COLUMNISTAS

Causa de la pobreza

Por Jorge Fontevecchia. El papel del sindicalismo en Alemania y en Argentina, en medio de la polémica por las cifras de pobres.

Con los ojos en la nuca. Los sindicalistas Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca), Hugo Moyano (CGT Azopardo), Pablo Micheli (CTA Autónoma) y Momo Venegas (Uatre).
| Cedoc

La polémica alrededor de la cantidad de pobres y la forma de medir la pobreza en nuestro país –potenciada por la desopilante comparación con Alemania del jefe de Gabinete– se generó al mismo tiempo que se producía el segundo paro general en tres meses, sin que en el debate sobre la pobreza se haya puesto énfasis en conectar ambos temas, uno como causa del otro.

Dada la directa relación entre nivel salarial (o ausencia de él en forma de desempleo) y pobreza, que la Argentina tenga uno de los mayores índices de medidas de fuerza sindicales de todo tipo en el mundo, y nuestra población no tenga la cantidad de empleos bien remunerados que permitan índices de pobreza distintos, obliga a reflexionar la relación entre huelgas y pobreza.

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Si los paros nacionales fueran realmente una medida en defensa de los trabajadores, y dado que Argentina es uno de lo pocos países donde se permite la huelga general, nuestros trabajadores deberían tener unos de los mejores salarios del mundo. O, por lo menos, que mejoraran en proporción al promedio de los salarios internacionales en los 32 años que llevamos de democracia. O, mínimamente, que mejoraran frente al promedio de los salarios de los países vecinos con quienes compartimos la misma área económica. Y no fue así.

En Alemania no hay paros nacionales, porque el marco laboral de ese país prescribe que las huelgas que buscan un objetivo político están prohibidas, y sólo se autorizan las que tengan una finalidad regulada por convenio. En tanto esté vigente un convenio colectivo, existe la obligación de abstenerse de recurrir a medidas de fuerza. Y los funcionarios públicos no tienen derecho de huelga, ya que sus condiciones laborales y retributivas se regulan por ley y no por la negociación colectiva.

Los paros nacionales en la Argentina no están hechos para mejorar los salarios de los trabajadores, sino para que los dirigentes sindicales puedan presionar sobre los gobiernos para mantener o acrecentar su poder. Son una amenaza dirigida al político que no quiera reconocerles a los dirigentes sindicales cierta cantidad de privilegios.

63% de los alemanes opina que los sindicatos eliminan muchos más puestos de trabajo de los que generan

Este segundo paro nacional en tres meses no es contra Cristina Kirchner. Es contra Macri o Scioli. Le están advirtiendo al nuevo gobierno que surgirá que se cuide de cometer el error de olvidar que los máximos dirigentes sindicales cuentan con la herramienta de presión de contener el descontento o potenciarlo.

En la medida en que se arregle con la suficiente cantidad de dirigentes sindicales, como hicieron el menemismo y el kirchnerismo en sus primeras presidencias, no habrá grandes conflictos. Mientras se mantuvo aliado al kirchnerismo, Moyano sostenía que “un poco de inflación no es malo”, siendo principal responsable de la recreación del huevo de la serpiente de la economía argentina.

Tanto Macri como Scioli creen que ellos volverán a tener a los sindicalistas apoyándolos cuando sean gobierno. Así será mientras tengan una moneda de cambio que compre las voluntades de esos sindicalistas. Que poco tendrá que ver con el aumento de salario real de los argentinos y la reducción de la pobreza.

Es más, la falta de alineamiento entre los intereses de los sindicalistas y el crecimiento real de la economía en su conjunto, y el consecuente aumento de la productividad del trabajo argentino, es una de las principales causas de nuestra pobreza.

Si los salarios aumentaran sólo por la presión sindical, realmente habría menos pobres en Argentina que en Alemania. La Deutsche Welle (televisión nacional alemana) difundió una encuesta donde el 63% opinó que los sindicatos eliminan muchos más puestos de trabajo de los que generan y uno de cada dos trabajadores cree que los sindicatos paralizan el mercado laboral.

Así como el Gobierno miente con el Indec, la inflación y la pobreza, paritarias con alta inflación, aun en los años que pudieron ser por arriba de ella, son otra gran mentira porque el aumento verdaderamente sustentable es el aumento de la productividad, y que el porcentaje de aumento tenga “un tres adelante” puede ser irrelevante pocos meses después, como ya se ha demostrado.