COLUMNISTAS
opinión

Patricia y Kelly

2022_10_29_patricia_bullrich_raquel_kelly_olmos_cedoc_g
Patricia Bullrich y Raquel ‘Kelly’ Olmos. | cedoc

El destino quiso que esta semana coincidieran en la entrevista larga dos ministras de Trabajo: Patricia Bullrich, que lo fue en el año 2000 con Fernando de la Rúa y Raquel ‘Kelly’ Olmos, que lo es hoy con Alberto Fernández. No podría haber dos caracteres más diferentes entre la aguerrida Patricia y la consensuadora Kelly. 

No por casualidad Bullrich también fue ministro de Seguridad y ahora precandidata presidencial del partido que preside, el PRO. Pero más allá de los distintos niveles de ambición entre ambas, que probablemente en parte pudo haber sido generado por la diferencia en igualdad de oportunidades, que existió entre una descendiente de una familia con larga prosapia en la historia argentina, como la de Patricia Bullrich Luro Pueyrredón y la de quien es primera generación de argentina, fruto de un matrimonio de ucranianos recién llegados huyendo de la guerra.  

A la actual ministra de Trabajo el sobrenombre Kelly se lo puso su abuela ucraniana que no hablaba español y se comunicaba con ella en idish (Kelly es el apócope de Raquelita como kellyta con K e Y: letras más afines al alfabeto eslavo), como tantos emigrantes europeos de entonces. El idish o yidis o yiddish, es conocido como el idioma judeoalemán perteneciente a las comunidades judías asquenazíes, tanto del centro como del este de Europa. El padre de Kelly era obrero gráfico de uno de los periódicos en idish que circularon en la Argentina del siglo XX como el Di Idishe Tzaitung (El Diario Israelita) que se editó entre 1914 y 1974.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Como si se tratara de vidas paralelas, ambas militaban en el peronismo, calidoscopio de la Argentina. Kelly, de familia de obreros, militaba en el Centro de Estudiantes en el Colegio Carlos Pellegrini, mientras trabajaba incluso de adolescente para pagarse el poder terminar el secundario (que no solo terminó, sino que se graduó en Economía por la Universidad de Buenos Aires con dos posgrados, uno de ellos en la Universidad Di Tella). En el otro extremo de la pirámide social la rebelde Patricia Bullrich, quien desde niña sostenía que un día llegaría a ser presidente en su adolescencia, militaba en la Juventud Peronista y su pertenencia a Montoneros la llevó al exilio, para recién terminar su doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de San Martín después de haber sido ministra de Trabajo. Y antes de partir al exilio estuvo presa medio año en la cárcel de Devoto durante 1975.

Los lectores de esta edición de PERFIL tendrán acceso al reportaje de Patricia Bullrich con su visión actual de política, Gustavo González siempre sostiene que en PERFIL aun los entrevistados radicalizados de los halcones del PRO o los duros del kirchnerismo, lucen más moderados porque hay una adaptación inconsciente del entrevistado al medio y su público.

En la edición de mañana domingo se publicará el reportaje a Kelly Olmos, quien probablemente no tuvo que hacer ningún trabajo inconsciente de empatía para entrar en el registro de moderación y pluralismo de PERFIL. ¿Por qué y cómo mujeres tan diferentes pudieron pertenecer a un mismo tronco político común, el peronismo? ¿Será porque muchas de la grandes diferencias son construidas por la falta de diferencias sustanciales, como sostenía Freud en “el narcisismo de las pequeñas diferencias”, donde explicó: “reservamos nuestras emociones de agresión, odio y envidia para aquellos que se parecen más a nosotros”.

La guillotina de Revolución Federal en Plaza de Mayo se parece a los pósters que escupían los K

La mano derecha de Bullrich en el Ministerio de Seguridad, Gerardo Milman está siendo acusado de tener alguna responsabilidad por acción u omisión en el atentado a la vicepresidenta por los dichos de un testigo, que dice haberlo escuchado auto- incriminarse en un bar desde una mesa contigua, dichos de una persona que hasta ahora, solo puede probar que estuvo en el mismo bar. Pero lo cierto es que Milman sí estuvo y se sacó fotos en una protesta de Revolución Federal.

¿No son simbólicamente lo mismo, la guillotina en Plaza de Mayo de los de Revolución Federal que los póster de periodistas críticos al kirchnerismo, para ser escupidos por adherentes también en Plaza de Mayo?

Claramente no es lo mismo escupir imágenes e incluso llevar una guillotina que gatillarle a la vicepresidenta en la cara. Como tampoco era lo mismo la guerrilla violenta y asesina, que la represión mucho más asesina aún de la dictadura, agravada por el uso del Estado. Pero vale reflexionar sobre el efecto reactivo que genera el paroxismo en una dirección sobre la creación de efecto igualmente contrario del otro (Paulo Freire: “La fuente del opuesto es el opuesto).

Entre los reportajes a mujeres notables que el destino quiso que coincidieran esta semana, está el de la economista ítalo-norteamericana Mariana Mazzucato, estrella internacional del mundo intelectual, quien sostuvo que en Argentina “el uso con mayor profundidad, tanto del neoliberalismo como del populismo –a los que criticaba por igual– era las dos caras de Jano, de la misma moneda”. El reportaje a Mazzucato se difundirá el fin de semana próximo y a quienes tengan oportunidad de leerlo le generará la misma sensación que hay una síntesis posible alejada de extremos exacerbados artificialmente, muchas veces, solo para beneficio propio de los agitadores.

Ni la matemática se salva de ser usada por la polarización. Los números son “torturados” hasta que expresen lo que se desea. Por ejemplo, que Camioneros había obtenido 107% de aumento paritario, cuando en realidad obtuvo el 80% porque fue por un período de 16 meses, y no de 12 (107 dividido 16 por 12), o que la medicina prepaga aumentó entre 2020 y 2022 248% bien por arriba de la inflación, cuando desde 2019, prepandemia, a 2022 aumentó 348% contra 411% de inflación o sea, bien por debajo. Cada uno produce un corte de puntuación, desde donde quiere tomar los datos, equivalente en el lenguaje a citar “te quiero matar”, cuando la frase completa era “te quiero matar a besos”.

Un buen ejercicio es siempre presuponer que el otro tiene algo de razón, y de que no es tan diferente a uno. Así, en lugar de ver solo lo malo del otro y redoblar la apuesta siendo aún más malo para anularlo, se vería lo parecido y se descubriría la posibilidad de entendimiento en la diferencia.