El jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández, publicó hoy un artículo en el diario Tiempo Argentino en el que replica mi columna en Perfil.com del martes pasado. Su tono es tan crispado, tipo Tano Pasman, que al incluir el link de su nota me siento liberado de comentarla, aunque me gustaría puntualizar tres puntos:
Fernández critica a la derecha y se presenta como un ejemplar de izquierda. Sin embargo, quienes lo vieron crecer en la política quilmeña, como Ángel Abasto, experimentado dirigente de esa zona del Gran Buenos Aires, lo recuerdan como una persona que nunca se preocupó por nada que fuera de izquierda, ni siquiera por los detenidos desaparecidos durante la dictadura. "Yo tuve que explicarle todo; por ejemplo, qué había sido la Triple A", sostiene Abasto. En realidad, Fernández creció dentro de lo que podría denominarse como la derecha peronista, de la mano de Eduardo Duhalde, quien lo hizo ministro tanto en la provincia de Buenos Aires como en el gobierno nacional. Luego, dio un vuelco verbal tan pronunciado que ahora luce indigestado de un progresismo de última hora.
En lo personal, no tengo nada contra el pragmatismo político; al contrario, creo que los políticos, como todos, deben adaptarse a lo que sucede en el mundo y en la Argentina, pero desconfío mucho de la "fe de los conversos", de quienes ahora se han vuelto inquisidores en nombre de un progresismo que nunca practicaron. Tampoco tengo nada contra las izquierdas, tanto las marxistas como las que no lo son. Por el contrario, sus luchas en nombre de los derechos humanos, la igualdad social y el respeto a las minorías me parecen muy respetables. Como también me parecen respetables las derechas porque, en mi opinión, en la Argentina hay lugar para todos.
Fernández me acusa de "mercenario barato" y de otras cosas por el estilo; de haber escrito "Operación Traviata", sobre el asesinato de José Rucci, por el dinero de fantasmales personajes. Sin pronunciarme ahora por los agravios que pudiera haber en ese artículo, me gustaría aclarar a los lectores que eso es falso: escribí ese libro sin guía ni ayuda de nadie; sin siquiera haber firmado un contrato con una editorial, utilizando para las entrevistas la fantástica red del transporte público de la Ciudad de Buenos Aires y alrededores, cosa que, por otro lado, sigo haciendo. También alega que esos personajes u otros parecidos me pagaron para escribir "Operación Primicia"; también eso es falso.
(*) Periodista. Autor de "Operación Primicia". Especial para Perfil.com.