La creciente importancia de Brasil en la región hace que se plantee si algo cambiará o no en el más que probable gobierno de Dilma Rousseff.
Ante todo, con Dilma, continuará la política de Lula para hacer de Brasil un actor global o potencia mundial. Ello implica que la diplomacia brasileña seguirá buscando un lugar permanente en el Consejo de Seguridad en representación de América latina. Continuará la política para dotar el país de tecnología nuclear propia, con el proyecto del submarino a propulsión nuclear entre otros. Brasil mantendrá una política exterior independiente de los EE.UU., como lo ha demostrado en el caso de Irán. En definitiva, buscará consolidarse como potencia mundial, al estilo de China, India y Rusia, los países con los cuales comparte el llamado grupo BRIC.
En cuanto al Mercosur, seguirá siendo eje de la política regional, en paralelo con Unasur y desde hace dos años la Cumbre o Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe. El primero está integrado por cuatro países, el segundo por 12 y el tercero por 34, es decir todos los del continente, con la excepción de los EE.UU. y Canadá. Al primero lo mantendrá como un mercado común atenuado, al segundo como una zona de libre comercio flexible y el tercero será por ahora sólo un ámbito de concertación de políticas. No puede descartarse que el futuro Brasil opte por negociaciones bilaterales con la UE e incluso con EE.UU.
La relación con la Argentina continuará siendo importante en el Mercosur y en Unasur, aunque menos que en el pasado, por la pérdida de peso relativo del país. Pero la Argentina sigue siendo el segundo PBI de América del Sur y la tercera población después de Colombia. En algunos temas puntuales, Brasil los resolverá bilateralmente con Chile, Perú, Colombia y Venezuela, pero eludirá entrar en conflicto con Argentina, como lo ha hecho tanto con Cardoso como con Lula.
En el probable gobierno de Rousseff, el rol de Lula va a ser importante. Va a necesitarlo por su fuerte popularidad, pero también puede ser un problema, que le limite la posibilidad de una personalidad propia. Cabe recordar que Lula puede volver a ser presidente por dos períodos a partir del 2014.
El futuro ex presidente ha dicho que se dedicará a promover programas contra la pobreza tanto en América latina como en el mundo y este será su primer paso.
A Dilma corresponde ahora avanzar en las asignaturas pendientes de Lula, como la lucha contra la corrupción y el analfabetismo funcional en los mayores de 15 años.
En lo que hace a la elección, se ha confirmado una vez más, que las encuestas no determinan resultados electorales. De ser así, Marina Da Silva no hubiera obtenido el éxito logrado. Pero sí determinan efectos de los resultados. Si se obtiene más de lo previsto en los sondeos, la elección es buena aunque se pierda y este es el caso de la candidata ecologista. Si se obtiene menos de lo previsto, que es el caso de Dilma, parece que la elección no es buena aunque se gane.
El año pasado, el resultado que acaba de obtener la candidata oficialista brasileña cuando Serra le llevaba 15 puntos de ventaja, hubiera sido óptimo. En cambio respecto a unos días atrás, cuando se esperaba que la popularidad de Lula le permitiría ganar en la primera vuelta, el resultado obtenido parece tener un sabor agridulce.
Pero ella se impondrá en la segunda vuelta y desde la perspectiva la Argentina, es importante saber que en un gobierno de Dilma Rousseff, las políticas centrales de la administración de Lula continuarán sin alteraciones significativas.
No sólo porque ambos pertenecen al mismo partido y además ella ha sido una funcionaria fundamental en el gobierno que termina, sino porque en la cultura política brasileña los cambios son siempre graduales y consensuados.
Además, en realidad se ha registrado continuidad entre los ocho años de Cardoso y los ocho de Lula. El respeto de las reglas macroeconómicas, evitando la inflación ha sido una constante en ambos períodos. El esfuerzo en la educación pública primaria para disminuir el analfabetismo ha sido otra constante. Lula ha ampliado y extendido el subsidio a los sectores de menores ingresos, pero ello ya había comenzado en la gestión de su predecesor.
Como suele suceder en Brasil, algo cambiará, aunque no tanto.
*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.