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Cómo ser un sensitivity reader

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Un arqueólogo se encuentra trabajando en la antigua ciudad de Condate, la actual Rennes, en el noroeste de Francia. La ciudad de Condate estaba rodeada por una muralla en la que nuestro arqueólogo descubrió varios fragmentos de bases de estatuas. También encontró restos de vajillas de cerámica, varias estatuillas de terracota de deidades, monedas y elementos de adorno (fíbulas), aunque el descubrimiento más importante es el de una estatuilla de terracota de diez centímetros que representa a una Venus, la diosa romana asociada con el amor, la belleza, el deseo, el sexo, la fertilidad, la prosperidad y la victoria, sosteniéndose el cabello y mostrando los senos, y que a primera vista el arqueólogo data entre los siglos I y II d.C. Sin duda es una pieza valiosísima, pero el arqueólogo procede con un par de golpes de martillo a extirparle los senos, porque no está bien que en un museo los niños vean semejantes cosas. Algo similar están haciendo en el Reino Unido con los libros, pero quienes se preocupan por semejantes cosas son demasiado pocos como para que las editoriales involucradas se tomen el trabajo de tomarlos en serio y retroceder. Y para ello se valen de los llamados sensitivity readers, que en esta historia harían el papel de martillos. 

Pasó con las novelas juveniles de Roald Dahl, con las de Ian Fleming y ahora con Agatha Christie: los sellos recurren a una figura profesional nueva en el mundo editorial, justamente el sensitivity reader, que se podría traducir como el “lector de cuestiones de sensibilidad”. 

En el mundo las editoriales siempre se valieron de los llamados “lectores”, personas que dan su parecer sobre manuscritos o libros en otros idiomas tomados en consideración para su publicación, en parte para decidir si publicarlos o no, y en parte para facilitarle el trabajo al editor, el diseñador y el agente de prensa. Los sensitivity reader son lectores especializados y por lo general son jóvenes, al día en los debates culturales internacionales, además de competentes en el ámbito editorial y literario. La expresión para definirlos está en inglés porque se trata de una tarea que se viene desarrollando en el campo de la editoría anglosajona, aunque también existe en la alemana.

El sensitivity reader revisa la novela antes de que sea publicada, no para buscar erratas, cosa que pueden hacer los correctores, sino para señalar eventuales expresiones de podrían ser percibidas como ofensivas por algun grupo de personas (la misión por la que es más conocido), o detalles poco verosímiles, o alguna redacción descuidada, o la aparición de algún personaje muy estereotipado. 

Y sin embargo hay ciertos casos en que los propios autores agradecen la intervención de un profesional semejante. El escritor escocés Irvine Welsh, por ejemplo, el autor de Trainspotting, trabajó codo a codo con un sensitivity reader trans durante la escritura de su novela El artista de la cuchilla (Welsh es lo que se llama un hombre cisgender, es decir que se reconoce en el género correspondiente a su sexo biológico). Welsh y este sensitivity reader trans anónimo encontraron algunas incorrecciones referidas a la vida de las personas trans que Welsh no tenía por qué conocer o que había entendido mal, o expresiones potencialmente ofensivas para las personas trans. Y Welsh hizo las correcciones pertinentes. Porque quiso. Porque, como dice Auda Abu Tayi en Lawrence de Arabia: “Era mi placer”.

Pero en los casos mencionados antes, quienes deciden y aceptan la intervención eficaz del sensitivity reader no es el autor, sino los herederos de los autores, esa Gestapo del espíritu. Personalmente no tengo nada contra los herederos, pero en estos casos particulares creo que deberían ser aislados en lazaretos para ser arrojados luego, con paracaídas, sobre el desierto del Sahara.