Falta mucho, pero el mundo empresarial avizora dos alternativas claras para 2019: Capricho Macri y Sergio Marketing.
La cerrazón del Presidente para aceptar algunas alternativas al rumbo económico genera preocupación y llama la atención. En especial respecto de algún grado de impuestos a las exportaciones para contribuir a bajar el déficit fiscal sin únicamente podar el gasto, algo que ven bien desde el Fondo Monetario Internacional hasta el kirchnerismo. De hecho, han llegado a oídos de la jefatura de Gabinete recomendaciones de pensar en una “devaluación compensada”. Si gobernar es tuitear, la opción también se esgrime en la red social del pajarito, donde por ejemplo el historiador Pablo Gerchunoff sugirió esta semana aplicar alguna retención a las ventas externas como lo hizo “el ultraizquierdista Krieger Vasena”. También, quien hasta hace dos semanas era funcionario de Hacienda, Luciano Cohan, propuso en un tuit como un “mal necesario” y transitorio suspender la baja mensual del tributo. La publicación del reporte del staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) al directorio reveló que existe la opción hablada de dejar en 25,5% los derechos de exportación, pero la Casa Rosada dice que “Macri ya se decidió por ir por el lado del gasto, no por ahí”. “Hablar de retenciones es hablar de subdesarrollo”, escribió siempre en Twitter José Anchorena, en este caso economista del Ministerio de Trabajo.
Corría 2014 y todavía Massa disfrutaba de la popularidad del triunfo del año previo. Tras disertar en un encuentro del Club del Petróleo, coincidí con él en el ascensor que lo llevaba a la salida. Iba con un asistente que le iba mostrando en una laptop las fotos que le acababan de tomar durante su exposición. “Esta”, señaló el tigrense siempre pendiente de su imagen, mientras caminaba por el lobby del hotel. Un año antes, en el Coloquio de Idea de Mar del Plata, los organizadores habían contado en voz baja las mil argucias del entonces candidato a legislador que le ganaría a Cristina Kirchner para llegar último, no compartir panel con el resto de los postulantes y quedarse con el cierre de la jornada en Mar del Plata. “Sergio siempre fue puro marketing”, dice un empresario de peso esta semana, a pesar de que es uno de los que habitualmente tiene ganas de que le vaya bien en las elecciones. Se refería al paquete de medidas que, en plena corrida, presentó hace un par de semanas su equipo económico con Roberto Lavagna a la cabeza, un gabinete que tal vez sea el mejor producto de la vidriera Massa para consumidores en tiempos de dudas.
¿Es Massa la única vía alternativa a Macri para los empresarios que ni quieren oír que Cristina Kirchner muda le acorta distancias al oficialismo? Y, en tiempos de falta de liderazgos en #peronismoracional o ante la ausencia de El Moderado Que Venga, como llaman a esa silueta sin cara que imaginan si pierde Cambiemos, si. Basta ver al pobre Juan Manuel Urtubey que quiso anotarse un poroto con una foto con Barack Obama en una feria de Madrid y terminó quedando opacado porque a los pocos minutos Marley y Mirko también obtuvieron el mismo recuerdo.
Ecuación. Se viene una especie de nuevo PxQ, sigla que se usa en economía para hablar de precios y cantidades. “A partir de ahora, lo que el Fondo va a mirar es si vas a cumplir el programa aún con quilombo en la calle”. Así resume un financista top de la City los días que vienen. Imagina bien: los detalles del reporte del staff del FMI al directorio establecen por ejemplo que en los próximos doce meses los salarios públicos crecerán como mucho 8%. ¿Cuánto será la inflación los próximos doce meses? Toda esa diferencia será licuación salarial. Ni qué hablar del concepto “empleados no prioritarios” que el Fondo fija como los puestos que serán reducidos en el sector público. Esa combinación, en un escenario de recorte de obras públicas fuerte en un contexto de caída del salario real, es la que hace proliferar quejas, presentes tanto en los chats de mamis del colegio donde todo el tiempo alguien pide trabajo, como en las últimas comidas del ex YPF Miguel Galuccio con banqueros, en las que admitió que el nuevo contexto le empiojó el arranque de proyectos encaminados en Vaca Muerta con su nuevo sello Vista Oil.
