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Bases para un acuerdo nacional

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Consenso. Larreta llamó a construir una mayoría y el Gobierno convocó al diálogo. | GCBA

En la última década, Argentina vive un proceso de estanflación (alta inflación con estancamiento económico) que implica una implosión económica social y de-sesperanza. Este proceso se monta sobre una onda de más largo plazo que podemos remontar a 50 años, momento respecto al cual hemos multiplicado por 20 la tasa de pobreza y mantenemos estancado el PBI per cápita. Una historia de decadencia única en el mundo para un país que no sufrió una guerra civil ni conflictos bélicos persistentes.

Roberto Lavagna habla de país fallido, no al estilo de México, por pérdida del ejercicio de monopolio de la fuerza por parte del Estado, sino por una suerte de “estancamiento con inflación con características estructurales con avance del empleo público”. Resulta interesante conceptualizar la estanflación actual asimilándola a la hiperinflación que vivió Argentina a fines de los 80 como fenómeno que muestra el agotamiento del sistema. Decía, entonces, Eduardo Curia que la hiperinflación era el “epítome (síntesis o extracto) de la descomposición del sistema” o “síntoma de la desistematización de la economía”.

Voceros del Gobierno plantearon por estos días la necesidad de un acuerdo con la oposición luego de las elecciones para el establecimiento de políticas de Estado, en momentos en que parece más la invitación a compartir los problemas existentes que a ser parte de un proyecto de futuro del país. Agrega suspicacias el hecho de que no ha sido el diálogo constructivo con la oposición lo que ha caracterizado al Gobierno estos años.

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De todos modos, considero un buen pretexto para comenzar a sugerir lo que debieran ser las bases de un nuevo modelo de país que nos permita salir de esta decadencia:

◆ Respeto irrestricto a la división de poderes y el sistema democrático es la base de la República en la que queremos vivir y debemos preservar.

◆ Un contrato social solidario y un sistema económico inclusivo deben tener en cuenta la heterogeneidad social y productiva del país, que atienda las necesidades de los sectores de mayor productividad e internacionalizados pero, también, la de los de menor capital humano y baja productividad.

◆ El objetivo prioritario de largo plazo de la política económica debe ser recrear el proceso inversor y generar empleo de calidad, diversificando la estructura productiva y permitiendo el desarrollo del potencial del país.

◆ El rol del sector privado como motor del desarrollo económico social y de la innovación, en el marco de las economías de mercado, es insustituible como se muestra en el mundo entero.

◆ Asegurar la estabilidad de las reglas de juego y de los marcos regulatorios para el funcionamiento del sector privado es una necesidad urgente para recrear el proceso inversor, en un entorno exacerbado por la incertidumbre, generada por las modificaciones permanentes.

◆ Recuperar la moneda nacional, a partir de la estabilidad económica, se ha transformado en una precondición para cualquier política activa, para lo cual se deben recuperar los equilibrios macroeconómicos, externo y fiscal, sobre bases genuinas de largo plazo, no apelando a mecanismos de fijación arbitraria de los precios principales de la economía.

◆ Se debe reducir de modo contundente la presión fiscal y el gasto público, a los tres niveles de Gobierno, en particular el sobreempleo público provincial y municipal, para hacerla compatible con la productividad de la economía y, así, permitir un equilibrio fiscal razonable y el crecimiento de la inversión y de la economía.

◆ Impulsar las bases de un sistema impositivo pro-inversión, pro-exportaciones y pro-empleo que termine con impuestos disparatados como ingresos brutos.

◆ En un país en el que cinco provincias generan 3/4 de la riqueza total debe replantearse el sistema de coparticipación federal pensando en incorporar algún tipo de régimen de premios y castigos para la transferencia de una parte de los fondos nacionales.

◆ Impulsar una agenda de reforma del Estado, bajo el principio que toda la actividad económica que pueda ser realizado por la actividad privada debe salir de la esfera del sector público, con marcos regulatorios adecuados, que tengan en consideración principios de equidad y la promoción de la inversión en sectores claves

◆ Avanzar en la actualización del marco laboral que, conviviendo con el existente, permita crear trabajo en blanco, respondiendo a los cambios educativos, tecnológicos y productivos para poder emplear al 50% de los trabajadores informales. La recuperación de la creación genuina de empleo en el sector privado debe ser el comienzo del fin de los planes sociales masivos.

◆ Plantear una definitiva integración de nuestra economía al mundo, desde nuestra alianza regional Mercosur, partiendo de un marco macroeconómico estable y condiciones lógicas impositivas y cambiarias, es indispensable para motorizar nuestra producción y exportaciones.

◆ Reafirmar nuestro posicionamiento internacional que nos ubica en Occidente, por tradiciones y la defensa de valores compartidos, como son la defensa de la democracia, los derechos humanos y el multilateralismo, cuyo reforzamiento y actualización debemos impulsar en nuestra participación en los organismos internacionales.

◆ En el marco de los vertiginosos cambios que está produciendo la Cuarta Revolución Industrial, se hace imperioso fortalecer marcos de políticas activas en materia tecnológica y de innovación, en particular para las Pymes, y de políticas de educación para la formación del capital humano y las habilidades, indispensables para afrontar con éxito esta nueva fase del capitalismo.

◆ Promover una agenda público-privada para la inversión en el desarrollo de la infraestructura física y digital y de las energías fósiles y renovables, teniendo claro los principios de sostenibilidad ambiental y resiliencia, con el objeto de generar la oferta necesaria para el crecimiento de la actividad económica.

◆ Se debe reformar el sistema político institucional, que cada dos años nos coloca frente a elecciones y condiciona la posibilidad de encarar reformas económicas-sociales de más larga maduración y nos somete a ciclos cortos.

Si bien, cada día que pasa, urge más la resolución de los problemas económicos de corto plazo con medidas concretas y de difícil implementación, en ningún caso, podrá haber salida perdurable a la decadencia si no conformamos una mayoría que acuerde los principios y objetivos en los que fundar una nueva Argentina.

  *Economista UBA.