Algunas veces, lo que un medio publica genera reacciones que permiten abrirse a un mejor conocimiento de personajes célebres, aunque fuere a costa de un error. Es lo que sucede con un pequeño párrafo de la nota publicada en la página 24 de la edición 762, con el título “Casi 50 años después, (Bergoglio) aún se reúne con los primeros alumnos que tuvo”. Se dice allí que el ahora Papa fue profesor de en el Colegio Inmaculada Concepción de Santa Fe, a donde llevó “a Jorge Luis Borges a través de su esposa, María Esther Vázquez, escritora que también visitó a sus pupilos”. Era previsible el correo que mandó a mi casilla personal el abogado apoderado de María Kodama, la celosa viuda del escritor. Fernando Soto reclama en su nombre “la aclaración, por algún medio hábil, respecto de un dato erróneo publicado el día 16 pasado en la nota titulada ‘Casi 50 años después, Bergoglio aún se reúne con sus primeros alumnos’. Allí se mencionó que Borges visitó el Colegio Inmaculada Concepción de Santa Fe con ‘una de sus esposas, María Esther Vázquez’. Sin embargo ello es equivocado, ya que las únicas dos veces que el autor de El Aleph contrajo enlace fue con la señora Elsa Helena Astete Millán y con la señora María Kodama”.
Tiene razón el doctor Soto: Vázquez figura en la larga lista de mujeres que acompañaron sentimentalmente a Borges, aunque nunca se casó con él. El escritor era un enamoradizo incorregible, por lo general con pésima suerte. Pasaron por su vida Concepción Guerrero, Silvina Bullrich, Estela Canto (probablemente, su gran amor), la condesa Alvarez de Toledo, Marta Mosquera, Alicia Jurado, y muchas otras. Borges contrató a María Esther Vázquez como secretaria. Le llevaba cuarenta años, y tras dos o tres de compartir la vida le propuso casamiento. Ella lo rechazó.
Pero en fin: esa historia no le suma lustre al error cometido: efectivamente, Borges sólo se casó (libreta y firma incluidas), apenas dos veces: con Elsa Astete Millán en 1969 (en la noche de bodas, dicen, Borges se quedó en su departamento de Marcelo T. de Alvear, con su madre, “porque se hizo demasiado tarde”) y en abril de 1986 con María Kodama, dos meses antes de la muerte del escritor. Fin de la historia.
Pido disculpas por el error tipográfico que destaca el lector Bottino: sé la diferencia entre la preposición a y el verbo haber conjugado en tercera persona del singular, presente del Indicativo. Debió decir “ha elegido”. Gracias.
El viernes último, dos muertes pusieron un paño negro sobre esta realidad global teñida de blanco y amarillo. El pianista, compositor y director Gerardo Gandini, probablemente el más importante de la música argentina contemporánea (no hablo de intérpretes, que los hay extraordinarios y de mayor celebridad, sino de un creador de elevado nivel y un gestor cultural como pocos), murió en Buenos Aires, tras largo tiempo padeciendo un creciente deterioro motriz; en Suecia, donde vivía entre las nubes del Alzheimer, se fue Bebo Valdés, pianista cubano que fue pieza central en la explosión del jazz latino y que dejó maravillas como Lágrimas negras y otras bellezas. Debo decir que buena parte de los lectores de este diario se habrán sorprendido ante la mínima, casi inexistente presencia de ambos hechos en PERFIL. Acerca de Gandini, apenas una columna por 15 centímetros al pie de la página 2 de Espectáculos; sobre la muerte de Valdés, una columna por seis centímetros al pie en las breves de música de la página 5, en el mismo suplemento. Ninguna mención en la tapa de Espectáculos y tampoco en la del diario. Quienes hicieron un paneo por los otros diarios habrán visto la diferencia: títulos superiores en tapa y espacio principal en tapa y en las páginas 6 y 7 de Espectáculos en La Nación; menciones en tapa, título principal del suplemento, página 5 y doble página central del suplemento Espectáculos en Clarín; notas principales en páginas 42 y 44 de Tiempo Argentino; título en tapa y páginas 28 y 29 en Página/12.
Cierto es que el espacio en el suplemento Espectáculos de PERFIL fue ayer escaso. Sin embargo, hubo amplias posibilidades de mejorar lo hecho si ésa hubiese sido la intención, sobre todo porque en este diario la música ha ocupado siempre un espacio de importancia que esta vez no tuvo.
El lector Patricio O’Kon se refiere al título de la tapa del sábado 16, edición 762 (“Papa derecho y humano”), al que califica como “poco feliz”. Comparto su caracterización. A veces, titular con impacto en tan breve espacio (apenas 21 caracteres) lleva a simplificaciones que provocan más rechazo que adhesión. En general –y tal vez más aun en estos días de especial sensibilidad al cumplirse hoy otro aniversario del golpe cívico-militar que dio origen a la más feroz de las dictaduras en la Argentina– no es conveniente utilizar términos, giros y frases connotadas en tal sentido y casi apropiadas para que no resistan otros (derechos y humanos, desaparecidos, proceso, campaña antiargentina, etcétera).
Una a favor, que abarca a varias ediciones: completas, bien editadas, con lecturas apasionantes, las dedicadas al nuevo papa, incluyendo la especial del pasado miércoles. Para gozarlas.