Debido a la excepcionalidad de las circunstancias creadas por el profundo credit crunch que se registra desde el mes de agosto pasado en las economías desarrolladas, cuyo impacto aún no es posible mensurar adecuadamente, pero que sin dudas es de una profundidad preocupante, creemos que al menos la primera mitad del 2008 estará signada por la alta volatilidad en los mercados internacionales.
La gran cuestión, que se dirimirá con el devenir de los meses, es si la mayor economía del mundo logrará amortiguar el impacto de esta crisis, resultando en un crecimiento a ritmo de soft landing o si la desaceleración culminará en una recesión.
En un contexto tan complejo es más difícil realizar recomendaciones de largo plazo. Con lo cual es importante que durante la primera mitad del año los inversores realicen un seguimiento estricto de las noticias con el objetivo de revisar sus posiciones.
Pensando en un inversor local con moderada aversión al riesgo, cuyo objetivo es obtener un rendimiento real en pesos, nuestra cartera para 2008 estaría compuesta de la siguiente forma: fondos comunes de inversión con sesgo en Brasil, 15%; fondos comunes de inversión de acciones argentinas, 15%; fideicomisos, 50%; cheques de pago diferido, 10% y plazo fijo, 10%.
En resumen, creemos que dentro de los instrumentos de renta fija disponibles en el mercado, una cartera compuesta por fideicomisos financieros y cheques de pago diferido avalados, cumple con el objetivo propuesto ya que permite al inversor ir captando los ajustes que se van produciendo en las tasas de interés.
Asimismo, encontramos que para la porción más riesgosa de la cartera, una combinación de acciones locales y de Latinoamérica, materializada a través del expertise de quienes manejan fondos comunes de inversión especializados en esos activos, es la mejor manera de construir la posición. Por último, la porción de liquidez puede ser colocada a plazo en los bancos.