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Cambio de tema

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Enzo Traverso | Cedoc Perfil
Leo en la tapa de la edición para América Latina de El País del sábado 10 de diciembre dos noticias. La primera dice: “Obama pide investigar si hubo injerencia rusa en la campaña”. La bajada dice: “Trump niega que Moscú interviniese en el robo de correos electrónicos de su rival demócrata, Hillary Clinton”. El titular de la segunda noticia indica: “Macri mantiene su popularidad pese al retroceso de la economía”. La bajada agrega: “Un 55% de los argentinos apoya al presidente en su primer año de gestión”. Desde el punto de vista de la enunciación, ¿son iguales ambas noticias? Por supuesto que no. Mientras que la primera remite a sucesos comprobables, es decir, a declaraciones de Obama formuladas durante un desayuno de prensa delante de decenas de invitados, un hecho empírico sobre el que luego el diario aporta su recorte editorial (la decisión de elegir esa frase de Obama, de poner el tema en tapa, el tono del artículo, la foto que ilustra la nota, etc.), la segunda noticia es completamente diferente. No remite a ningún hecho que haya ocurrido, sino que es, suponemos, el resultado de alguna encuesta que el diario decide elevar a categoría de noticia de tapa (es decir, a categoría de “verdad”). Pero ni el título ni la bajada informan que es una encuesta, ni mucho menos la fuente (qué encuestadora hizo la medición). De hecho, el nombre de la encuestadora no aparece en todo el texto de la nota, que comienza en la tapa y luego ocupa la página 5 completa. ¿Quién dice entonces que “Macri mantiene su popularidad” y que “un 55% de los argentinos apoya su gestión”. Lo dice El País. ¿Basado en qué? No lo sabemos. Pues tampoco sabemos cómo llamar a este tipo de noticias: ¿Mentira organizada? ¿Desinformación estratégica? ¿Operaciones de prensa? ¿Grupos de tareas comunicativos? ¿Apoyo ideológico? ¿Corrupción entre un gobierno y un grupo de medios? Difícil saberlo, tal vez sean todas a la vez. Podemos decir, sí, que para El País hay dos verdades objetivas: que el sol sale por el este y que Macri tiene un 55% de popularidad…

Obviamente, la noticia fue publicada como parte de una campaña de propaganda oficial el día que se cumple un año de la asunción de Macri. Muchos fueron los balances en estos días, centrados, razonablemente, en la política económica, en el plan sistemático de empobrecimiento, crecimiento de la injusticia y la desigualdad, sostenido políticamente por la compra de actores políticos, sindicatos y movimientos sociales (en la tradición creada por Menem y profundizada por los Kirchner) y en el apoyo corporativo de los grandes grupos de comunicación. Precisamente, entre los balances fue notoria la ausencia de la mención a la derogación de la Ley de Servicios Audiovisuales. Esa ley no sólo era una ley de la Nación, aprobada democráticamente y declarada constitucional por la Corte Suprema, sino también, con algunos matices, una ley justa y buena. Su derogación implicó también la casi suspensión de toda discusión pública sobre el periodismo y los medios de comunicación. Situación que vuelve oprobioso nuestro presente, incluso –y tal vez sobre todo– en términos culturales.

Qué curioso: pensaba escribir hoy sobre Mélancolie de gauche, el más reciente libro de Enzo Traverso, que me pareció interesantísimo y a la vez fallido. Pero no sé por qué cambié de tema. En fin, me pasa muy a menudo.