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Compra y venta

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Sé que hay quienes a Alberto Fernández lo encuentran inmoderado: extremo y excesivo. Sé que hay quienes, por el contrario, le objetan su moderación absoluta, esa especie de medianía a ultranza que practica bajo una clara inspiración paradojal. Aunque por razones opuestas, unos y otros se quejan de él: según parece, no es lo que esperaban.

En cuanto a mí, no esperaba nada (nada en particular, quiero decir); lo que me ha llamado la atención, en todo caso, es que quienes protestan por la presunta inmoderación presidencial lo hacen todos bajo una formulación casi idéntica, como calcada: lo que reprochan es que les hayan “vendido a un Alberto moderado”.

El verbo que emplean llamativamente es “vender”, en todos o casi todos los casos. ¿Cuándo fue, y cómo fue, que esa tendencia se consolidó en los usos del lenguaje? Ahí donde se supone que alguien está queriendo persuadir, que está queriendo convencer, que elabora mal o bien argumentos y razones, se dice que está “vendiendo”. Y aun los receptores, para expresar que les parece bien, que les encuentran validez a esos argumentos o esas razones, lo hacen diciendo “compro”.

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Es cierto que hay un fundamento económico en lo que somos y en lo que hacemos (por lo pronto, por nuestra extracción de clase). Es cierto que una radiografía social puede hacerse en clave de consumo (lo hace Fogwill en sus novelas). Y es cierto que los vendedores pueden valerse de argumentos y razones (el “león vendiendo Durax”, por ejemplo). Pero no deja de resultar significativo, según creo, sobre todo cuando se trata de una tendencia de época, que se hable de intercambios discursivos en términos de tratativas comerciales. Como si aun ese sujeto específico, el del discurso, no pudiese sino concebirse como sujeto de una relación mercantil.

Paralelamente se denuncia a los periodistas “ensobrados”, situación ciertamente inadmisible. Esos que no dicen lo que piensan, o que ya directamente ni piensan; lo que dicen es lo que les indica que digan ese que les pasa los “sobres”. Hasta hace poco, era un insulto estar “comprado”, ser un “vendido”. Pero esos términos en verdad se debilitan, y se debilita su carga de objeción, si se los emplea para todos y para todo.