COLUMNISTAS
tension diplomatica con argentina

Cómo y por qué Israel secuestró a Adolf Eichmann

A 50 años de la operación, un tribunal alemán ordenó abrir los archivos de los servicios secretos sobre el escape del ex jerarca nazi a la Argentina. Se radicó en San Fernando, donde agentes del Mossad se lo llevaron a Jerusalén para juzgarlo.

default
default | Cedoc

La Argentina era una fiesta. Faltaban pocos días para comenzar los festejos del 150 aniversario de la Revolución de Mayo y todo el país esperaba expectante del inicio de las celebraciones, para las que habían llegado a Buenos Aires delegaciones de todo el mundo. Nadie podía prever que a miles de kilómetros de distancia un anuncio opacaría todo.

“Adolf Eichmann se encuentra ya detenido en Israel y en breve será procesado aquí conforme la Ley de Justicia contra los nazis y sus colaboracionistas”, afirmó el primer ministro de Israel, David Ben-Gurión, ante su Parlamento, el 23 de mayo de 1960. La noticia se diseminó de inmediato en todos los medios.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Dos días más tarde, la revista Times informó que lo habían capturado en Buenos Aires y el 26, La Razón lo ponía en su portada. Había estallado uno de los mayores escándalos del gobierno de Arturo Frondizi.

Eichmann era el responsable de la “Solución Final” con la que los nazis decidieron el exterminio de seis millones de judíos en los campos de concentración. Luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, el oficial de las SS se había fugado y evitado los juicios de Nüremberg Primero, se escondió en Alemania y, finalmente, llegó a Italia donde consiguió un pasaporte de la Cruz Roja, con visado argentino, a nombre de Ricardo Klement con el que viajó a Buenos Aires el 14 de junio de 1950.

Después de pasar por varios destinos en el país, se asentó en la calle Garibaldi 6067, en la localidad de San Fernando y comenzó a trabajar para Mercedes Benz. Allí, lo halló un grupo de agentes del Mossad (Servicio de Inteligencia Israelí) luego de que la hija de un sobreviviente del Holocausto diera la alerta.

El operativo especial. La autorización para capturarlo la dio Ben-Gurión sin consultar a su gabinete, luego de que el titular del Mossad, Isser Harel, le confirmara que realmente era él. Si bien lo correcto hubiera sido pedir su extradición, prefirieron secuestrarlo ya que la Argentina, previamente, había rechazado otros pedidos por diversos colaboracionistas nazis y, unos meses antes, el gobierno alemán había hecho una solicitud similar por Josef Mengele, quien había sido puesto sobre aviso y se fugó.

Para esto, enviaron al país a veinte agentes y alquilaron una casa donde estuvieron hasta que finalizó su misión. La tarde del 11 mayo, se dirigieron hasta San Fernando y esperaron a que Eichmann descendiera del colectivo que lo traía de vuelta de su trabajo.

Luego de un breve forcejeo, lo metieron en un auto y partieron hacia su refugio donde lo interrogaron durante nueve días. Finalmente, la noche del 20 de mayo lo embarcaron en el avión de la línea El Al, que había llegado a Buenos Aires el día anterior con el canciller Abba Eban, para participar de los festejos.

La crisis diplomática. La noticia del secuestro de Eichmann fue un baldazo de agua fría para el gobierno de Frondizi ya que se trataba de una violación a la soberanía nacional por parte de un país amigo. En seguida, el canciller Diógenes Taborda le exigió una explicación al embajador israelí, Arieh Levavi.

“En caso de que Eichmann haya sido capturado en la Argentina, ello se contradice con las normas internacionales y forzará a la Argentina, pese a sus buenas relaciones con Israel, a presentar una protesta muy severa y los resultados serán impredecibles”, afirmó.

El clima se tensó más aún cuando Jerusalén respondió que no sabía que el jerarca nazi venía desde Buenos Aires ya que el Mossad no les había informado al respecto. En el Palacio San Martín, intensificaron la presión y les dieron ultimátum para que lo restituyeran antes del 10 de junio y castigaran a los culpables de la violación a la soberanía nacional.

Dos días más tarde, Ben-Gurión le escribió a Frondizi para poner paños fríos en el asunto. “Estoy seguro, señor presidente, que considerará estos argumentos con toda la ponderación moral. Usted mismo ha combatido contra una dictadura y ha revelado su enfoque sobre valores humanos, y yo espero que nos comprenda y acepte nuestra sincera expresión de pesar por el perjuicio a las leyes de su país, causado en virtud de una obligación moral interna, y que se sume a todos los amantes de la Justicia en el mundo, que ven en el enjuiciamiento de Eichmann en Israel un acto de Suprema justicia histórica, y que las relaciones amistosas entre Israel y su país no resulten perjudicadas”, concluía la carta.

Finalmente, el presidente decidió seguir los consejos de su asesor Mario Weinfeld y elevó el caso a la ONU, “donde debía perderse en algún archivo”. Pero no contaba con que el embajador Mario Amadeo convocaría a una sesión de urgencia al Consejo de Seguridad el 22 de junio para tratar el tema.

“El gobierno de la República Argentina acusa al Estado de Israel de violación de su soberanía con responsabilidad del gobierno de dicho Estado, por el traslado ilícito y clandestino de Adolf Eichmann a territorio israelí”, afirmó el diplomático en la reunión.

Finalmente, el Consejo votó una resolución inocua en la que se instaba a Israel a que indemnizara adecuadamente al país y a que mejoraran “las relaciones bilaterales, históricamente amistosas”.

Ese mismo día, el gobierno, presionado por los militares y el Palacio San Martín, declaró persona no grata a Levavi. Con el correr de las semanas, el tema fue quedando en el olvido y, para el 3 de agosto, funcionarios de ambas cancillerías se sentaron a conversar y emitieron un comunicado que incluía una disculpa de Israel por la violación a la soberanía argentina.

Para finales de año, los dos países ya habían nombrado a sus nuevos embajadores y todo volvió a la normalidad, sólo que Eichmann siguió en Jerusalén. Allí, fue juzgado y se lo condenó a morir en la horca por crímenes cometidos contra la Humanidad. La sentencia se cumplió el 1º de junio de 1962, cuando Frondizi ya había sido derrocado.