Desorientada, la oposición al Gobierno luce encerrada en un laberinto de contradicciones que no puede o no sabe resolver. La crisis por el coronavirus multiplicó esa dificultad preexistente.
De hecho, la manera de enfrentar la pandemia ya en marzo expuso notoriamente las diferencias en Juntos por el Cambio. Mientras Horacio Rodríguez Larreta se adelantaba con las restricciones para evitar una catástrofe sanitaria, Mauricio Macri le decía a Alberto Fernández que cuidara la economía. Fue el último contacto entre el Presidente y su antecesor.
A partir de entonces, las posiciones se extremaron en JxC. El ala dura macrista, con Patricia Bullrich y Miguel Pichetto a la cabeza, levantaron la bandera económica y la garantía de derechos individuales como si la Argentina y el mundo no estuvieran atravesados por un fenómeno excepcional. Del otro lado, gobernadores e intendentes privilegiaron que no se desmadrara la situación, en un tono similar al del oficialismo.
Semejante sintonía, no solo reflejada en la relación del Presidente con el jefe de Gobierno porteño, también motiva profundas discrepancias. Y celos que exceden al espacio opositor (atenti Kicillof).
En ese contexto hay que entender el curioso lloriqueo de las autoridades formales de JxC respecto de que Alberto F no les concede un pedido de audiencia. El Presidente y varios de quienes lo acompañan en la gestión hablan casi diariamente con dirigentes opositores. No es ingenua la selección.
El Gobierno, obviamente, aprovecha esta confusión opositora para alimentarla. Trata de subir al ring a Macri, mientras busca arrinconarlo con los escándalos de espionaje ilegal o con los créditos estatales irregulares a Vicentin durante su mandato. Nada que sorprenda o que PERFIL no hubiera contado en la era macrista. Justificados o no, los ajustes de cuentas se aceleran con las derrotas. Y a la inversa.
De estas cosas hablaron Macri y Larreta en una reunión a solas que mantuvieron esta semana. Fue tras el impacto que le causó al jefe de Gobierno ver las pruebas que acumuló el juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena, sobre el espionaje que ejerció sobre él la AFI liderada por Gustavo Arribas, íntimo amigo del ex presidente. Hoy este diario muestra a la funcionaria de la Unidad Presidencial sospechada como receptora de esos informes.
Macri jura que no estaba al tanto de estas irregularidades, a las que califica de operaciones. Algo parecido le había dicho hace más de un año a María Eugenia Vidal, cuando la entonces gobernadora le planteó que la espiaban. Es la misma Vidal que, también esta semana, proclamó en una videoconferencia que “hay que refundar el PRO”. Pura coincidencia.