No sólo el peronismo se ha ido transformando en el sol de nuestro sistema planetario porque seis de cada diez argentinos votaron por un peronista en las últimas PASO: 27% kirchnerismo, 4% aliados K, 15% Massa, 4% De Narváez, 3% De la Sota, 2% Rodríguez Saá y 2% otros PJ. También Clarín, en su campo de acción, es tan excluyente como el peronismo: primero en diarios, primero en radio, primero en TV, primero en cable, primero en internet. Esto no era así en el pasado no lejano, ni para el peronismo ni para Clarín.
Por eso no dejan de resonar los ecos de la audiencia pública promovida por la Corte Suprema de Justicia antes de su sentencia sobre la Ley Medios y las declaraciones periodísticas posteriores de algunos de sus actores, como, entre otros, el reportaje al CEO de Cablevisión, Carlos Moltini, el sábado pasado en PERFIL. Está claro que la política de medios del kirchnerismo es vergonzosa, la peor de cualquier gobierno posdictadura, y que la Ley de Medios fue un engendro mal planificado y peor instrumentado que sólo tuvo el acierto de diagnosticar que el tamaño de Clarín en la Argentina era demasiado peligroso (incluso para el propio Clarín, que, más diversificado internacionalmente o en otras actividades, estaría más cómodo). Y que el fallo de la Corte no terminará de resolver el problema de forma completa porque los jueces no legislan, por lo que volverá al Congreso después de 2015, cuando se logre consenso. Para entonces, todos deberemos aportar ideas para no volver al dilema de los debates previos a la sanción de la ley, cuando los legisladores de la oposición criticaban a los medios profesionales porque no proponíamos un modelo de ley alternativo al kirchnerista. Por una cuestión de espacio, sobre ese tema me voy a referir en la contratapa de mañana –“Clarín 2”– para poder hoy dar respuesta a otra de las derivaciones de la audiencia pública.
La originada por la abogada María Angélica Gelli al decir que “Clarín es el único medio que puede hacer periodismo de investigación”; y una respuesta del presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), Carlos Jornet, que se puede leer completa en el Correo Central de la página 34 de esta edición, en la que disiente de lo que yo escribí el domingo pasado dentro de una columna sobre otro tema. Era sólo un párrafo que transcribo: “La abogada puede no saber de periodismo y no tener presente que entre 2003 y 2009 el periodismo de investigación en la Argentina precisamente no se hacía en el Grupo Clarín. Hasta el ingreso de Editorial Perfil al Consejo Ejecutivo de Adepa, había premios de periodismo ecológico, científico o universitario, pero no existía siquiera la categoría periodismo de investigación”.
La carta del colega, a quien estimo y respeto (además de presidente de Adepa es director del mayor diario del interior del país, La Voz del Interior, de Córdoba), permite profundizar más sobre el tema. Es cierto que hacer periodismo de investigación es caro, pero sería un error creer que sólo quienes cuenten con muchos recursos pueden hacerlo y, mucho peor, confundir tamaño de empresa con periodismo de investigación y, finalmente, con libertad de prensa, como fue la tesis de varios de los abogados de Clarín en la audiencia. Por el contrario, cuando la empresa llega a ser tan grande y tiene que defender múltiples intereses, muchos de ellos regulados por el Estado, lo habitual es que no se haga periodismo de investigación.
No es sólo el caso de Clarín, que entre 2003 y 2008 fue un aliado del kirchnerismo y excluyó el periodismo de investigación política; también lo mismo sucede en Brasil con Globo y en México con Televisa. Los grandes conglomerados de medios son generalmente oficialistas y más aún en países con democracias menos centenarias.
Ya alguna vez cité al fundador de Globo, Roberto Marinho, fallecido la década pasada, quien explicaba que Globo se había hecho grande no por lo que publicaba, sino por lo que dejaba de publicar.
Obviamente que el tamaño importa, pero la tendencia a no confrontar con el poder se dará tan marcadamente en un pequeñísimo diario de Río Gallegos, mientras Néstor Kirchner gobernaba Santa Cruz con mano de hierro, como en un enorme conglomerado como Clarín, que precisaba que el kirchnerismo le aprobase la fusión de Cablevisión con Multicanal porque si no, “la empresa no era sustentable en el largo plazo”, como confesó el CEO de Cablevisión en el reportaje de PERFIL del sábado pasado. La colaboración de Google, Facebook y Yahoo! con la red de espionaje en internet de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos es otro ejemplo de cómo tamaño no es garantía de independencia.
Para hacer periodismo de investigación hay que tener voluntad de investigar y vocación de hacerlo soportando el costo de tener una empresa menor de lo que se podría si se siguiera el ejemplo del señor de Globo: dejando de publicar.
Obviamente, el periodismo de investigación no es sólo de política, lo hay en todas las temáticas, pero el relacionado con la libertad de expresión y con el contrapeso de las minorías en el sistema democrático es el periodismo de investigación política.
Por último, el Premio Adepa al Periodismo de Investigación no emergió como resultado de “la propia evolución del periodismo en democracia”. En el mandato anterior al de Jornet, cuando Adepa era presidida por Daniel Dessein, en representación de La Gaceta de Tucumán, en el contexto del conflicto del Gobierno con los medios se le pide a Editorial Perfil en 2010 que se comprometa participando del Consejo Ejecutivo de Adepa. La respuesta de Perfil fue: “Sí, pero queremos auspiciar un premio al periodismo de investigación”. Y se hizo, era necesaria la voluntad de hacerlo, la misma voluntad que hace falta para hacer periodismo de investigación.