Es de noche y sigo en mi oficina, en mi productora. Estoy mirando la tele muy concentrado cuando entra Carla, mi asesora de imagen, y me pregunta:
—¿Ya sabés de qué vas a escribir tu columna en Perfil esta sem…?
—¡Pará, pará, pará! —la interrumpo.
—Eh, ¿cómo “pará, pará, pará”? ¿Quién te creés que sos? ¿Fantino?
—Es que estoy mirando lo que se viene en política argentina.
—¿Más designaciones en el gabinete de Macri? ¿Nuevos funcionarios? ¿Nuevas medidas?
—No, estoy mirando 6,7,8.
—¡Dejate de joder! —protesta Carla—. ¡Eso no es lo que se viene, eso es el pasado! ¿Por qué no te ponés a leer La razón de mi vida, ya que estás?
—Vos no entendés nada —respondo—. Esto es lo que se viene. Protestar por Vanoli, Gils Carbó, Sabbatella y Tristán Bauer.
Carla se queda pensando un rato.
—¿Sabés que tenés razón? —me dice, finalmente—. Creo que por primera vez en los últimos cinco años tenés una idea política medianamente razonable.
—¿Te parece? —pregunto—. Yo en realidad estaba mirando 6,7,8 por nostalgia, pero me dio vergüenza decírtelo. Es como si viviera en la prehistoria y pudiera contemplar los últimos días del último dinosaurio vivo, que agoniza.
—Te sentís un ecologista, ponele.
—¡Claro! ¡Salven a los osos panda! ¡Salven a Barone y Sandra Russo! ¡Greenpeace, haga algo!
—Deberías comunicarte con Bono o Angelina Jolie. Capaz que se prenden en la movida. Pero más allá de tu ataque ecologista, creo que tenés razón: ésa es la política que se viene.
—¿Pedir que no se extinga 6,7,8?
—No, la continuidad de kirchneristas en su cargo —dice Carla—. Porque por un lado, que los K hablen de institucionalidad es como el doctor Albino haciendo un análisis de posporno.
—Bueno, si a Matías Alé le dio un brote místico, a los kirchneristas bien puede darles un ataque institucional.
—El problema es que, en este caso, tienen razón —dice Carla—. La ley dice que Sabbatella, Gils Carbó, Vanoli y Tristán Bauer tienen que seguir y, por más que no le guste al gobierno entrante, hay que respetarla.
—Es todo muy raro. Cuando Cristina echó a Redrado del Banco Central dijo que necesitaba a alguien aliado del Gobierno, por la gobernabilidad. Y el PRO dijo que estaban pisoteando el estatuto del Central. Y ahora Macri reclama gobernabilidad y el kirchnerismo pide que se respete el estatuto. No entiendo.
—Está clarísimo —dice Carla—: gobernabilidad mata institucionalidad. ¡No es un cambio de época: es un cambio de roles! ¡Qué lindo país tenemos! ¡Argentina, Argentina!
—No festejes que no son buenos momentos para nuestra identidad nacional —advierto.
—¿Por qué?
—Macri ya confirmó que va a disolver la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional.
—¡Están atentando contra nuestras instituciones más sagradas! —se queja Carla—. Además, me hubiera gustado ver cómo Ricardo Forster le entregaba la banda al Mago Sin Dientes. Porque seguro que ese puesto era para el Mago Sin Dientes, ¿no?
—Y, sí, el doctor Albino jamás hubiera aceptado —respondo—. Esa Secretaría
tiene reminiscencias masturbatorias.
—Me parece muy alentadora la designación de Patricia Bullrich como ministra de Seguridad, eso sí.
—¿Pero cómo? —me sorprendo—. ¡La última vez que fue ministra, Bullrich les recortó el 13% a los jubilados y a los docentes!
—Justamente, porque la pusieron en el lugar incorrecto —dice Carla—. En el Ministerio de Trabajo les recortó a los laburantes, pero ahora en el Ministerio de Seguridad les va a recortar el 13% a los delincuentes. ¡Vas a ver cómo va a bajar el índice de delitos!
—No sé si es bueno poner a Bullrich en un ministerio…
—Pará, si vas a hablar de Bullrich, aclará a quién te referís…
—Cierto, también está Esteban, el Bullrich bueno —digo.
—Ponele —agrega Carla.
Entra en la oficina Nahuel, mi asesor en redes sociales.
—Te están matando en el Twitter —dice Nahuel, muy preocupado.
—¿Por?
—¿Cómo “por”? —dice Carla. ¿Sos boludo? Es obvio: tu mujer le dio quórum al kirchnerismo en una sesión escandalosa y exprés donde se aprobaron 96 leyes, a un promedio de tres minutos por ley, aproximadamente.
—¿Y qué querés que hiciera? —pregunto—. La expropiación del Bauen fue el primer proyecto de ley que presentó como diputada. ¿Cómo no iba a votar su proyecto de ley? Además, no podía darles la espalda a los laburantes. Nosotros participamos activamente en los festivales y todas las movidas que hicieron los trabajadores del Bauen…
—Ya lo sé, no hace falta que me cuentes los detalles de tu matrimonio cool progresista y su derrotero “corrección política friendly” —dice Carla—. Siempre alenté eso porque levanta tu imagen. Pero es lógico que ahora salgan a putearla a Viki y a putearte a vos.
—Acá tengo uno de los tuits que te mandaron —cuenta Nahuel—. “Videla se quedó corto, hay que tirar más zurdos al Río de la Plata. Tiren a @vikidonda y @marchettipablo”, dice uno.
—Bueno, una cosa es que los puteen, pero esto ya es un poco mucho, ¿no? —opina Carla.
—¿Quién lo firma? —pregunto.
—Un tal @resistencia_antiK, 15 seguidores —dice Nahuel—. Hay unos mil más, si querés te los leo.
—No, está bien, gracias…
—Acá hay uno que llama “petera K nauseabunda” a tu mujer, otro que le dice “te vamos a mandar a que les hagas compañía a tus padres”, otro te dice a vos “gordo mercenario rentado por De Vido”.
—Bueno, en lo de “gordo” tiene razón —dice Carla—. Y en lo de mercenario…
—Está bien, Nahuel, gracias —digo.
—Debo reconocer que me causan más gracia estos trolls rentados del cambio y la revolución de la alegría que los trolls rentados del proyecto nacional y popular —admite Carla.
—Lo que no entiendo es una cosa —comento—: el gobierno de Macri está siendo bastante medido, nada que ver con la derecha oscurantista que quiere pintar el kirchnerismo, y tiene un gabinete con alguna gente valiosa y capaz. ¿Por qué aparecen entonces todos estos trolls ultrafachos?
—Lógico: porque les conviene que exista un grupo que sigue pensando que ésta es “la derecha oscurantista” y entonces alimentan eso.
—Mmm… todo eso me suena —digo—. ¿No es parecido a cuando el kirchnerismo machaca con los dos modelos? ¿O sea que la grieta no terminó?
—Y no creo que termine, mientras haya gente a la que le convenga —concluye Carla—. ¿Sabés qué? Esto no es un cambio de época, pero tampoco es un cambio de roles: por el momento es apenas un cambio de trolls.