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Alberto Fernández reempoderado

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Máximo, Alberto y Wado. Entrevistados en la misma semana por Roberto Navarro en El destape. | cedoc

Pocos medios de comunicación tienen, como El Destape, el privilegio tres días de la semana de construir cada vez el principal tema de agenda política nacional. Su conductor, Roberto Navarro, entrevistó el lunes a Máximo Kirchner, el miércoles a Alberto Fernández y el viernes a Wado de Pedro.

Y el lunes hizo subir la bolsa y los bonos argentinos al Máximo Kirchner anunciar que su madre no sería candidata a presidenta, el miércoles llevó al Presidente a tener que decir que si fuera por el bien del Frente de Todos estaría dispuesto a levantar su candidatura de la reelección. Y el viernes el ministro del Interior, Wado de Pedro, oficializó que desde el kirchnerismo están tratando de “convencer” al Presidente de levantar las PASO.

 Lo que tienen en común estas tres entrevistas, además de coincidir todas en la misma semana y en su realizador –Roberto Navarro ofició de comunicador también entre ellos ya que Máximo Kirchner contó que hace bastante que no se hablan–, reside precisamente en esto último: oficializar que el Presidente por primera vez, de manera inequívoca y proposital, hace pública su autonomía de Cristina Kirchner, nombrando ministros sin consensuarlos con su vice y, fundamentalmente, instrumentando una estrategia electoral en contra de lo que el kirchnerismo piensa que hay que hacer, lo que llevó a algunos analistas a calificar el cambio de actitud del Presidente como “albertismo tardío”.

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En El arte de la guerra, el libro de estrategia militar escrito por Sun Tzu en el siglo V antes de Cristo y que inspiró a Napoleón, Maquiavelo y Mao Zedong entre tantos victoriosos comandantes, se le asigna la máxima importancia al momento y al lugar donde se decide librar batalla. Que sea el último año, y justo cuando hay que decidir las listas de los candidatos al siguiente período, resulta mínimamente sintomático. Más aún teniendo comprometido dentro del gobierno, con su propia suerte personal en función del éxito de la gestión, al tercer integrante de la Coalición haciendo de ministro de Economía. 

Lo que hoy es tardío, de tener cierto éxito en la interna del Frente del Todos, podría pasar a llamarse oportuno para quien pudiera no haber contado con fuerzas suficientes para llevar adelante una lucha prolongada desde el inicio de su mandato.

¿Se podría decir en el futuro que Alberto Fernández tuvo cierto éxito en la interna de la coalición oficialista aunque el Frente de Todos pierda las próximas elecciones –pero con alguna dignidad– por el hecho de haber desplazado al kirchnerismo del control hegemónico de la coalición?

¿Y se podría también decir en el futuro que Alberto Fernández tuvo cierto éxito en la interna de la coalición oficialista aunque él mismo no fuera el candidato a la reelección sino alguien elegido por él, como hacen los presidentes de México, donde no hay reelección?

Quienes compartan respuestas afirmativas para ambas preguntas podrán conjeturar que Alberto Fernández esperó el momento en el que creyó estar en mejor posición para librar alguna batalla. Lo que por lo menos hoy resulta claro es que el Presidente decidió reempoderarse al punto que el kirchnerismo precisa “convencerlo” de una estrategia electoral distinta a la propia. 

Quizá nunca Alberto Fernández haya aceptado sumisamente todo lo impuesto de su vicepresidenta y, como tantas veces se mencionó en estas columnas, las cartas y los mensajes públicos críticos de Cristina Kirchner eran un síntoma de que su palabra no era escuchada en privado, como ella aspiraba, y precisaba hacerlo en público; más que como signo de potencia, de lo contrario, al igual que los reportajes ahora de Máximo Kirchner y Wado de Pedro con Navarro en El Destape.

Y si se lo compara con la interna en Juntos por el Cambio, Mauricio Macri últimamente luce más vigoroso dentro de su espacio que Cristina Kirchner en el suyo, lo que además permitiría conjeturar sobre que Alberto Fernández decidió reempoderarse también en el momento de menor fortaleza del kirchnerismo. 

¿Tiene alguna posibilidad de triunfo el Frente de Todos en las elecciones de 2023 o el próximo presidente será de Juntos por el Cambio, coalición que enfrentará en la próxima elección una contienda tan fácil como “patear un penal sin arquero”, como vaticinó hace ya meses Carlos Melconian? 

En mucho dependerá de la evolución de la economía bajo el mando de Sergio Massa y de si, habiendo tenido éxito, le alcance para ser el candidato natural. El ministro de Economía, cuando era presidente de la Cámara de Diputados, repetía sin cansarse que nunca sería candidato si Alberto Fernández decidiera presentarse a la reelección. Y el Presidente sostiene que los eventuales éxitos económicos de Sergio Massa serán éxitos de su gobierno y de él mismo.

Casi ningún jefe de Estado que atravesó la pandemia y ahora la recesión que como secuela dejó, además de la guerra en Ucrania sumando desórdenes económicos mundiales, fue reelecto. Probablemente la valoración del mandato de Alberto Fernández mejore con el tiempo como –salvando las enormes distancias– sucedió con la valoración del gobierno de Raúl Alfonsín, espejo en el que el actual presidente disfruta siempre reflejarse.

Otra señal de empoderamiento de Alberto Fernández es el apoyo de la mayoría de los sindicatos y organizaciones sociales alrededor de él y no de la vice. El reciente exministro de Vivienda (Desarrollo Territorial y Hábitat) Jorge Ferraresi, vicepresidente del Instituto Patria e indiscutido admirador de Cristina Kirchner, de regreso a la intendencia de Avellaneda, dijo que como no se tienen los votos para anular las PASO “no discutamos más algo que no va a poder ser” o sea, parafraseando a Wado de Pedro, no pudieron convencer al Presidente porque con su dedicación a conseguir los votos sería más factible que haber aprobado el Presupuesto.

La política siempre da sorpresas, el reempoderamiento de Alberto Fernández, aunque módico, nadie lo hubiera pensado.