Son tan amigos que hasta les robaron a los dos juntos. El 28 de diciembre de 2010, los ex comisarios Ricardo Bogoliuk y Aníbal Degastaldi fueron sorprendidos en el partido de Moreno. Después de detenerlos en la calle, los ladrones entraron a la casa de Degastaldi y se llevaron tres Rolex, plata, joyas, celulares y computadoras, más el Volkswagen Bora de Bogoliuk y una pistola Glock. Ambos policías habían sido echados de la fuerza bonaerense varios años atrás: Bogoliuk, en 1999, por una presunta sociedad con piratas del asfalto de Mercedes; y Degastaldi, en 2003, por enriquecimiento ilícito.
Tras ser exonerados, se dedicarían a la seguridad privada: Bogoliuk todavía tiene una empresa de consultoría en Puerto Madero. Y en 2017 sumaría un conchabo en la Agencia Federal de Inteligencia.
El ex comisario ocupó un cargo en la ex SIDE desde el 4 de mayo hasta el 31 de diciembre de 2017. Fue uno de los agentes que entró en reemplazo de los 900 espías que habían sido echados por Gustavo Arribas y Silvia Majdalani. Bogoliuk, sin embargo, no logró el pase a planta permanente.
Ahora, Bogoliuk, Degastaldi y el falso abogado Marcelo D’Alessio están detenidos.
El juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla, los acusa de “haber tomado parte de una estructura delictiva dedicada a la realización de operaciones de inteligencia e investigación a fines de coacción, intimidación y extorsión”. Por ejemplo: las concretadas sobre el empresario Pedro Etchebest y el ex empleado de Pdvsa Gonzalo Brusa Dovat.
Stornelli pidió la inhibición del juez que lo acusa y que la causa se tramite en Comodoro Py
Poco antes de ser detenido, D’Alessio acusó a ambos ex policías (a los que vinculó con la AFI) de haberle hecho una trampa. Pese a tal afirmación, la amistad entre los tres se mantiene firme en el Facebook de Degastaldi. Los ex comisarios aún tienen sus cuentas abiertas. En el perfil de Bogoliuk, por caso, figuran las fotos de sus vacaciones de enero pasado en Copacabana: hay selfies del ex espía junto a su pareja. “Felicidades a los dos!!!!”, les desea Degastaldi, en un posteo anterior al del descanso en Brasil.
El abogado actual de Bogoliuk es un ex representante de futbolistas: se llama Angel Moyano y, en 2014, fue designado por Macri como director del Mercado Central. Ramos Padilla a su vez imputó al fiscal del Gloriagate, Carlos Stornelli. Para el juez de Dolores, Stornelli mantenía una especie de sociedad informal con D’Alessio y los ex comisarios.
El único objetivo de esa trama no era conseguir réditos económicos. O al menos esa no era la meta central. En sus resoluciones, Ramos Padilla hace hincapié en las “prestaciones o beneficios indebidos, como la obtención de declaraciones no voluntarias en causas judiciales y programas periodísticos”. Es decir, una suerte de mala práxis, esta vez funcional a los intereses del Gobierno, que mezclaba actores de Comodoro Py con servicios de inteligencia y periodistas.
Investigan los dichos de D'Alessio sobre el robo del dinero incautado a José López
De ahí, la mención a Daniel Santoro, quien presentó a D’Alessio con Stornelli. Si bien todavía no existe una acusación formal contra el periodista de Clarín, Ramos Padilla sospecha sobre su participación. Así, el juez describe un statu quo equivalente al que funcionó hasta 2014. Un sistema que entró en crisis a raíz de la pelea entre Cristina Kirchner y el mítico Jaime Stiuso.
Según quién mire, D’Alessio era un girador audaz que se dedicaba a percibir oportunidades de negocios, un espía en las sombras o un delegado de la DEA. El propio D’Alessio sacaba chapa de su familiaridad con Stornelli, la AFI y la agencia estadounidense. Por ahora, el juez se inclina a dar por verosímil esa versión.
“Tenía un polirrubro y logró posicionarse. Es un mamarracho, pero otra gente lo hace con perfil más bajo y por fuera del radar”, matiza un abogado que conoce de memoria el edificio de Py.
Desde la AFI, Arribas y Majdalani ya se despegaron, y lo denunciaron penalmente por “ejercer funciones públicas sin título”. Sobre el paso real de Bogoliuk por la Agencia, un dirigente cercano a la ex SIDE justifica a Arribas: “Gustavo no se puede meter en lo que hacen los empleados en sus ratos libres”.