En dos días de negociaciones en Beijing, China y Taiwán acordaron permitir a los turistas de la República Popular que visiten la isla, sin necesidad de pasar por terceros países. También resolvieron que a partir de julio habrá 18 vuelos chárter cada fin de semana entre Taipei, Shangai y Beijing, que en diciembre se multiplicarán por tres, o quizá por cuatro.
Ambas partes resolvieron establecer oficinas en Beijing y Taipei, habilitadas para otorgar visas y representar a sus respectivos gobiernos: la República Popular China y la República de China (Taiwán). La primera no reconoce a Taiwán, a la que considera una “provincia rebelde”; la segunda se asume como continuidad de la República fundada por Sun Yat-Sen en 1911, tras derrocar a la dinastía manchú de los Qing, y desconoce la legitimidad del régimen comunista proclamado por Mao Tse Tung el 1° de octubre de 1949, en la plaza de Tiananmen.
No obstante estas diferencias jurídico-políticas, China –tercera economía del mundo, segunda potencia comercial, integrante del Consejo de Seguridad, poseedora del arma nuclear y con 1.300 millones de habitantes (22% de la población mundial)– aceptó abandonar temporariamente en las negociaciones su nombre histórico de “República Popular”, y convino en asumir el eufemístico manto de “la parte continental”. Esto significa que en las negociaciones hay para China dos partes: una es ella, y la otra una isla de 22 millones de habitantes.
Taiwán envió una delegación de 19 miembros, incluidos dos viceministros integrantes del gabinete del presidente Ma Ying-jeou, elegido en marzo de este año con 58,4% de los votos. Jia Qinglin, miembro del Comité Permanente del Buró Político del Partido Comunista, y una de las ocho principales figuras del sistema político chino, es la personalidad de mayor relieve en las negociaciones con Taiwán.
“La parte continental y Taiwán enfrentan una oportunidad histórica para el intercambio económico y la cooperación a ambos lados del estrecho”, señaló Jia Qinglin. El número de empresas taiwanesas en China continental ascendió el año pasado a 75.146, con inversiones formalmente reconocidas por más de 100 mil millones de dólares, aunque la autoridad de Hong Kong sostiene que son tres veces esa cifra; en cualquiera de las dos hipótesis, este stock de inversión directa (IED) convierte a Taiwán en el principal “inversor extranjero” en la República Popular.
Deng Xiaoping, el líder comunista que lanzó en 1978 el proceso de reformas y apertura que volcó al país al capitalismo, señaló el 26 de junio de 1983: “La reunificación pacífica ha pasado a ser el lenguaje común entre el PCCh y el Kuomintang; eso no significa la anexión de ninguna de las dos partes por la otra. Esperamos que los dos partidos aúnen esfuerzos para hacer realidad la unificación nacional, y proponemos que las dos organizaciones negocien en pie de igualdad, a fin de alcanzar un tercer espacio de cooperación”. Agregaba Deng: “Es mejor esa vía de negociación en pie de igualdad entre los dos partidos que celebrar conversaciones entre la autoridad central y la local”.
China no reconoce a las autoridades de Taiwán, a las que considera expresión de una “provincia renegada”. No obstante esta restricción, Hu Jintao, líder del PCCh y presidente de la República Popular, afirmó el 29 de mayo en un encuentro en Beijing con Wu Poh-hsiung, presidente del Kuomintang, que “las perspectivas de nuevos acuerdos económicos, políticos y de seguridad entre ambas partes incluye la participación taiwanesa en diversos organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT)”.
Salvo error o mejor interpretación, las afirmaciones del presidente Hu Jintao significan que la República Popular se apresta a patrocinar la participación de la “provincia renegada” en diversos ámbitos de la política mundial.
Chiang Pin-kung, presidente de la delegación taiwanesa, sostuvo que “los acuerdos alcanzados en Beijing el jueves y viernes eran sólo el comienzo. Las nuevas discusiones se centrarán en los vuelos directos –de carga y de pasajeros– entre la isla y el continente, y en los viajes marítimos y las líneas aéreas que vincularán diariamente a Taipei con China continental”. Precisó, además, que “este año se comenzará a tratar la cuestión del espacio diplomático internacional de Taiwán”, en referencia, entre otros, a los vínculos con la OMS, la OIT y, quizás, en algún momento, las Naciones Unidas. Esta escalada de negociaciones tiene lugar cuando se estiman en 3.500 los misiles chinos que apuntan a Taiwán, muchos de ellos con cabeza nuclear. “El límite entre lo posible y lo imposible es práctico y no teórico”, señaló Raymond Aron en Pensar la guerra, su estudio sobre Clausewitz. La cultura política china, nacionalista, en sus dos vertientes –PCCh y Kuomintang– no es ideológica, sino estratégica.