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Aplausómetro

Las visitas de los presidenciables a IDEA dejó resignación. Stiuso, peligro perpetuo.

Soliloquio de ideas.
| Dibujo: Pablo Temes

La semana política tuvo en el Coloquio de IDEA un reflejo de lo que se vive en el mundillo económico a días de la elección nacional. El jueves sirvió de termómetro para recoger los comentarios respecto del discurso de Daniel Scioli. Empresarios, periodistas y la mayoría de los presentes coincidían en una palabra descriptiva del momento político: resignación. Un hombre de negocios intentaba explicarle a su interlocutor su sensación respecto de un probable triunfo de Daniel Scioli: “Estuvimos los últimos dos años haciendo la plancha. No arriesgábamos, manteníamos la ecuación productiva ajustándola día a día y casi que contábamos las horas. Ahora parece que gana Scioli y no podemos seguir igual. Habrá que salir a jugar. Esto es como cuando te sirven una comida que no te gusta pero te la tenés que comer igual: el primer bocado no pasa, el segundo lo tragás con agua y al tercero le empezás a encontrar algo rico”.

Un viejo duhaldista que ahora se desempeña en las filas del massismo salió al cruce de esta postura generalizada con bastante vehemencia: “Esta resignación del empresariado es funcional al modelo que critican y termina siendo ni más ni menos que complicidad. Acá todavía no ganó nadie”.

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Curioso fue el caso de uno de los hombres que acompañaban a Scioli en el Coloquio y que, además, acababa de ser mencionado como futuro ministro. Al bajar del atril varios empresarios se le acercaron para felicitarlo por la noticia. Sin embargo, luego de agradecer el gesto, el hombre sorprendió con una frase dicha en tono tajante: “¡¡¡Ojo!!!, que primero hay que ganar”. Una de dos: o le sobra prudencia o le falta confianza.
Desde el PRO, en tanto, insisten en señalar que el candidato del FpV ha bajado al menos un punto en intención de voto y que Macri ha dejado atrás el efecto Niembro.

El jueves por la tarde fue el turno de Sergio Massa, quien llegó con la comitiva más grande. Su objetivo era claro: exhibir prácticamente a todo su equipo. “Sabemos que no ganamos –dijo un operador massista–, así que vamos a seguir con la línea de discursos extremos que nos viene haciendo recuperar lugares”. La Cámpora a la calle, el Ejército contra los narcos y la posibilidad de investigar a los funcionarios por casos de corrupción hasta el final de su vida son los ejemplos más claros de ese discurso duro que busca crear impacto.

Si de buena prosa se trata, algunas líneas del discurso de Daniel Scioli fueron tildadas por muchos como “extractos dignos de un tema de Ricardo Arjona”. La síntesis ejecutiva del Coloquio –una especie de versión taquigráfica con los puntos esenciales de los discursos– corría con malicia entre muchos empresarios y periodistas haciendo hincapié en los conceptos del candidato del FpV: “No hay Estado sin empresarios, ni empresarios sin Estado”, había dicho el candidato desde el comienzo, para regalar otras delicias como “vamos a darles impulso a las economías regionales para que haya más Argentina en el mundo y más mundo en la Argentina”, o “el camino es agregar valor a las materias primas y agregar materia gris a nuestros productos”. A pesar de tamaño “esmero”, el gobernador de la provincia de Buenos Aires no cosechó buenos resultados en el “aplausómetro”. Sólo hubo batir de palmas al ingresar y al terminar.

Si de buena prosa se trata, algunas líneas de Scioli parecían extractos de Arjona

Massa despertó algunos elogios con su discurso duro y fue el más político de los tres, aunque se lo notó bastante ensayado y no pudo evitar culpar a la promotora que le avisó que su tiempo se acababa de haberle hecho perder el hilo de su alocución. Se lo marcó en dos oportunidades tras una tensa sonrisa. Estaba visiblemente molesto.

Macri pareció bastante sensato y, aunque no agotó todo su tiempo para hablar, objetivamente fue el más aplaudido por un auditorio claramente afín. El dato sobresaliente fue la fuerte ovación que sacudió el auditorio cuando mencionó que se debía terminar con el narcotráfico y que eso se lograba con María Eugenia Vidal en la provincia Buenos Aires y no con Aníbal Fernández. El abismo existente entre los dos candidatos a gobernador ha ayudado a consolidar la polarización a la que ha apostado Cambiemos para buscar su crecimiento electoral. Habrá que ver si eso le alcanza para ganar.

Corrillos. Otro dato de color corrió con fuerza en los pasillos del Coloquio a propósito de la reciente revelación de Scioli cuando, días antes, había anunciado que Alberto Barbieri, rector de la UBA, sería su futuro ministro de Educación. Al menos tres fuentes vinculadas a los claustros académicos confirmaron que Axel Kicillof está “como loco con la noticia”, ya que, en una rémora de sus tiempos de militancia estudiantil en la agrupación Tontos pero no Tanto (TNT), anhelaría ocupar el cargo que eventualmente dejaría vacante el profesor Barbieri. Pocos recuerdan que en 2002 Kicillof aspiró al rectorado de la UBA, en una elección en la que fue ampliamente derrotado por Guillermo Jaim Etcheverry.

En medio del ruido de la campaña, se supo que Antonio “Jaime” Stiuso salió del país el 18 de febrero luego de haber sido autorizado por el titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), Oscar Parrilli. La noticia lo dejó absolutamente descolocado, no sólo a él sino también a la Presidenta, que en su olvidable y penoso discurso ante la Asamblea General de la ONU le exigió al gobierno de Barack Obama respuestas sobre el paradero de este agente que tantos servicios les dio a los Kirchner.

La filtración de la información es una muestra del tiempo turbulento que se está viviendo en sectores sensibles del oficialismo. El día que Stiuso hable, varios de los protagonistas clave del Gobierno vivirán horas de desasosiego. Ese es un secreto a voces que desde hace tiempo recorre los pasillos del poder.

Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Santiago Serra.