Con la sola excepción de septiembre, todos los meses del año 2017 muestran una fuerte caída del consumo. En efecto, el consumo en autoservicios cayó en el promedio anual 3,1%, que se suma a una caída en 2016 del 4,5% según la consultora Focus Market, que analiza los tickets de ventas en supermercados con tecnología Scentia Scanntech. La situación revela una crisis de ingresos grave y para colmo en el análisis desagregado por rubros se observa que el que más cayó fue el consumo de alimentos, que se retrotrajo 5,6% solo en 2017 respecto del pésimo año 2016.
No hay secretos en esta caída acumulada de más de 8 puntos porcentuales en consumo promedio y 10% en alimentos respecto del año 2015.
Operan para explicarla el aumento del desempleo de un 50% respecto del año 2015, la informalidad laboral de un punto respecto de igual lapso y la pérdida de poder adquisitivo de salarios, jubilaciones y pensiones en torno al 10% acumulado. Un verdadero desmoronamiento en materia de poder adquisitivo que no ofrece perspectivas de mejoras; por el contrario, todo indica que de no mediar determinación a resistir el ajuste por parte de los sectores involucrados, la situación empeorará notablemente en 2018.
Todos los analistas coinciden en que el 15% de meta inflacionaria para este año es un dibujo más del Banco Central de la República Argentina (BCRA) a efecto de disciplinar reclamos paritarios.
Al respecto, Amado Boudou –ex ministro de Economía y primer preso político liberado bajo el régimen macrista–, señaló que “el piso inflacionario para este año se ubicará en la franja del 20% al 22%”, en tanto el economista y profesor de la UBA Ricardo Aroskind afirmó que en el final del primer cuatrimestre de 2018 se acumulará ya 10% de inflación, o sea casi el 70% de la inflación oficial prevista para todo el año.
Así las cosas, el panorama socioeconómico no podría ser peor y confirma ya sin lugar a ninguna especulación que como sostuvimos en estas columnas de PERFIL desde el día 1 del gobierno del presidente Macri: es este el ajuste neoliberal que, en menor tiempo, mayor daño social ha causado desde la recuperación democrática y de no mediar oposición frontal política y social, la autolimitación por parte del actual gobierno es una pura ilusión digna de mejores y dignas causas.
En fin, como para que no se nos acuse de mala onda y como ya es habitual en esta columna vamos a terminar bien arriba. ¡Up! ¡Up! ¡Up!
Nada mejor para levantar el entusiasmo que invocar a María Eugenia Vidal, Mariu o Heidi según el refranero popular. La gobernadora de mejor imagen en la Provincia, el país y la región toda incluida la Eurozona. Mucho más honesta que por caso Manuel Belgrano o José de San Martín, según el relevamiento del año 2017 del profesor Giacobbe aquí completo: https://www.cronista.com/economiapolitica/El-ranking-de-honestidad-que-lidera-Carrio-y-en-el-que-Tinelli-esta-antes-que-Dios-20170726-0112.html
Lo cierto es que la gobernadora Vidal decidió poner al servicio de la gestión una muy cool App (una abreviatura de la palabra en inglés application) que controla sin trámite alguno las licencias médicas y así el “ausentismo docente bonaerense” con solo un click en el móvil del faltante.
Gran idea que contagió incluso al gabinete nacional a punto que el ministro Jorge Triaca quiso implementar otra App. Esta vez para controlar el trabajo en negro, en especial “entre los trabajadores domésticos y rurales que duplican el 34% de informalidad promedio”, dicen que señaló el titular de Trabajo.
Sin embargo, una breve conversación con su empleada doméstica Sandra Heredia hizo desistir al ministro de esta idea y de paso, para el control del trabajo en negro en el ámbito rural se designó a Abel Francisco Guerrieri, dirigente de la Sociedad Rural, valga la redundancia.
Como ven, este es un gobierno que escucha por igual a trabajadores y patronos, y eso sí, cuando hay que corregir, corrige, estimados lectores de PERFIL. Corrige, no como antes en épocas de “la cadena”.
