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Bonadios, Stornellis, D’Alessios y Santoros

El juez Claudio Bonadio
El juez Claudio Bonadio | Noticias Argentinas

Diferente al cómic, la Liga de la Justicia de Comodoro Py no está plagada de superhéroes. Más bien, y en ciertos casos, todo lo contrario. Jueces y fiscales no escapan a las generalidades de la argentinidad, en especial cuando se accede a cuotas de poder o a posibles “negocios”.

El Cuadernogate detonó en medio de ese lodo. La mejor oportunidad de desmontar una matriz corrupta de vínculos dinerarios público-privados iba a quedar en manos de una Justicia que miró para otro lado cuando se desarrolló la cleptocracia o directamente participó de la fiesta.

Por eso no fue casualidad que las anotaciones del chofer Centeno cayeran en el fiscal Stornelli y el juez Bonadio, quienes se habían mostrado implacables con el kirchnerismo en su epílogo. En otros tiempos K no fueron tan inflexibles.

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Esa maniobra de “elige tu propio juzgado” se la conoce en la jerga como “fórum shopping”. Fue muy usada por los Kirchner y también por los anti K. Así también se explica la puja entre un juez federal de Dolores y uno de Py para quedarse con la causa del falso abogado y real extorsionador D’Alessio, que decía tener llegada a Stornelli y al colega Santoro.

D’Alessio está detenido, junto a dos ex comisarios exonerados de la Bonaerense con los que “trabajaba”, vinculados a los servicios de inteligencia. Uno tiene un abogado con un curioso CV: intermedió en pases de futbolistas (como el jefe de la AFI, Arribas) y defendió a uno de ellos que estuvo preso por complicidad con barras bravas de Boca (donde Stornelli cosechó tantas amistades).

El fiscal, que intentará evitar la indagatoria a la que fue citado por el juez de Dolores, niega haber participado de los chantajes de D’Alessio, quien dio muestras de abundante mitomanía.  No se trata de creerle o no porque caiga simpático, investigue el Cuadernogate o sea fuente periodística.

Se trata de esclarecer su vínculo real con D’Alessio, con el que tenía una relación cercana según reflejan audios, chats y filmaciones, uno de ellos hasta en la fiscalía.

Ese esclarecimiento también debería hacerlo el colega Santoro, que desmiente haber “trabajado” para D’Alessio y que en realidad fue una víctima de ese falso abogado, con quien tenía el nexo periodista-fuente. No son pocos quienes ahora argumentan que le abrieron la puerta a D’Alessio porque se lo pedía el colega Santoro, empezando por el propio Stornelli.

El juez Bonadio debería andar con cuidado para no quedar también salpicado, lo que podría afectar la marcha de la causa cuadernos, que es lo que pretende el kirchnerismo y todos los empresarios involucrados. Así, acaso revise su negativa a incorporar a los Eskenazi al proceso, pese a la foto que se divulgó de su almuerzo con un miembro de esa familia.

Para investigar a la mafia, conviene estar limpios.