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Correo

Cambiemos y los neutrales

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MARIA EUGENIA VIDAL. Uno de los respaldos y garantes simbólicos del Presidente. | Marcelo Aballay
El Gobierno cometió, como mínimo, un grave error que será muy difícil de solucionar en la gestión de la comunicación de campaña. La reacción inmediata fue bastante buena, pero es muy difícil creer que esto alcance para controlar los efectos negativos de la crisis. Deberá seguir trabajando para equilibrar a su favor las percepciones de identificación del público más volátil que necesita para ganar y/o para no perder las elecciones de octubre.

La pregunta es, entonces, ¿qué función cumplirá el “caso del Correo” en la campaña que ya ha comenzado? En primer lugar, la percepción del caso fue y será diferente según el distanciamiento emocional e ideológico de cada persona en relación con Cambiemos. Hay una diferencia importante entre el “PRO duro”, el “PRO blando”, por un lado, los “neutrales” por otro y, finalmente, los “antimacristas”. Para estos últimos, el hecho confirma que el discurso de transparencia del Presidente es falso y que en realidad lo único que busca es no sólo beneficiar a los de “su clase” sino también a su familia. Sin embargo, el problema del Gobierno no es este grupo sino el de los “neutrales”.
En segundo término, el Gobierno debe resolver el problema de los “neutrales” o “indecisos”: deberá trabajar en la redefinición pública del “caso Correo” para que el conjunto de ciudadanos con voto inestable o cambiante (alrededor del 49% de la población que tiene edad de votar) no traslade la percepción negativa a la decisión de voto. Esta población es volátil e inestable. Por lo tanto, los acontecimientos públicos son muy importantes para formar su percepción y su decisión. En este grupo social, la reputación del Presidente, del equipo y del Gobierno en general está en continua formación y transformación.

Tercero, la explicación que hay que darle a este 49% no es una salida sencilla para el Gobierno porque cualquiera de los caminos apuntan a debilitar una de las dos columnas vertebrales de la reputación del Presidente y de su equipo: o es la incapacidad técnica de hacer las cosas (“son inservibles”) o la inmoralidad de la decisión (“son corruptos”). El problema es saber qué es lo que está esperando el ciudadano desconfiado: ¿un gobierno transparente o un gobierno eficaz?, ¿cuánto de cada cosa? La aparición del ministro Aguad no fue efectiva en este sentido. No pudo convencer a nadie de que el Presidente no había participado de la decisión.

En cuarto lugar, y mientras no surja otro acontecimiento de tanto impacto como el “caso Correo”, aparece la necesidad de plantearse el impacto que tiene el caso en los dos respaldos y garantes simbólicos del Presidente. La función de María Eugenia Vidal puede cambiar. Con el efecto negativo del “caso Correo” sobre el Presidente, la gobernadora podría quedar con una percepción de más autoridad relativa en el espacio político de Cambiemos. Se consolidaría su posición pública como líder de Cambiemos. Por otro lado, sigue estando la necesidad de contar con Elisa Carrió como respaldo y garantía de los fundamentos de la gestión de gobierno. Así se profundizaría su función de reserva moral del espacio Cambiemos ante los “neutrales”. Ahora bien, ¿cuál es el límite objetivo del capital simbólico de Carrió? ¿Cuándo dirá “basta” ante los errores y confusiones? Nadie lo puede determinar.
Finalmente, el Gobierno no dio aún el principal mensaje que debería llegarle a la sociedad: la identificación pública del responsable del “error” y una sanción pública proporcional al problema ocasionado. Esto daría signos claros de un camino de salida para el Presidente y su equipo.

*Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral.