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María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta convencieron al Presidente de la necesidad de que haya cambios. Por eso volvió la mesa chica política.

Risas. Sin Vidal ni Larreta, el viernes hubo mesa chica en Olivos.
Risas. Sin Vidal ni Larreta, el viernes hubo mesa chica en Olivos. | Prensa Presidencia

De los mismos autores de las recientes “Esto es solo una breve turbulencia cambiaria que no impactará en la economía”, “No hay crisis”, “Lo peor ya pasó” y “El FMI es lo mejor que nos pudo pasar”, ahora llega el estreno de “No habrá más cambios en el gabinete”. Curioso rol el de la Jefatura de Gabinete en las últimas semanas, en las que la administración Macri atravesó los días más difíciles desde que ejerce el poder: parece más preocupada en instalar un relato optimista que en asumir una realidad muy problemática.

Acaso ese haya sido siempre el lugar preferido de Marcos Peña & Cía., los ex seis ojos presidenciales. También puede suceder que esta predilección relatora buena onda se esté profundizando ante la evidente y reciente pérdida de peso político y de gestión del área. Amén del impacto financiero y socioeconómico, hacia adentro del Gobierno la mayor crisis es la del circuito de decisiones, que hasta el último tiempo venía hiperconcentrada en Peña-Quintana-Lopetegui.

María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta convencieron al Presidente de la necesidad de que haya cambios. Por eso volvió la mesa chica política. Por eso Luis Caputo está a cargo del Banco Central. Por eso Nicolás Dujovne se hizo “dueño” del equipo económico. Por eso saltaron por los aires dos ministros que Macri no quería entregar, como también le pasaba con su admirado Federico Sturzenegger. “Así como Messi debe invitar a sus amigos a un asado y no a jugar con él el Mundial, Mauricio debería hacer lo mismo en el Gobierno”, ilustra una alta fuente oficial que sabe de las metáforas futbolísticas del mandatario.

Macri y Peña han sido los más resistentes a los cambios, al revés de la mesa chica impulsada por Vidal-Larreta. Allí están convencidos de que las modificaciones deben continuar y profundizarse, para relanzar una gestión a la que le espera un segundo semestre muy complicado, tal como admitió en público el nuevo ministro de la Producción, Dante Sica. Tal vez ese reconocimiento obedezca a que aún no se terminó de sacar el traje de consultor y de ponerse el de funcionario.

Contra lo que cree esa mesa política, conformada por dirigentes que gobiernan y caminan sus distritos, la Jefatura de Gabinete insistió en los últimos días en bajar la línea de que no están previstos nuevos relevos. Y en tren de reflejar la buena onda que reina en el equipo, difundieron el viernes una imagen en Olivos de la mesa chica ampliada. Casualmente, en la foto no aparecen Vidal (que almorzó en la quinta presidencial pero luego debió partir a la cumbre con los obispos en Mar del Plata) ni Larreta, de viaje. Otra travesura de Peña.

Estas señales oficiales de optimismo no parecen tener gran éxito en el gabinete. Como insistió ayer Diario Perfil, son demasiados los ministros intranquilos y tensos ante la factible discontinuidad de sus cargos. También por los recortes que vienen. Qué mala onda.