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EL INCREIBLE ALETI DE SIMEONE, LOS CAIDOS DE LA COPA Y EL MIEDO AL FRACASO

Cholismo, meritocracia y la ley para ser felices

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—Y bien, querido Pangloss–dijo Cándido–, luego de haber sido ahorcado, encadenado y desollado a azotes en unagalera, ¿aún piensa que las cosas van perfectamente?
—Siempre defenderé la misma doctrina –respondió Pangloss–,al fin y al cabo soy un filósofo, no me conviene retractarme.
Voltaire (1694-1778); de su “Cándido o el optimismo”; capítulo XXVIII (1759).

El jueves, ya caídos River y Racing de la Copa Huracán, la descubrí en una foto. Tess Asplund, 42 años, ciudadana sueca de origen colombiano, negra, cuerpo menudo, corazón grande como un mundo. Así, solita su alma, pollera larga, bolso y el puño en alto a lo Mandela, enfrentó a un batallón de 300 energúmenos neonazis del Movimiento de Resistencia Nórdico, músculos, cabezas rapadas, cerebros sin usar, que marchaban y repetían consignas racistas contra los inmigrantes. Sucedió el 1º de mayo en Borlänge, una pequeña ciudad de Suecia. Verla fue conmovedor.
La otra imagen llegó más tarde. Tres fotos en secuencia que mostraban a un Marcel Marceau con lobotomía vestido de azul –escudo de Racing en el pecho y otro, oh, no, en el pantalón–, que imitaba los gestos de un mono que pela una banana y la come frente a la tribuna del Atlético Mineiro, repleta de negros. Juan Carlos Gambandé, 41 años, es docente y trainer de arqueros del club. Viéndolo, uno confirma cómo en la misma noche se puede perder mucho más que una clasificación. Se disculpó por Facebook, como si eso cambiara algo. Lo echaron.
¡Ops! Perdón, suena mi teléfono (ringtone, solo de Zappa en Black Napkins).
—¿Hola?
—Qué tal, Asch. Soy el doctor Pangloss, amigo de Cándido, ¿me recuerda?
—Sí, claro. El filósofo del Cándido de Voltaire, el fan de Leibniz que también piensa que éste es el mejor de los mundos posibles. Nos vimos hace unos días. ¿Qué tal? ¿Se vuelve al siglo XVIII?
—Por ahora me quedo. Amo su país y sus teléfonos. Suelo marcar un número ¡y me atiende otro! Me encanta, porque así hago más amigos. Me mandan a un lugar, o al otro. Quieren que conozca esta tierra de paz. Qué gentiles.
—Unas joyitas. Escribía sobre Tess Asplund y Gambandé. ¿Los conoce?
—Leí algo, sí. ¡Qué bueno que esos racistas hayan desfilado ese día! Gracias a ellos conocimos a Tess. Recuerde: habiendo sido todo formado para un fin, todo es y existe, necesariamente, para el fin mejor. Gambandé tal vez quería recomendar la ingesta de plátanos, ideal para el deporte por su potasio. Quién sabe, ¿no?
—Uf. Dígame, Pangloss, ¿qué quiere? ¡Tengo que escribir!
—Quiero datos sobre la máquina de hacer billetes para la felicidad y la ley para ser felices. Lo anunció el presidente Macri.
—Ay, Pangloss… Fue una ironía, o algo así, por la crisis. “Si fuese tan fácil, es cuestión de cuántas máquinas de fabricar billetes compramos y seríamos todos felices. Y en lugar de una ley para conservar lo que tenemos, saquemos una que diga ‘por ley somos todos felices’, y ya está”. Eso dijo.
—¡Qué gran idea!
—A Marcos Peña mucho no le gustó. Por su gesto de desconsuelo, digo.
—¡Ah...! La sana crítica y el intercambio de ideas todo lo enriquecen. ¡Bello!
—Sí, genial. Ahora, si me perdona...
—Lo leeré el domingo, Asch. Adiós. Siga disfrutando.
—Pangloss, por qué no se va a…
—Gracias, ¡pero no tengo tiempo para ir a tantos lados! Suerte. (Clic.)
Cortó. Uy, ¡quedan pocas líneas! A ver.
Casi al mismo tiempo bajaron su candidatura: a) el ex/neo/algo/grondonista Luis Segura a la presidencia de la AFA, en favor del Supersuegro Moyano, el Superyerno Chiqui Tapia & amigos; b) el ultraconservador Ted Cruz a la presidencia de Estados Unidos en favor de Donald Trump, el Guillermo Nimo del Partido Republicano. Guatemala, a los pies de Guatepeor.
Simeone, el Giap del Manzanares, puso a su Aleti en la final de Champions volteando al Barça y al Bayern de Pep. Enorme logro que disparó una curiosa polémica sobre ética y estilo. ¿Qué opino? Que me gusta el toque de La Masía pero admiro la capacidad del Cholo para armar, con lo que tiene, equipos que se mueven con la paciencia de la araña y la astucia del cazador. Implacables pero no violentos.
Irritó su cándida treta de tirar dos balones al campo para hacer tiempo en un partido de Liga, los cuernitos y la mano en los genitales antes del partido en Munich. Errores innecesarios. Pero menores, si se los compara con lo que es capaz de generar en los suyos, ese noble batallón con mil horas de ensayo, puro deseo, sangre y sudor.
Hace dos años el Madrid le birló La Orejona en el último segundo, en Lisboa. El 28, en Milán, chocarán de nuevo. El Aleti, el pupas convertido en ganador por obra y gracia del Cholismo Ilustrado, es el rival más incómodo y temible para los de Zidane.
Mientras tanto acá, en el país de la furia, zafan Boca y Central y se desploman los demás, mientras la prensa desliza la palabra “fracaso” como un puñal. Pero aquí nadie fracasa. Sólo “no cumple con el objetivo”. El fracaso, como el cáncer, atrae eufemismos. El miedo a perder paraliza. Mejor releer a Kipling, que nos dice: “La victoria y el fracaso son dos impostores y hay que recibirlos con idéntica serenidad y un saludable punto de desdén”.
La publicidad de un auto puso de moda la “meritocracia”. Encendido elogio al que tiene lo que merece “porque nadie le regaló nada”, el que es parte de “una minoría que no para de avanzar” y que nunca fue reconocida “hasta ahora”. Mirá vos.
Lindísimo, pero lejano en un país que cada vez le da menos oportunidades al que menos tiene. No talento, por cierto, sino calidad de vida, educación, salud, ingresos dignos.
El Aleti de Simeone, opacado durante años por sus vecinos poderosos, prueba que antes que la meritocracia de los de siempre, es preferible el mérito del que asoma la cabeza, rompe el molde y pelea.
Pelea hasta mancharse.

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