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Balance a 25 años de la recuperación de la democracia, el valor de la libertad, el valor de la vida, las instituciones, y el disenso.

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El 10 de diciembre se cumplieron 25 años de nuestra democracia, 25 años de recuperar el valor de la libertad, el valor de la vida, las instituciones, el disenso. Sin lugar a dudas, como decía una vieja serie televisiva norteamericana, “la democracia es una mala forma de gobierno, pero las demás son peores”.

Sin embargo hay síntomas muy preocupantes: en una encuesta realizada por el Ministerio de Educación de la Nación a jóvenes de cinco provincias entre 11 y 15 años, denominada “La cultura democrática de los adolescentes”, el cumpleaños quedó opacado, pues sólo el 34% de los consultados se expresaron positivamente hacia nuestro régimen, respecto de que era “la mejor forma de gobierno”, el resto o la ignora o prefiere no contestar, un 10% está totalmente en contra.

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Un refrán popular dice “los pueblos no se equivocan”. Habría que estudiar las causas por las cuales los jóvenes no sienten a la democracia como un valor con el que se come, se educa y se cura. Según un informe dado por el Centro de Lucha contra el Hambre de la UBA, este mismo 10 de diciembre, 8 niños mueren por día por desnutrición, menos que las 12 criaturas que corrían igual suerte en 2003, pero al día de hoy 2.100.000 personas no tienen acceso a la alimentación básica, bajo el agravante de que Argentina produce alimentos para 300 millones de personas por año. Como dice la organización Tupac Amaru de Jujuy “en un país de pan y de trigo no puede haber ni un pibe con hambre”.

Al 24 de marzo de 1976, en la Argentina el 5% de los argentinos eran pobres, al terminar la dictadura llegaron al 15%, subiendo al 56% en 2002 y bajando al 27% en la actualidad, pero si hacemos un balance, por más que haya descendido los últimos años, nuestros jóvenes no tienen por qué valorar el sistema.

El ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Arroyo, reconoció que en su distrito hay 400 mil jóvenes que no trabajan ni estudian. En momentos donde la sociedad argentina debate qué hacer con estos jóvenes, desde que se pudran en una cárcel hasta la escolarización urgente, bien valdría plantearse algunas comparaciones.

En el año 1982, China tenía 862 millones de pobres (personas que viven con menos de US$ 1,75 por día), según el informe del Banco Mundial de ese año; hacia el 2008, la misma fuente habla de 207 millones de pobres.

¿Cómo hizo?, cuentan que no tenían tiempo para un ciclo educativo de 12 años, por lo que decidieron que con ejércitos de carpinteros, plomeros, albañiles, gasistas y electricistas, oficios que conlleva la construcción, se metieron en zonas rurales, semejantes a las geografías de nuestros barrios de emergencia, y capacitaron durante un año a una cantidad determinada de personas (analfabetos de 4ª generación) que estaban bajo la línea de pobreza. Al terminar su capacitación, el Estado les daba trabajo en obras públicas que llevaba adelante en las zonas urbanas.

Al año siguiente capacitaron a otra cantidad y así fue sucesivamente. El resultado es que al mismo tiempo que en nuestra democracia aumentó la marginación, China sacó a 655 millones de personas de la pobreza. Los hijos de estos nuevos obreros han terminado la escolarización primaria y secundaria, en estos momentos están cursando la universidad. Se podrá decir que China no tiene nuestro sistema democrático, sino un régimen de partido único, pero los números del Banco Mundial y los resultados expuestos son más que ejemplos a imitar. En 1982 decidieron erradicar la pobreza, abrieron su país al ingreso de capitales con el único objetivo de lograr pleno empleo y ascenso social. No es imposible de realizar, sólo basta proponérselo como principal política de Estado. De otra manera meteremos 3 millones de personas en las cárceles pero el problema persistirá.

 

*Ex jefe de Gabinete de la Cancillería.