COLUMNISTAS
un mes sin nestor kirchner

Apuntes de la nueva Cristina

<p>En estos treinta días de duelo, la Presidenta giró hacia el centro y es elogiada por sectores del establishment. El ala dura del kirchnerismo se preocupa.</p>

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A un mes de la muerte de Néstor Kirchner, el giro hacia el centro experimentado por el gobierno de Cristina generó dos reacciones antagónicas. Por un lado, una creciente satisfacción entre los empresarios y los gobernadores que venían reclamando ese repliegue hacia la racionalidad. Y por el otro, una incipiente inquietud entre la militancia del kirchnerismo más combativo que abrió signos de preguntas respecto de la misión del FMI que llegará a la Argentina no por una decisión autónoma sino como producto de una imposición de ese organismo satanizado como la madre de todas las corporaciones oligárquicas y destituyentes.

El presidente de una poderosa empresa automotriz que fue aludido dos veces por Cristina esta semana, comentó más en serio que en broma: “Me estoy volviendo oficialista”. Uno de los jefes de Estado provinciales con más futuro y que había sido castigado por Néstor por “demasiado rebelde y autónomo”, le contestó: “Estamos asistiendo a un momento apasionante e inédito. Vamos a conocer cómo gobierna Cristina sola. En estos días ya hizo y dijo algunas cosas que antes le hubiera costado la cabeza al funcionario que se atreviera a sugerirlas”. En una reunión privada en plena avenida Alvear, estos dos referentes no sólo elogiaban “el regreso triunfal” del Fondo Monetario. Destacaban el tono y el contenido de los últimos discursos de la Presidenta, donde la palabra estrella fue “responsabilidad”, el llamado a la unidad nacional y el reconocimiento de que el diálogo no es sinónimo de rendición sino todo lo contrario, el ADN de la democracia. Uno de ellos recordó que durante el anuncio del acuerdo de paz social entre todos los sectores vinculados a la producción de hidrocarburos, la Presidenta dijo: “Bueno, si ahora alguien corta una ruta, lo mato”. De inmediato hizo un mohín para quitarles rigidez a sus palabras y dotarlas de un guiño bromista. Pero antes ni en chiste se hubiera permitido semejante bocadillo. Algo parecido ocurrió en el acto de la UIA cuando Cristina reclamó el fin de los bloqueos y miró fríamente a Hugo Moyano ante el aplauso de la concurrencia. O en el momento que exigió que se terminara con la industria del juicio. Eso ya fue música para los oídos de las patronales que hace años vienen ofreciendo esa partitura.

¿Algo cambió para siempre y estamos asistiendo a un nuevo rumbo que tiene el sello de identidad de la Presidenta? ¿O es un viraje circunstancial producto del dolor que todavía la golpea con fuerza? ¿Son movimientos pragmáticos que irán pendulando de un lado al otro para conducir un espacio que incluye desde Luis D’Elía hasta Sergio Massa? El piquetero que actúa como vocero de Irán calificó al intendente de Tigre de “hombre de la embajada norteamericana, lobo con piel de cordero, neoliberal por convicción y marketinero barato por práctica”. D’ Elía y Hebe de Bonafini, como representantes del ala más dura, pidieron la intervención de Formosa donde un señor feudal kirchnerista de la primera hora como Gildo Insfrán está violando los derechos humanos de los pueblos originarios y de los estudiantes.
En el juego de las candidaturas, que todavía es sumamente prematuro, hay un sector de poderosos intendentes que postula a Sergio Massa como compañero de fórmula de Cristina en 2011 y en la vereda de enfrente ofrecen a Martín Sabbatella quien, para satisfacción de la hinchada más radicalizada, ubicó a Daniel Scioli como “más a la derecha que Mauricio Macri”.

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En este debate en ciernes entre lo que en forma demasiado simplista podríamos denominar la derecha y la izquierda del kirchnerismo, la militancia se llevará un disgusto simbólico muy grande dentro de tres semanas. Cuando aparezca la tapa de los personajes del año de la revista Gente podrán observar algo asombroso: Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, posando en primera fila con Adrián Suar, el jefe televisivo del Grupo Clarín, y las dos divas fustigadas por el ala más intransigente del Gobierno, Susana Giménez y Mirtha Legrand. No faltó Scioli a esa foto que, casualmente, fue tomada el mismo día que explotaban en los medios los durísimos conceptos de Federico Luppi hacia Susana (“caga por la boca”) y la señora de los almuerzos (“ignorante, alma pobre y de carozo reaccionario”).

La gran pregunta sin respuesta es qué hubiera hecho Néstor Kirchner frente a este reposicionamiento ideológico de su esposa. Su marca de fábrica de construir sobre el precipicio y redoblar apuestas no parece ser la actitud de Cristina en este mes de luto y conducción firme. ¿Néstor hubiera permitido que Amado Boudou se bajara los pantalones mientras, junto a Héctor Timerman, acusaba al periodismo de mentir sobre su presencia en las oficinas del FMI? ¿No hubiese dinamitado el acuerdo tripartito con empresarios y trabajadores por considerarlo un síntoma de debilidad? ¿Cuánto hubiera tardado en insultar por teléfono al que se le ocurrió sumar a los partidos de oposición con representación parlamentaria? ¿Hasta dónde llegará Cristina en su defensa de los propietarios del capital?
Algunos chicaneros de los movimientos sociales fueron irónicos: “A este paso, el año que viene Cristina va a concurrir a la exposición rural”. Tal vez no sea para tanto. Probablemente la postura más constructiva y cero agresiva tenga que ver con el viento de cola político que se agregó al económico, al vigoroso crecimiento del consumo y a la coincidencia de todas las encuestas que hoy la dan ganadora en primera vuelta. ¿Para qué meterse en caminos sinuosos y arriesgar semejante capital si se puede transitar con el volante derecho por una ancha avenida que desemboca en 2011? ¿Está tan despejada esa ruta? Por ahora, la oposición no parece encontrar la fortaleza necesaria para hacer mella a la reelección de Cristina. Se pueden registrar apenas algunos obstáculos. La posibilidad de que la propia Cristina rechace esa candidatura cantada y ganadora y privilegie el reclamo de su hija, después de ocho años agotadores y fructíferos que terminan con la muerte de su compañero de toda la vida. El riesgo de desmadre de la inseguridad y la inflación está latente, aunque no parece ser un escenario próximo. Y la extensión de la mancha de los escandalosos casos de corrupción que pueden terminar salpicando el apellido de Gobierno. No sólo en las causas nauseabundas que involucran a Ricardo Jaime y a sus jefes y la posibilidad de que prenda el ventilador como una forma de venganza. Hay que registrar en la exasperante lista de espera a José Pedraza y Hugo Moyano.

Son las únicas luces rojas de alerta en un tablero que aparece favorable para el Gobierno. A un mes del golpe más duro que recibió el kirchnerismo, está transitando por su mejor momento político.