@CuyanoDelSur tuiteó: “Si yo fuera asesor comercial de Perfil le diría a @Fontevecchia que sus notas se las venda a #Tiempo y evite publicarlas en @perfildiario”. Agregó @ramonoilford: “Me pregunto qué estará pensando Fontevecchia”. Y @_Vlixes concluyó: “Sr. Fontevecchia, renuncie. RE-NUN-CIE”.
Estos tres tuits son un reflejo de lo que columnas como la del sábado pasado sobre Cristina Kirchner y el kirchnerismo, titulada “No está vencida”, generan en aquellos lectores para quienes la ideología es el principal orientador de sus pensamientos.
La ideología y lo ideológico son cosas bien diferentes. Ideológico es todo en la vida, hecha en gran medida de cultura y comunicación. Al revés, la ideología sería reducir toda la vida a lo ideológico. Convertir un componente en un fin, totalizando sólo una parte.
No pueden todos nuestros razonamientos estar guiados exclusivamente por si nos gusta o nos disgusta el kirchnerismo, o en el pasado otros “ismos”.
Tenemos que poder ver sin anteojeras y con cristales que, aunque teñidos de algún color, no sean tan oscuros como para impedir que nos lleguen las noticias que no deseamos. Nos hará mal a nosotros mismos y a las causas que enarbolemos estar incapacitados de confrontarlas con la realidad.
Querer que Cristina Kirchner esté políticamente terminada es distinto a creer que ya lo está. Dos días después de la operación de la Presidenta, el diario Tiempo Argentino publicó: “La derecha oscila entre elucubrar un estado terminal en la salud de la mandataria y sugerir que la enfermedad de Cristina podría ser parte de un perverso experimento con fines electorales”.
Ante la recomendación del tuitero de que escriba en Tiempo Argentino, vale recordar que el texto del diario oficialista que estoy citando está firmado por Demetrio Iramain, quien anteriormente escribió en Tiempo Argentino que yo había apoyado al menemismo. Oportunamente, me consolé pensando que cuando asumió Menem, Iramain tenía sólo 16 años, pero aprovecho ahora para informarle que Editorial Perfil padeció treinta juicios de Menem, su familia y sus principales colaboradores y que por uno de ellos hasta sentamos jurisprudencia en el Tribunal de San José de Costa Rica y fuimos defendidos por los abogados del CELS con el continuo apoyo y la supervisión de Horacio Verbitsky.
Eso no quita que esta vez Iramain tenga razón en su crítica a quienes atacan a la Presidenta argumentando tanto que está frontalizada, yendo a una demencia por atrofia del lóbulo frontal y que ya perdió definitivamente el juicio, como que exagera su malestar para mejorar el resultado de las elecciones de fin de mes. Hay que hacerse perforar el cráneo para ganar votos.
Querer creer que Cristina Kirchner perdió definitivamente el juicio se emparenta con la idea de creer que la economía explotará en breve. Son dos formas similares de demostrar impotencia porque pareciera que el kirchnerismo sólo podría ser derrotado por una calamidad y no simplemente porque aparecen políticos alternativos con propuestas superadoras.
Tampoco la economía pareciera tener como único e inmodificable destino un terremoto, más allá de los desajustes graves que advierte hasta el propio Aldo Ferrer, quien para el kirchnerismo es un equivalente económico a Ernesto Laclau en política. Su última columna en BAE, otro diario oficialista, titulada “La restricción eterna”, compara la falta de dólares actual con la del fin de la convertibilidad. Dice: “Enfrentamos la reaparición de un antiguo problema de la economía argentina (...) la insuficiencia de divisas para sostener el pleno empleo y el crecimiento de la economía argentina, en condiciones de equilibrio de los pagos internacionales. Este vuelve a ser el factor determinante del desarrollo del país y la estabilidad de las variables macroeconómicas”.
Pero, al mismo tiempo, las acciones de las empresas argentinas subieron el 41% en los últimos dos meses y el riesgo país bajó el 11%, junto a otros indicadores que por lo menos son contradictorios, a lo que ahora se agrega el acuerdo con el Banco Mundial.
Volviendo a la diferencia entre la ideología y lo ideológico, y para que los lectores comprendan mejor cuál es la posición de PERFIL, vale citar un texto del semiólogo Eliseo Verón acerca de tres diarios franceses: “La elección entre Le Figaro y Le Monde se explica con más facilidad y, muy probablemente en lo esencial, en términos de posiciones ideológicas de uno y otro diario (N. de R.: el primero a la derecha; el segundo, a la izquierda). La elección entre Libération y Le Monde (N. de R.: ambos a la izquierda), por el contrario, está determinada con más fuerza por los elementos que señalan estrategias enunciativas”.
Las estrategias enunciativas demuestran que el campo semántico trasciende el campo de la ideología porque no sólo la política construye sentido. Ya hace dos semanas otra contratapa tuvo que responder a la preocupación de otro lector sobre posiciones de PERFIL que le resultaban sospechables de filokirchnerismo. Allí defendí la misma línea argumental, que prioriza una perspectiva del periodismo más epistémica que del orden de la ideología, distante tanto del periodismo militante como de quienes se le oponen con igual contundencia.
Si sólo en el diario Tiempo Argentino se debiera publicar que el kirchnerismo todavía puede dar pelea y que no está dicho que no pueda mejorar en las elecciones de fin de mes su resultado electoral de las PASO, todo sería periodismo militante y el periodismo profesional habría sido erradicado de Argentina. Así, quien habría triunfado sería justamente el kirchnerismo, aunque revestido del opuesto.