La funcionaria citadina Laura Alonso aportó su granito de arena a la nueva cruzada del PRO, organización de socorros mutuos de sus fundadores y exponentes distinguidos que, sumida en el terror ante su acelerado proceso de extinción, a ritmo acelerado intenta mostrarse aun más facha que las tribus tuitero-libertarias. Con inimitable garbo, la agreta Alonso exhortó a los recogedores no sindicalizados de basura (sinónimo: pobres de toda pobreza) a juntar la que desparraman en las veredas luego de buscar afanosamente algo que llevarse a la boca si no está podrido o algo que revender si todavía sirve para trueque. “Si te gusta hurgar en la basura…”, dijo, convirtiendo una necesidad extrema en una operación volitiva. Si te gusta “hurgar” en la basura (dijo “hurgar” y no “revolver”, que es cache), bancate la pelusa y después juntala y volvé a meterla en el container de donde la robaste. O pagá la multa devenida de la sucia infracción. 900 lucas. El chiste es que de antemano sabemos que estos pobretones no las tienen. ¡Qué risa, Alonso! ¡Qué sentido del humor!
Pongámonos serios: es cierto que el reciclador clandestino de basura no es como el japonés que va a estadios de fútbol y luego de ver cómo pierde su selección saca una bolsita y te junta hasta las migas del pancho. Pero esta resistencia a limpiar y barrer el resto ajeno vuelto alimento no se debe a la herencia criolla, sino a una cuestión que fanáticos de la perfección del mercado comprenderán. Se trata de economía pura: quien se mete en un container para escarbar en la basura insume un tiempo equis en esa tarea. Pongámosle cinco minutos por container revuelto. Eso da 12 containers por hora y 96 por día de trabajo. Ahora bien, una vez revisada, y robado lo necesario para la supervivencia del desharrapado, la tarea de juntar y volcar de nuevo en el container insume un tiempo equivalente, por lo que, de verse obligados a hacerlo, su productividad se dividiría por dos, resultando 48 containers por día. Es decir, la mitad de la ganancia habitual. Intolerable. Sugerimos a la inventiva Alonso que compense ese déficit y lo vuelva rentable organizando concursos transmitidos en vivo por los streamings macristas y libertarios. Quien más bolsas abra, más materia desechable recolecte y más kilos de basura vuelva a poner en su container, se hará beneficiario de un paquete de yerba vencido que entregará el Ministerio de Capital Humano o de un plato de sopa servido en un comedor comunitario, si es que no lo acaban de cerrar.