Más que para acelerar la detención de Lázaro Báez y desplazarlos del centro de la atención, los Panamá Papers sirvieron de cortina de humo a un sector del oficialismo preocupado porque el alto costo político que paga Mauricio Macri con las medidas adoptadas en el plano económico no sea de efecto pasajero y sí una constante que condicione sus cuatro años de mandato y lo prive de aspirar a la reelección.
Néstor Grindetti fue la víctima de la catarsis provocada por Marcos Peña y Rogelio Frigerio. Al jefe de Gabinete y al ministro del Interior se los sindica como responsables interesados en que la condena de la prensa por figurar en una firma offshore recayese con todo el peso sobre el intendente de Lanús: principal referencia de María Eugenia Vidal en la Tercera Sección Electoral, donde vota uno de cada seis argentinos.
El peso territorial que la provincia de Buenos Aires confiere a la gobernadora es la dificultad que perciben Peña y Frigerio para el lugar que imaginan para sí en la línea sucesoria de candidatos si Macri careciera de un segundo mandato inmediato. Grindetti es receptivo a los planteos por la ausencia de una comunicación eficaz del ajuste entre los damnificados que efectúan los peronistas cercanos al PRO liderados por Osvaldo Mércuri y Federico Scarabino, quienes este lunes reunirán cien dirigentes con economistas en Florencio
Varela para dar pie a ese
debate.
Una crítica indirecta pero creciente al talento en apariencias abstracto de Peña, al que se sospecha por la amnesia transitoria de Frigerio cuando en medio del escándalo el periodista Alejandro Fantino lo consultó por Grindetti, con quien compartió ocho años de gestión en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. “No lo conozco”, aseguró el habitual interlocutor con gobernadores y dirigentes del PJ en una tarea compartida con Emilio Monzó, otro integrante de la mesa chica con expectativas propias en suelo bonaerense.
La tregua pactada con el presidente de la Cámara de Diputados en la disputa provincial con la integración del hierático Darío Giustozzi a Mércuri y Scarabino es parte de las dilaciones que atraviesan por ese incidente los planes electorales de la gobernadora, junto a la inclusión de Grindetti en la conducción del PRO en su distrito y como su delegado personal en el nacional.
Proceso seguido con atención por Daniel Salvador: cuando Vidal sea formalizada como titular de esa fuerza, confirmará la postulación a presidir la UCR bonaerense para discutir en condiciones de igualdad las listas de 2017. Requisitos para consolidarse como aliado privilegiado en Cambiemos y la vía imaginada para mejorar la exigua representación radical en espacios de poder.
Imagen. La robusta imagen pública de Vidal limita tentativas de ese estilo y somete a perplejidad a aliados eventuales como Sergio Massa e intendentes del Conurbano que se sienten en condiciones de cubrir el déficit de expertise atribuido a su gestión: el diálogo político del que arrogan protagonismo ineludible. Ese tema fue parte del encuentro mantenido hace más de un mes en Hurlingham con Máximo Kirchner por el intendente de ese distrito, Juan Zabaleta, y los de Lomas de Zamora y Almirante Brown, Martín Insaurralde, entre otros.
Si, como aseguran, el hijo de Cristina Fernández no les exigió participar en la movilización que la acompañó en Tribunales el 13 de abril para declarar ante el juez Claudio Bonadio por presuntas maniobras fraudulentas en la causa del dólar futuro, el argumento para facilitar la concurrencia de militantes y concejales es sugestivo. Especialmente después de escuchar a la ex presidenta: dar una válvula de escape a la crítica situación social en sus bases
producida por el
tarifazo.
Advertencia para frenar la intervención del PJ que creían consumada a mitad de semana y detrás de la que sospechan la voluntad del Gobierno que materializaría Eduardo Duhalde por disposición de María Servini de Cubría: facilitar el trasvasamiento generacional en el peronismo y una plataforma electoral a Juan Manuel Urtubey. El gobernador de Salta criticó la movilización a Comodoro Py y puso su provincia de escenario a Macri mientras desde otro Cristina ofrecía un déjà-vu de las cadenas nacionales.
La figura del ex caudillo no sólo es revulsiva para la conversión al kirchnerismo laico que promueve la lista de unidad con el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, de líder espiritual, y una larga columna de arrepentidos con José Luis Gioja y Daniel Scioli al frente. Demora además la salida del intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre, del Frente Renovador para presentarse como aliado bonaerense de Urtubey a través del sello “Renovación Federal.”
Pero hay todavía otro efecto colateral de la reaparición de Cristina: la ratificación que el resto del peronismo carece de una figura potente para las elecciones de 2017. Los intendentes dialoguistas no descartan que el de Tribunales haya sido el acto de lanzamiento de su candidatura a senadora nacional.
Tampoco acompañarla si el Gobierno no resuelve de un modo más amistoso las reformas estructurales que los involucran. La reorganización de la Policía Bonaerense y la supresión de la Departamental Lomas de Zamora, ahora anexada a Lanús, generaron una tensa situación entre Insaurralde y Cristian Ritondo.
El ministro de Seguridad experimenta dificultades para dar con una conducción en la fuerza que permita cortar lazos con Hugo Matzkin, secretario de Seguridad en Ezeiza, donde ejerce como intendente su antecesor, Alejandro Granados: en la segunda semana de abril pasó a disponibilidad, pero luego debió restituir al comisario Jorge Oscar Figini en el cargo de secretario general de la fuerza que ejerce desde la otra gestión.
Lo que pudo haber sido una noticia alentadora la semana pasada terminó desmentida por su protagonista: María del Carmen Falbo rechazó que vaya a renunciar a la Procuración General. En el Gobierno especulan que la funcionaria alimenta las versiones de su alejamiento para ganar tiempo y jubilarse, como promete, el año que viene. La condición que impuso para ese trámite es una salida decorosa. Algo que entorpece cada nuevo rumor.
*Analista político.