Muchos podrían decir que el acceso a la información pública es una demanda burguesa, en medio de una sociedad atravesada por la injusticia social, la marginalidad y millones de pobres. Puede ser cierto. Pero también es cierto que el grado de acceso a la información que tiene y debe dar el Estado mide el desarrollo y transparencia de esa democracia.
Lo que sucedió el viernes con la forma en que el Gobierno decidió manejar la comunicación del problema de salud que aquejó al Presidente de la Nación expresa esa dificultad.
De fuentes no oficiales, nuestros compañeros de la revista Caras alertaron a través de su sitio web y de Perfil.com que Mauricio Macri estaba siendo internado por un problema cardíaco.
Ante semejante alerta, PERFIL contactó a media docena de fuentes muy cercanas al jefe de Estado, entre ellos el vocero presidencial y el Jefe de la Unidad Médica Presidencial, para corroborar la delicada información. No sólo negaron que estuviera internado o que se sintiera mal, sino que el vocero tomó la foto en la que Macri departía en off the record con varios periodistas en Olivos. Todos rieron ante la consulta de este diario, tal como contó ayer en estas páginas uno de los presentes, Edi Zunino, jefe de Redacción de la revista Noticias.
Tamaña negativa de los funcionarios llevó a que Perfil.com levantara el anticipo de la internación, que ya había sido reproducido sin citar la fuente por la placa roja de Crónica TV y algunos portales expertos en “tomar prestada” información ajena para que luzca como propia.
Mientras esa desmentida sucedía (a la que también se sumaron algunos bufones periodísticos de reacción precoz y rigor ausente), Macri ya había sido revisado por un cardiólogo y tenía reservada una habitación especial en la Clínica Olivos.
La explicación oficial que circuló luego respecto a los motivos de la negación era la evaluación de que un problema de salud de esas características no ameritaba informarlo, para no alarmar a la población ante un episodio presuntamente menor. La idea era mantenerlo en secreto. Ya bastantes problemas tiene el país para, encima, preocuparse por Macri.
Puede entenderse que el Gobierno no promueva la difusión de una arritmia del Presidente. Más difícil de comprender y justificar es que hayan decidido negar hechos ciertos que estaban ocurriendo: el Presidente había comenzado con el malestar al mediodía, fue revisado y se reservó una habitación en una clínica para hacerle un ecocardiograma a última hora de la tarde. No se trató de un imprevisto o de una emergencia de último momento.
Se trató de un error grave de comunicación. Y no es el primero que comete el Gobierno, antes de cumplir medio año en el ejercicio del poder. Mal de muchos, consuelo de tontos: de Menem para acá, todos los problemas de salud presidenciales tuvieron más oscuros que claros a la hora de la información oficial.
Pero Cambiemos, que se autoimpuso una vara alta en transparencia, debería entender que a ella se llega no sólo comunicando en las redes sociales o con la administración digital. El primer paso es no mentir.