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‘Adiós al lenguaje’

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Ya empezó 2015? Ay, siempre llego tarde, no entiendo cómo es que me pasa. Hace un rato era 2014, yo estaba pensando en mi selección, y de repente ya estamos a 11 de enero, y yo todavía en veremos. Es como si siempre estuviera distraído, mirando para el otro lado, como de hecho me ocurrió una vez, cuando volviendo –o queriendo volver– de Chascomús tomé el micro en la dirección opuesta y recién me di cuenta en Dolores… En fin, no viene al caso contar aquí mis intimidades, sobre todo porque lo que yo quiero decir es... ¿qué era? ¿De qué estaba hablando? Ah, sí, de mis atrasos: especie de retrasado literario, debe ser por eso que me gusta Flaubert y poco más, es probable que mis gustos no hayan llegado siquiera al siglo XX.

Entre tanto, ya empezó el año en el mismo momento en que me disponía a hacer pública mi selección –porque de eso se trata esta nota, de mi selección–, quiero decir, mi selección del mejor libro de ensayo del año 2014: Adiós al lenguaje, de Godard. Se dirá que es una película y no un libro. Es cierto. Pero lo mismo da. Porque la palabra clave aquí es “ensayo”, la idea del essay como campo de prueba y a la vez de batalla. En Adiós al lenguaje, como antes en Film socialisme, Godard ensaya. Ensaya, claro, con asuntos técnicos que a mí me resultan secundarios, pero en los que buena parte de la crítica –y de quienes reflexionaron sobre el film en algún que otro blog– reparó en exceso: el uso del 3D, los encuadres, el montaje sucio. En algún texto, T.W. Adorno exigía que los compositores tuvieran un “conocimiento íntimo de los materiales expresivos”. Por lo tanto, esos materiales –los “asuntos técnicos”– en verdad nunca son secundarios. Menos aun para Godard, que cumple sin dudas con la demanda adorniana.

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Pero la crítica no debería fascinarse con las proezas técnicas del objeto criticado, situación que conlleva siempre el riesgo de perder –la crítica– capacidad de instalar, de imponer su propio lenguaje y terminar simplemente reproduciendo la lengua de la obra a criticar.

Porque lo que Adiós al lenguaje lleva a cabo, más allá del 3D, el montaje y los encuadres, es una profunda reflexión crítica, un ensayo sobre qué significa narrar en tiempos de la muerte del cine y, por qué no, de la literatura. Dicho en otros términos: ensaya sobre qué significa narrar sospechando de la narración, ensaya sobre cómo narrar cuando ya no se puede narrar, cuando la narración se ha vuelto arma del enemigo. En un momento crucial de la película, el personaje que encarna Heloise Godet grita: “¡No soporto a los personajes!”. Godard –como buena parte de la mejor tradición moderna– no soporta a los personajes, ni las tramas lineales, ni las transiciones ni los points de repère. Menos aun los “temas”.

¿De qué se trata Adiós al lenguaje? De todos los temas. Como en un elogio radical de la deixis, Godard señala, designa los asuntos modernos, uno tras otro (el nazismo, la tiranía de la intimidad, la crisis de la cultura, la brutalidad animal, etc., etc., etc.) y con ese designar alcanza. Porque ese acto, así encarado, nunca es superficial, no es un mero repertorio, un catálogo. Es un ensayo acerca de cómo contar la historia de que no se puede contar la historia, acerca de cómo contar todas las historias sin contar ninguna historia. Adiós al lenguaje es un ensayo sobre las condiciones de posibilidad para una estética radical en el siglo XXI.