Entra como una tromba marina al vestuario. Desata su furibunda alegría por todo el lugar. Grita. Mira con firmeza a los presentes. Grita más. No baja la cabeza, no se relaja. El grito es sostenido. Toma aire. Vuelve a gritar. La tromba marina se transforma en un león, y el grito, en un rugido. Con sus manos hace un reconocido gesto: “Así de grandes los tenemos”. Golpea un pizarrón. Ese pizarrón en el que seguro plasmó con muchísima calma y seguridad todos sus planes. Parado frente a sus dirigidos, con seriedad y autoridad, en ese pizarrón les explicó por qué tenían que hacer lo que finalmente hicieron. Ahora, ese pizarrón funcionaba como si fuese un bombo, un instrumento más para destruir la calma y la formalidad. La indisimulable felicidad de ganar. El orgullo de subir un escalón más para alcanzar el objetivo. Así se lo ve a Mauricio Pochettino en un video que se viralizó luego de que Tottenham eliminara a Manchester City en la Champions League.
“Pase lo que pase, mañana estaremos orgullosos”, declaró el técnico argentino el día previo al choque contra los Citizens. Y a pesar de haber perdido 4-3, el triunfo por 1-0 en la ida de local les valió el pasaje a la semifinal. Los Spurs no avanzaban a esta instancia desde 1962. Mérito de un entrenador que lleva bajo sus brazos un manual de estilo que pregona la interacción sinérgica constante con las inferiores de los clubes que lo contratan. Para eso lo llamaron y eso es lo que consigue. Lejos de las posibilidades económicas no solo de grandes clubes de Europa sino de los más prestigiosos de Inglaterra, Tottenham se ubica en puestos de copas internacionales y siempre da pelea, aun sin las estrellas que protagonizan la Premier League.
En las últimas cinco temporadas, Manchester City gastó 900 millones de euros en refuerzos; lo sigue Chelsea, con 830; Manchester United sumó 820; Liverpool 700 y Arsenal 500. Recién ahí asoma Tottenham, con 450, aunque no incorpora jugadores desde enero de 2018. Cuando se ven estos números se destaca aún más la labor de Pochettino. La preponderancia a la consolidación de juveniles y de las figuras ya consagradas antes que sumar nombres propios a una ecuación que ya está resuelta. Siempre se puede mejorar, pero la apuesta es interna. Sé tu mejor vos. Competí contra vos mismo y demostrate de lo que sos capaz. Ganale al mundo a partir de tu crecimiento.
Harry Kane, Dele Ali, Hugo Lloris, Son Heung-Min, Eriksen son sus comodines en un aceitado esquema que se nutre día a día desde una clara metodología de trabajo. También resulta llamativo que un argentino sea quien potencie a tantas estrellas inglesas: 14 jugadores que dirigió llegaron a la selección de Inglaterra. Todo parece ser hasta un buen plan empresarial, en el que se invierte lo mínimo, se capitalizan al máximo los propios recursos y se llega a lo más alto con bajos costos. A eso fue Pochettino a Tottenham: la necesidad que tenía el club era de expandirse y construir un nuevo estadio. Gracias a la experiencia del argentino en Southampton, donde ya se notaba la importancia a la cantera, decidieron contratarlo. La estrategia funcionó. Los premios por el ingreso a las copas internacionales fueron el plus. Sin la billetera, el pie de Tottenham acecha a los poderosos.
Su trabajo florece y se ramifica. Afuera en la Premier, su chance más concreta es en la Champions, donde tendrá que enfrentar a Ajax, verdugo de Juventus y Real Madrid, para acceder a la final donde esperaría por Barcelona o Liverpool. Panorama complicado. La esperanza es lo último que se pierde y la confianza en sus dirigidos también. Así es que Pochettino intentará saldar su cuenta pendiente: consagrarse campeón. Su punto débil más increíble, con todo el peso que eso conlleva en un fútbol tan exitista, no es una barrera a la hora de imponerse como uno de los mejores entrenadores en la actualidad. Tanto Argentina como Inglaterra lo sondearon para que se haga cargo de sus selecciones. Del mismo modo que Florentino Pérez puso sus ojos sobre él para que se mude a España y dirija al Real Madrid. El radar de clubes top de Europa suena cada vez que se dice su nombre.
Una carrera en constante ascenso y pruebas tangibles de su excelso trabajo con esfuerzos y una estrategia que contempla diversos focos. “Mis jugadores son héroes”, expuso desde sus entrañas ya en semifinales. Con el partido apenas terminado, se abrazó con cada uno de sus ayudantes. Se fundió pecho inflado con pecho inflado con ellos y desbordaba. Así entró al vestuario. Explotado de orgullo y con la certeza de que el tiempo le dará la razón.