En un trabajo reciente, el economista Hernán P. Herrera señala que “un sueldo promedio tuvo en abril un poder de compra de 9,3% menos que en diciembre de 2016, si es que no tuvo ajustes positivos en el medio. El acumulado durante 2017 muestra que en cuatro meses la masa salarial perdió un 22,4% de un sueldo de diciembre”.
Este notable deterioro salarial se ensambla con un proceso estructural de deterioro del salario que, por lo visto en estos primeros 16 meses de gestión neoliberal, será el de mayor intensidad en el poder adquisitivo del salario desde que tenemos memoria estadística.
Más degradante incluso que el deterioro inducido sobre la participación salarial durante la última dictadura militar a la que el gobierno de Cambiemos tributa, ya no sólo en materia socioeconómica, lo que es obvio, sino en su compulsión por dejar en libertad a los genocidas, con intentos aberrantes como el aplicar el 2x1 a los delitos de lesa humanidad, por ahora intento fallido. Por ahora.
Lo cierto es que en nueve meses, según datos de Cifra, el gobierno que pilotea el ingeniero Mauricio Macri hizo retroceder un 8,3% la participación del salario sobre el PBI pasando del 37% en 2015 al 34% en los tres primeros trimestres de 2016.
Proyectando el ritmo de regresividad distributiva de estos primeros nueve meses de neoliberalismo macriano, entonces, cuando en el año 2019 Cambiemos abandone el gobierno nacional, de mantenerse el ritmo de deterioro actual el salario habrá retrocedido un 40% en su participación sobre el PBI respecto de la lograda en 2015, volviendo a los niveles de participación del salario sobre el PBI existentes cuando asumiera Néstor Kirchner la presidencia y borrándose en un solo período de gobierno neoliberal todo lo avanzado en 12 años de transformaciones popular-democráticas.
¿Es esta tendencia regresiva del salario una novedad?
Sí a nivel local, puesto que se de-sengancha de la tendencia decreciente de la tasa de plusvalía y mayor participación del trabajo sobre el capital existente en promedio durante el lapso comprendido entre los años 2003 y 2015, o “década ganada”, donde la participación del salario sobre el PBI pasó de 25% a 37% en 12 años.
No a nivel internacional promedio, donde la caída de la participación del trabajo respecto del capital y el aumento de la tasa de explotación es una tendencia, aceptada ya por todos los analistas y muy consolidada.
De acuerdo con un informe de la OIT, en 16 países desarrollados, el trabajo tenía una participación del 75% del ingreso nacional a mediados de la década de 1970, pero se redujo al 65% en los años previos a la crisis económica de 2008.
Este fenómeno de aumento de la tasa de explotación tiene causas múltiples, según el economista británico Michael Roberts.
La participación del trabajo en el sector capitalista en los EE.UU. y otras economías capitalistas se ha reducido debido a la mayor tecnología y su “sesgo pro capital”, la globalización y la mano de obra barata en el extranjero; la destrucción de los sindicatos; la creación de un ejército de reserva de mano de obra mayor (desempleados y subempleados); y el recorte de las prestaciones sociales y la reducción de los contratos fijos, etc. De hecho, ésta parece ser la conclusión del FMI en su último informe en el capítulo 3 de la edición de abril de 2017 de Perspectivas Económicas, que cree que esta tendencia está impulsada por un rápido progreso en la tecnología y la integración global.
En fin, en materia de retroceso del salario y aumento de la tasa de explotación empresarial, sin duda estamos “volviendo al mundo”. Un regreso acelerado e impiadoso, tal como lo prometió el ingeniero Mauricio Macri durante la campaña electoral y está cumpliendo con precisión de cirujano en su gestión de gobierno. ¡Qué suerte!, por fin un político que no nos miente, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.