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Cómo cubrir periodísticamente protestas sociales y represión

16-4-2023-Logo Perfil
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En las primeras horas de la protesta social que conmovió –y conmueve, aún– al país entero el martes 20, fue muy interesante ver cómo la cobertura periodística de las manifestaciones, cortes de rutas y calles en Jujuy pareció marginar la ya crónica grieta entre periodistas y medios. Sin embargo, esa muestra de buena praxis –sin apartar posiciones personales– se fue diluyendo a medida que los medios recalcularon en función de sus propios intereses y alineamientos políticos. Se perdió, así, una buena oportunidad para ejercer este oficio como es correcto. Las buenas coberturas por parte de movileros, que pusieron el cuerpo peligrosamente, quedaron subsumidas bajo las interpretaciones de conductores de programas de televisión y radio (los medios gráficos ofrecieron sus miradas recién el miércoles, aunque adelantaron parte de esas posturas en sus soportes web y portales de noticias).

Es que cubrir este tipo de acontecimientos, en los que se ponen frente a frente gobiernos y manifestantes, policías y civiles, políticos variopintos, es una tarea compleja, que ha dado origen a la inquietud de organismos internacionales y sectoriales, que han intentado aportar elementos para una mejor y más equilibrada tarea periodística.

La Red de Ética Segura de la Fundación Gabo –una de las instituciones que mejor tratan los asuntos vinculados a la ontología en esta profesión– publicó un informe elaborado sobre la base de opiniones recogidas en su espacio, que tituló Cómo informar sobre protestas sociales sin estigmatizar a los manifestantes.

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“El mundo protesta –dice el trabajo–. Los motivos son distintos. En Chile, el aumento en el precio de los viajes en el metro de Santiago fue el detonante. En Ecuador, la eliminación de los subsidios a los combustibles. En Colombia, los estudiantes defienden su derecho a protestar contra la corrupción en el manejo de las universidades públicas. Y así, miles de personas han salido a las calles también en países como Argentina, Nicaragua, Venezuela y México, y en regiones tan distantes como Cataluña y Hong Kong. En varias de estas marchas, los manifestantes han agredido a la prensa, a la que culpan de estigmatizarlos al retratarlos como destructores de bienes públicos. Esto ha generado una tensión entre los medios de comunicación, que buscan informar sobre lo que sucede en las manifestaciones, y los líderes de estas, que ven a los periodistas como enemigos”.

Cita el informe definiciones de la catedrática estadounidense en estudios internacionales Arlene B. Tickner, quien llamó la atención respecto de la necesidad de no representar a quienes ejercen su legítimo derecho a la protesta como vándalos. “Lamentablemente –escribió Tickner en una columna de El Espectador de Colombia– , la estigmatización de la protesta siempre será una tentación, sobre todo en contextos de debilidad institucional, impopularidad gubernamental o descontento social, ya que ofrece la oportunidad de definir a esta como un asunto de seguridad y actuar por fuera de los espacios ‘normales’ de la política, bajo el pretexto de preservar el orden”.

La Red de Ética plantea algunos interrogantes que sería bueno que se respondan los periodistas que cubren protestas como la vivida en Jujuy: “¿Cómo informar cuando las fuerzas del orden se exceden en su forma de reprimir a los manifestantes? ¿De qué manera puede el periodismo ayudar a que las manifestaciones sociales no se tornen violentas? ¿Tiene la prensa una mayor responsabilidad al informar sobre protestas en países donde las instituciones democráticas son débiles?”.

Distintas instituciones y personajes de la vida pública argentina han advertido últimamente (en algunos casos, con augurios apocalípticos) sobre el posible (tal vez no tan probable) agravamiento de la situación, mayor virulencia de los manifestantes y consecuente represión. Es responsabilidad de quienes cumplimos nuestra labor periodística minimizar esas negras advertencias para aportar a la paz social, sin abandonar convicciones legítimas.