con desprecio al séquito de jóvenes que rodean al ministro no entendían tanta euforia: “Estos mensajes con tono de advertencia y revancha son para mantener entretenida a la gilada (sic). Más allá del discurso patriótico, la medida impulsada por Kicillof no tendrá efectos positivos”, aseguraron.
En la vereda de enfrente, un economista que conoce al detalle la génesis del problema, se tomó unos minutos para explicarlo: “No se va a presentar mucha gente a este nuevo canje adelantado. Le han puesto un precio de remate a los Boden 2015 y, salvo que una misma persona o institución sea tenedora de una gran cantidad de estos papeles, conviene más venderlos en el mercado”. La misma fuente aseguró que la segunda parte del anuncio, referida a la nueva emisión del Bonar 24 por un monto de hasta 3 mil millones de dólares, es mucho más atractiva. “Le dieron al anuncio un tono de victoria porque están convencidos de que será un éxito y, aunque les moleste, esto implica un gran desconocimiento del mercado. El anuncio funcionará más como un mensaje de unidad hacia adentro, para mantener unida la tropa doméstica, pero a los buitres no se les caerán las plumas”.
Números. La cuenta es fácil: si el anuncio surte el efecto deseado, les aportará a las arcas del Estado unos US$ 3 mil millones y, siendo generosos, el país necesitaría para transitar 2015 con tranquilidad entre 10 mil y 12 mil millones para afrontar el pago atrasado de las importaciones, los nuevos vencimientos de deuda y un resto de reaseguro por si hay sobresaltos con el tipo de cambio.
Desde el sciolismo fueron todavía más allá al preguntarse algo que parecía prohibido: “¿Se acuerdan de la euforia generada por un supuesto arreglo con los holdouts en los primeros días de enero? Bueno, olvídense. En aquel momento nadie podía decirlo, pero esa euforia irreal tenía que ver con la necesidad de dar un mensaje tranquilizador hacia afuera ante la amenaza de acumular más demandas, tanto de los bonistas protegidos por la cláusula RUFO como de aquel 7% que no había litigado o no tenía sentencia”, señala un hombre de estrecha confianza de Daniel Scioli. Y agrega: “Esa estrategia resultó exitosa por poco tiempo. Hoy la foto del frente externo es complicada y los holdouts no aceptarán una oferta que implique una quita en el capital. El acuerdo parece caído”.
Posibles herederos de la década ganada, a los sciolistas no sólo les preocupa la economía. Los rumores sobre el avance de Kicillof para acompañar al gobernador de Buenos Aires en una eventual fórmula presidencial no sorprendieron al equipo naranja. Otro funcionario de peso en la administración provincial aseguró: “Esperábamos ese ‘caramelito’. Kicillof es más político que técnico y es más ambicioso que político. Intentará todo para llegar al poder. Se trata de la materialización de la idea que sobrevolaba el famoso acto en Argentinos Juniors, donde Máximo Kirchner ensayó su primer discurso. La consigna es clara: ellos creen que sólo La Cámpora puede garantizar el modelo cristinista”.
Batalla. La guerra judicial, mientras tanto, se va poblando de mil batallas. El kirchnerismo hizo lo imposible para forzar el juicio político contra el juez Claudio Bonadio. Ofrecieron de todo a algunos de los integrantes del Consejo de la Magistratura que responden a la oposición. El fracaso les dolió. La sanción económica al magistrado está lejos de hacer mella en su determinación de investigar los negocios de la familia presidencial.
Los primeros datos que emergen de los libros de Hotesur confirman las sospechas de manejos poco claros en ese negocio: la comprobación de pagos hechos por habitaciones nunca utilizadas no hace más que ahondar la investigación sobre lavado de dinero.
En la Babel de Olivos las luces anaranjadas se han encendido. De ahí que haya surgido con fuerza creciente la elección de Cristina Fernández de Kirchner como diputada al Unasur a modo de instrumento para darle inmunidad. El que se quedará al garete es Máximo Kirchner, si es que no consigue ocupar algún cargo electivo.
Quien festeja ahora es Amado Boudou. Primero porque las medidas judiciales que perturban a la Presidenta lo hacen sentirse menos solo y segundo, porque, según lo señalan algunas fuentes tribunalicias, la Sala I de la Cámara Federal podría darle buenas noticias sobre el procesamiento que le dispuso el juez Ariel Lijo, quien por otra parte ha extendido su investigación sobre la ex novia del vice, Agustina Kämpfer.
En el horizonte de varios de quienes se han enseñoreado con el poder en la así llamada “década ganada”, Comodoro Py habrá de ser un destino frecuente.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.