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mil palabras

Bush y el fin del mundo

La revista Life aseguraba que una imagen valía más que mil palabras. Eslogan tramposo. Nada vale más que mil palabras. A menos que éstas estén vacías de contenido. O que mientan. No por nada las fotografías suelen llevar epígrafes.

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La revista Life aseguraba que una imagen valía más que mil palabras. Eslogan tramposo. Nada vale más que mil palabras. A menos que éstas estén vacías de contenido. O que mientan. No por nada las fotografías suelen llevar epígrafes. Esos textitos que ponen en foco y aclaran de qué va la imagen. Ejemplo Life: un soldado norteamericano cruzando un riacho selvático con un niño coreano muerto en brazos. Humanitario. Conmovedor. Mensaje: eso hacían aquellos comunistas con quienes no colaboraban consigo. Con su propio pueblo. Con los traidores, aunque niños fuesen. Pero al niño del caso acababa de ametrallarlo el soldado norteamericano. Y ahora llevaba el cadáver a una fosa común o hueco natural pasible de ocultar su crimen. Y el fotógrafo de guerra, clic, clic. Primera plana. Ningún epígrafe. ¿Qué hubiese sido del 11-S sin palabras? Dos torres derrumbándose a la vista de las aterradas cámaras civiles, tras el choque de aviones de línea por obra y gracia divina de sectores terroristas musulmanes malquistados con los Estados Unidos por sus desventurados torniquetes militares en territorios completamente ajenos. O no, y la explicación es el petróleo. Palabras inocultables. Más allá de cualquier imagen. Y ahora el pastor Bush, productor de catástrofes antidemocráticas por excelencia, nos viene con que si el salvataje financiero no funciona, no sólo la mayor potencia mundial podría irse al tacho, sino también el mundo. Pero, ¿qué es eso? ¿Un reclamo de apoyo a sus inimputables políticas, lamentablemente de Estado, o una bravata espantapájaros? Claro: si Wall Street se cae, por ahí nos caemos todos. Pero, ¿será verdad? Si eso es lo que confiesa el líder de la máxima potencia del orbe, por algo ha de ser. O no, y acaso ganar tiempo. Porque el tiempo es dinero. Pero a las palabras no se las lleva el viento, y patética es la foto de George W. cargándole el fardo de sus iniquidades al mercado libre. Revolear la media llena de mierda no es digno, ni es solución. Para nadie. La palabra, sobre todo, en boca de un primer mandatario, no es mercancía de canje. No es cuestión de imagen. Life mentía.


*Escritor y periodista.