Posta, tengo una noticia: Argentina se insertó en el mundo. Ya era hora, qué sería del mundo sin nosotros. Pues, con gran alegría me dediqué a hacer compras puerta a puerta de productos importados, situación que de ahora en más será natural y hasta bienvenida, tal como informaron, también con gran alegría, los medios hegemónicos. Curioso, sin embargo, que casi todos, en sus infografías y tablas comparativas, en sus recomendaciones y en la voz de sus columnistas, daban cuenta de la posibilidad de comprar por courier del extranjero celulares, tablets, juguetes, ropa, gadgets e incluso hasta motos, pero ninguno mencionaba libros (debo ser un bicho raro en el mundo del periodismo corporativo). No obstante, averigüé cómo llenar los formularios y pagar con tarjeta de crédito y me lancé a una frenética búsqueda, que se detuvo en una librería de viejos canadiense donde encontré una hermosa edición facsimilar de L’aurore, del 13 de enero de 1898, en la que se publicó por vez primera J’accuse…! De Emile Zola. Confirmar y esperar ansioso tres días fue todo uno, y finalmente llegó el tan deseado paquete. Temblando de emoción busqué una tijera, corté la gruesa cartulina del sobre, metí la mano, saqué el libro, y al verlo, me encontré con… Yo acuso, ¡de Margarita Stolbizer! Qué tremendo. Algo debo haber hecho mal en el encargo. Soy nuevo, estoy aprendiendo, pero siempre es bueno reconocer los errores y corregirlos (¿en qué conferencia de prensa escuché eso antes?).
Malhumorado, bajé de mi Torre de Marfil hasta la vereda, y en ella me puse a pensar en El alma encantadora de las calles, de João do Rio, publicado en 1910. Maravilloso cronista urbano, Do Rio describe el mundo de Río de Janeiro desde la figura del peatón, el pasante, el trabajador, las clases subalternas. João do Rio narra la radical transformación de Río de Janeiro, iniciada en 1903 por Pereira Passos, desde las barriadas marginales, las calles laterales, pero también desde la experiencia de las emergentes clases medias y la perplejidad frente a los nuevos modos de puesta en escena de la personalidad. Sus crónicas lindan con la ficción, se mueven entre diálogos, descripciones literarias y toques de una precisión envidiable. Sé que hay una edición en castellano del El alma… (Ediciones Ambulantes, Madrid, 2011), pero de baja circulación allí y de ninguna en Buenos Aires. Parece casi imperdonable que las crónicas de Do Rio no tengan más lectores en nuestra lengua.
Y cuando ya de buen humor volví a mi gentilhommière, me encontré en la puerta con un paquete. Me lo había dejado un amigo escritor que concurrió a la reciente Fiesta Literaria Internacional de Paraty (me dijo que, de tan bien que la pasó, pensó en quedarse a vivir allí, pero después se acordó de que en Buenos Aires tenía dos hijos y canceló el plan). Luego abrí el bulto y me encontré con Vida vertiginosa, de João do Rio, publicado originalmente en 1911, ahora en una cuidada edición a cargo de João Carlos Rodrigues, para la editorial Martins Fontes (San Pablo, 2006). De nuevo, como en El alma…, Do Río cuenta las grandes trasformaciones urbanas (“Y, de repente, llegó la era del automóvil”) a partir de detalles, escenas laterales, y opiniones transgresoras para la época, como en un artículo llamado “Feminismo activo”, de una actualidad sorprendente.